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¿Puedo ser moral sin Dios?

Emunah

La moral es un conjunto de normas, valores y creencias ampliamente aceptadas como reglas de vida para dirigir o juzgar el comportamiento de los individuos de una sociedad. Su principio primordial es que “hay que practicar lo que está bien y evitar lo que no es correcto, aceptable o bueno” para conservar la estabilidad social y las buenas costumbres.

Todas las sociedades tienen un conjunto de conductas; e incluso las tribus más remotas, que se encuentran aisladas del resto de la civilización, se rigen bajo un código moral que les permite discernir entre lo bueno y lo malo. Esas normas nos indican como actuar correctamente para mantener la armonía social, los buenos valores, el bienestar y otros factores que buscan promover y estabilizar los derechos, responsabilidades y reglas de vida para el bien común.

Sin embargo, la historia ha dejado precedente de que la humanidad en su progreso, constantemente ha cambiado los estándares morales sobre diversos temas a conveniencia;  porque se guían por su propio y simple interés personal, es decir, en lo que es importante en ese momento para ellos. Al carecer de una brújula moral, no han tenido  un discernimiento tan correcto del bien y del mal; ya que depender tan sólo de los valores personales se vuelve problemático.

Construir un sistema moral fuera del conocimiento de Dios tan sólo resultará en un conjunto de principios que nos justificarán ante cualquier tipo de comportamiento. Las apreciaciones morales de cada persona son distintos, por lo que se hace difícil crear un patrón correcto según el cual podamos vivir todos, y estar seguro que estamos haciendo lo correcto.

En nuestros días, aún seguimos construyendo una conducta moral basada en la tolerancia y el conocimiento fuera de Dios. Lo vemos como un asunto privado, el cual no tiene que vincularse con Dios; ya que el hombre, por si solo, es capaz de legislar sus propias normas de buena conducta. Bajo el concepto que mientras nadie salga herido, no hay nada malo en que cada uno decida cómo actuar, se cae en lo inmoral; y se termina beneficiando a una minoría porque es muy difícil determinar un valor moral ecuánime, sin Dios.

Por ejemplo actualmente los valores del matrimonio están quedando obsoletos, porque nos están reeducando con el nuevo concepto de que la conducta sexual ilícita, libre de compromisos es lo más apropiado. Los valores morales tradicionales, y aquellos que provienen de un contexto bíblico están quedando fuera de cuadro; porque constantemente estamos siendo bombardeados en los diferentes medios de comunicación por la nueva permisividad moral imperante.

Esta libertad moral está afectando nuestras escuelas, hogares y en especial a nuestros niños. Con lo de la revolución de genero algunos niños entre 5 a 7 años han sido expuestos, en planteles educativos, a esta ideología; lo cual sólo les ha generado signos de confusión sobre su identidad. Eso se debe a que el ser humano establece y quebranta leyes morales por no tener establecido los parámetros que rigen nuestra existencia y las condiciones para la vida.

Aunque hay personas que creen que no es necesario que Dios exista para ser una buena persona; lo cierto es que no cuentan con un modelo para su moralidad. Si el ser humano fuera el responsable de un código moral, el mismo carecería de una justicia que garantizaran imparcialidad y un trato equitativo para todos. Entonces, ¿de dónde debemos obtener nuestro código moral? Debido a que Dios es nuestro creador, la fuente de la vida, es lógico que acudamos a Él para que nos indique cómo actuar, en especial en un mundo caído, vinculado a hacer lo malo. 

La moralidad humana es vulnerable, manipulable y variable. Por eso tiene que haber un sistema moral superior para que tengamos una guía, y ese es el de Dios. Romanos 1 nos dice que no tenemos excusa alguna para negar su existencia; ya que sus atributos invisibles, su eterno poder y su naturaleza divina se hacen evidentes por medio de su creación. De acuerdo a Romanos 2 la ley moral proviene de un máximo legislador, Dios, que está por encima del hombre.

La Biblia nos otorga leyes, reglas o principios que claramente dan a conocer sus normas morales. Contamos con un cimiento firme para nuestras convicciones, valores y requisitos de conducta en la sociedad, en el hogar, y en las relaciones interpersonales. Estos estatutos morales y éticos fueron otorgados por un Dios que nos ama, quiere protegernos, enseñarnos el bien para el bienestar general, sin perjuicio de nuestra libertad de conciencia.

La creencia en Dios y su sabiduría es un requisito previo para ser una buena persona, para ser moral y tener buenos valores. Sin Él no tenemos un parámetro de lo que es bueno. Su amor  nos impulsa a obedecer de buena manera sus principios sabiendo que ellos contribuyen a nuestro beneficio y felicidad. “Los que tienen la sabiduría que viene de Dios, llevan ante todo una vida pura; y además son pacíficos, bondadosos y dóciles. Son también compasivos, imparciales y sinceros, y hacen el bien.” Santiago 3:17.

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