¿Por qué busco a Dios?

Emunah

Está es una pregunta que deberíamos de hacernos con regularidad y contestarla con una sinceridad absoluta. La razón de ello es porque como seres humanos constantemente tendemos a desviarnos del camino que ha sido trazado por Dios para así empezar a caminar en nuestro propio entendimiento; la mayoría del tiempo creyendo que aún estamos agradando a Dios.

En la actualidad abundan tantos consejos acerca de diversos temas como las relaciones personales, el amor, la familia, el aborto, la solución a nuestros problemas, la felicidad, la identidad sexual, e incluso sobre el propósito de la vida y la más importante sobre como satisfacer nuestras necesidades espirituales. Muchos de ellos parecieran venir de Dios, pero debemos ser cautelosos, ya que Dios nos advierte que “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte”.

Grupos, fraternidades, libros, sitios de internet, asociaciones, religiones y muchos más medios informativos surgen con el fin de mostrarnos el camino y liberarnos de las conductas o acciones que suelen ser censuradas o prohibidas por las distintas culturas, sociedades, o religiones. Dios en su Palabra sabiamente nos recuerda que “Todo me es lícito, mas no todo conviene…no todo edifica.”

Por ello la pregunta de ¿Por qué busco a Dios? es muy importante hacerla cada cierto tiempo con el objetivo de ver si aún continuamos en el camino de Dios o nos hemos alejado siguiendo un camino espiritual clonado lleno de espejismos espirituales. La Biblia aclara que solo hay dos caminos: el que lleva a la vida eterna y el que lleva a la destrucción. Asimismo nos insta a que los cristianos debemos anhelar como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada.

Dios en su infinita sabiduría conoce nuestro corazón y sabe lo propenso que somos a desviarnos de lo correcto, por lo que aconseja “el que cree estar firme, tenga cuidado de no caer”. Nos exhorta a “Mantenernos alertas; permaneciendo firmes en la fe; y a ser valientes y fuertes, manteniendo nuestro sano juicio.” Por eso el rey David le rogaba a Dios diciendo “Aléjame del camino de la mentira y favoréceme con tu enseñanza. He escogido el camino de la verdad y deseo tus decretos.”

Cuantos creyentes aún piensan que están caminando en las huellas de Dios, sin darse cuenta que sólo lo están siguiendo por motivaciones personales o egoístas. Por ejemplo el rey Saul pensaba estar siguiendo a Dios, más sin embargo estaba muy lejos de él; ya que su único interés era el reconocimiento de la gente. La fama y el poder lo segaron a tal extremo que justificaba sus actos perversos como loables.

De igual forma Simón el mago, mencionado en Hechos 8:9-24, buscaba de Dios con  motivos impuros; y pretendió comprar el poder del Espíritu santo para continuar siendo el protagonista en Samaria. Balaam y Caín tenían una relación personal con Dios; sin embargo, ambos por alcanzar su propio objetivo egoísta, terminaron muy lejos de la voluntad de Dios.

Por eso los que aún estamos en el peregrinaje cristiano debemos hacernos cada cierto tiempo esta interrogante: ¿Por qué busco a Dios? Será para que me prosperé, quizás para que me sane, para alcanzar mis metas, para tener un privilegio en la iglesia, o tal vez para justificar mis actos mezquinos creyendo tener el respaldo de Dios. Mucha gente dice creer en Dios pero actúa como si no existiera, otros dicen ser cristianos pero no caminan conforme a sus enseñanzas.

Hay grupos religiosos que creen estar caminando bajo los propósitos de Dios, sin darse cuenta que están muy lejos de él. Por ejemplo, la serie documental “la familia”, basado en el trabajo de investigación publicado por el autor Jeff Sharlet; muestra como los miembros de la “no organización” compuesta por una serie de figuras políticas creen que han sido elegidos por Dios para gobernar, y prácticamente consideran que el fin justifica los medios.

Como seres humanos imperfectos en un mundo caído muchas veces tendemos a tener motivaciones con enfoques diferentes a Cristo, y en ocasiones podemos adoptar un espíritu ingrato, egoísta, independiente y hasta rebelde. Por eso debemos clamar a Dios para que el enderece nuestro camino: “Examíname, oh Dios, mira en el fondo de mi corazón, y pon a prueba mis pensamientos. Dime si mi conducta no te agrada, y enséñame a vivir como quieres que yo viva.”

Esa debe ser nuestra petición para poder estar sintonizados con Dios; y ser calibrados por él. Busquemos de Dios de forma continua, a través de su palabra, en oración, en adoración por las motivaciones correctas: para ser bondadosos, generosos, amorosos, serviciales, y como Dios lo dijo: ser la luz en este mundo practicando sus enseñanza y no haciendo las cosas por egoísmo o por vanagloria; sino que con actitud humilde  considerando a los demás como superiores a nosotros mismos.

Aun cuando Jesús estaba sometido a las tensiones más severas, hizo la voluntad de su Padre. Hagamos “lo posible” por imitar ese espíritu de total sumisión a Dios que Cristo manifestó, teniendo en cuenta que Dios recompensará y respaldará esa disposición sincera. “Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto” (Proverbios 3:5-6).

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