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Rapidín…

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Si nos ponemos a pensar, es increíble la cantidad de cosas que pueden hacerse en menos de 2 minutos. En casa, por ejemplo, anotar lo que hace falta comprar en el supermercado, lavar los platos inmediatamente después de comer, meter la ropa en la lavadora, sacar la basura o recoger lo que te encuentras tirado y llevarlo a su sitio. En la oficina, hacer llamadas telefónicas cortas, enviar correos electrónicos, hacer una copia de seguridad o confirmar la cita para una reunión.

“Si puedes hacer una actividad en menos de 2 minutos, debes hacerla ahora mismo”. Si por el contrario te tomaría más de dos minutos, resérvala para tu lista del día.

Aunque no se trate de nada urgente o prioritario, si el tiempo de procesar la tarea es inferior a 120 segundos, ¡hazla!, de manera inmediata, esto te hará más eficaz. Así pues, esas llamadas, correo electrónico, hacer ese pequeño favor, alguna pequeña actividad, se deberán hacer cuanto antes para poder seguir con tus actividades.

La explicación lógica detrás de esta manera de ejecutar es que, durante este lapso de tiempo no conseguimos desconectar o cortar del todo con nuestra tarea presente o actual, y una vez hecha la “interrupción” podemos volver a la tarea original, sin perder el hilo o la idea que se tenía. La curva de concentración no se resiente o se interrumpe del todo.

Con esto logramos agilidad en el trabajo y dejar de posponer eternamente las pequeñas cosas del día a día que van robusteciendo nuestra lista de pendientes. Así pues, si necesita menos de 2 minutos hazla; si no, aplázala o delégala.

Realmente no tienen por qué ser 2 minutos “cerrados”, podrían ser 3 ó 4, dependiendo de la concentración de cada persona la temporalidad la decides tú. Sin embargo, debes tener estricto control con el tiempo máximo que le puedes dedicar a una nueva actividad sin “romper” del todo con la anterior.

Una regla aparentemente muy simple pero que necesita de práctica. Así, como en todos los nuevos hábitos, tan solo se logra mediante la constancia y la repetición.

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Manuel Blanco

Nacido en la Ciudad de México hace 35 años, Ingeniero Comercial de profesión y visionario por convicción. Ha trabajado en distintas paraestatales como la Cia. De Luz y Fuerza del Centro, principal generador de energía eléctrica del país, ha dirigido una empresa dedicadas al giro de la impresión, y últimamente colaborando en la Universidad Abierta y a Distancia de México organización que acerca la educación superior a cualquier mexicano que lo deseé. Amante de la lectura, los viajes, el baile y sus hijos. Procurador de la lectura, convencido que la lectura es la panacea, la llave maestra que abre cualquier puerta. Actualmente cursando el master en Administración Estratégica.

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