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De militares, territorio y narcotráfico

Divi Filius

El presidente electo Alejandro Giammattei tiene razón en un punto de sus recientes declaraciones. Ha sido un elemento de debate permanente si el retiro y modificación de las bases militares, la reducción del efectivo militar creó los incentivos perversos´ para que otros actores llevaran a cabo un ´corrimiento´ dentro del territorio nacional.  La reducción del ejército a raíz de las metas trazadas en los Acuerdos de Paz expuso el territorio nacional a la penetración del narcotráfico.  En términos generales el argumento es correcto y parte de reconocer una supuesta ´ley´ de carácter político: Cualquier vacío de poder que se produce, de forma natural o artificial, no queda sin ser llenado.  Ya sea por un actor formal o un actor no formal (en este caso actores no gubernamentales) los denominados ´vacíos´ de poder nunca quedan vacíos.

El mismo debate se ha sostenido en otros contextos latinoamericanos solamente que con añadidos de complejidad.  Por ejemplo, en México, se han sustituido cuerpos y cuerpos de seguridad tratando de buscar el mejor arreglo para poder hacer frente al problema de narcotráfico.  Se han utilizado policías civiles, ejército, marinos, y ahora la Guardia Nacional y el resultado muestra algo muy interesante: No se trata sólo de posicionar efectivos en el terreno sino de posicionar estructuras del Estado que tengan tecnología, sistemas de inteligencia y por sobre todo, mecanismos de confiabilidad.

No debe olvidarse el siguiente aspecto:  Cualquier estructura del Estado que se ´acerca´ al narcotráfico va a terminar siendo corrompida si no se encuentra blindada y preparada.  Precisamente por esta situación siempre se había argumentando que los ejércitos nacionales eran bastante importantes y preciados pata terminar siendo coludidos con el crimen organizado.  ¿La razón?  Los ejércitos no están originalmente diseñados para pelear contra el narcotráfico.  ¿La prueba?  La experiencia mexicana.  Un ejército de 200,000 efectivos, cuyo Estado a comprado cientos de miles de dólares a los Estados Unidos en términos de arsenal y con la influencia de varios cientos de asesores estadounidenses, colombianos etc…   Si, con todo esto, y al final, México no termina de encontrarle una respuesta al problema del narcotráfico.  De los cuerpos civiles de seguridad se puede decir lo mismo.  Poca inversión, poco entrenamiento y escasos mecanismos de confiabilidad.  Al final del día, tanto las fuerzas de seguridad civiles y militares han caído en las manos del crimen organizado.

¿Qué puede hacer un pequeño país como Guatemala?  Para empezar, tener este debate alejado de posiciones ideológicas y centrarse en los hechos.  Es correcto, el Estado debe volver a posicionarse en aquellos territorios donde perdió influencia y ganar de vuelta la lealtad ciudadana.  Pero esta medida, provee efectos al mediano y largo plazo.  Al corto plazo, es importante invertir en el equipo que permita ´complicarle´ un tanto la vida al crimen organizado.  Ahora, nada, ninguna inversión que se haga puede ser efectiva sin inteligencia.  Y para construir inteligencia, hay invertir también en tecnología que permita dar una lógica de lo que sucede en el territorio:  drones más la capacidad para  controlar los brutales puntos ciegos de las fronteras.

Una pregunta simple que el siguiente gobierno tendrá que determinar:  ¿ Está ya instalado en Guatemala el CJNG (cártel Jalisco Nueva Generación)?  ¿Abre esta situación un futuro escenario de conflicto o todos los grupos van a convivir de forma pacífica? .

Inteligencia, datos, y prospectiva es la clave previa, a la operatividad en el terreno.

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David Martínez-Amador

Becario Fulbright del Departamento de Estado Norteamericano. Politólogo, UMASS-Amherst. Investigador Social en las áreas de Consolidación Democrática, Crimen Organizado Transnacional, e impacto del crimen transnacional en la gobernabilidad democrática. Miembro de la Red de Investigadores Latinoamericanos por la Paz y la Democracia ÍNSUMIISOS´ con sede en Ciudad de México. Profesor universitario y consultor. Ha trabajado en Centroamérica, México, Estados Unidos y Canadá.

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