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Economía, empleo y educación

Antropos

La economía de nuestro país implica invertir en educación y capacitación de los ciudadanos guatemaltecos para abrir los cambios a los sectores populares hacia buenos empleos con salarios dignos, de manera que esto pueda contribuir a fortalecer la “ciudadanía social” que se traduce en dar certeza a las garantías sociales y a empleos fijos sobre la base de un buen desempeño laboral que ratifica las competencias de los trabajadores.

Es en este sentido, que la educación y el acceso a la tecnología hoy pasan a constituir un elemento estratégico, porque las políticas del Estado deben aumentar sus esfuerzos para elevar la calidad del capital humano, a través de facilitar el acceso a un amplio rango de habilidades y, especialmente a la capacidad de aprender y a la resolución de problemas. Lo cual se traduce, de acuerdo al escritor mexicano, Carlos Fuentes, al indicar que “el desafío de la educación, hoy, es educar a los trabajadores agrícolas, industriales o tecnológicos porque sólo la educación puede asegurar que en cada una de esas ocupaciones la calidad del producto sea la mejor posible, mejor agricultura, mejor industria, mejor tecnología”.

Efectivamente, al sistema educativo  se le exige un papel más destacado en la formación de la fuerza de trabajo, por ello éste se ha convertido en uno de los aspectos claves a fin de encontrar por esta vía, una de las posibilidades para enfrentar la crisis económica. Para ello se le asigna a la educación la tarea de formar los recursos que requiere la transformación productiva, aunque en un nuevo escenario en el que se exhorta a los empresarios a desarrollar actividades de capacitación, que se complementen con las desarrolladas por el Estado, en tanto las instituciones educativas públicas y privadas, deben redefinir su papel en función del entorno, especialmente en la relación educación-trabajo, sobre la base de empresas inteligentes que privilegian la calidad, que les permita permanecer exitosamente en el mercado.

Se espera entonces que la educación provea a las personas de las herramientas para enfrentar un mundo competitivo y desafiante. Se espera también que las sociedades educadas sean capaces de innovar y generar continuamente nuevas condiciones para que sus miembros tengan acceso a mejores condiciones de vida. Porque cuando se aborda este tema desde el mundo del trabajo, particularmente desde el empleo, en mercados de trabajo difíciles, con niveles altos de desempleo, desarrollar competencias para la vida implica a su vez, la formación de competencias laborales.  Porque éstas, afirma Gimeno Sacristán “son aquellas que todas las personas precisan para su realización y desarrollo personal, así como para una ciudadanía activa, la inclusión social y el empleo”.

La experiencia del país muestra que los jóvenes necesitan mejores herramientas conceptuales y metodológicas que les posibiliten desempeñarse con éxito en su quehacer laboral y una propuesta educativa que los prepare para enfrentar con seguridad el desafío de una sociedad en donde el empleo y la empleabilidad es central para el desarrollo de la misma. Precisamente porque tal y como señala Unesco, “hoy la juventud vive una especie de frustración porque la escasez de empleos adecuados a su formación, provoca desencanto y desilusión”.

De la respuesta que pueda dar el Estado guatemalteco a las aspiraciones de la juventud, dependerá un futuro equilibrado y justo. Y todo esto está en manos de la educación y de un proyecto educativo pensado en la dignidad humana.

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