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Te amo a mi manera

Emunah

Cuantas veces habremos escuchado esta frase “te amo a mi manera” ¿Qué significa amar a mi manera? ¿Significa que amo de una manera incompleta? No necesariamente, ya que el amor puede percibirse de distintas maneras y cada quien tiene su forma de demostrarlo. Por ejemplo hay personas que lo demuestran con besos, caricias, abrazos; y hay otras que con muchos detalles, regalos o con palabras.

Lo que si es importante es que cuando uno por fin encuentra su media naranja hay que amar de una manera auténtica que va repleto de todo lo mejor de nosotros; y eso incluye atenciones, detalles, cariño, respeto, fidelidad y un amor tan profundo y desinteresado que te hace anhelar con todo tu corazón el compartir todos los días de tu vida con ese ser amado y hacerlo inmensamente feliz.

Juan 3:16 contiene una de las declaraciones más sorprendentes de un amor eterno e incondicional: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Ese es un amor a la manera de Dios, un amor tan inmenso, tan profundo y firme que asegura que nadie y nada puede separarnos de ese amor y por ello tenemos garantizada la vida eterna.

El amor de Dios es un amor inigualable, que va más allá de las atenciones, del cuidado, y otras necesidades físicas; ya que incluye las cosas espirituales. Es un amor genuino que involucra el abandonar toda su gloria divina y majestad, y voluntariamente humillarse a sí mismo convirtiéndose en siervo de su propia creación; para luego entregar sin reservas su vida por nuestra salvación. Tomo nuestro lugar por amor a nosotros; un amor sacrificial, verdadero, tierno, compasivo y lleno de perdón.

Amar es entregarlo todo, implica sacrificios y conlleva riesgos; pero todo eso lo asumimos voluntariamente cuando realmente amamos con el corazón. La Biblia nos enseña que el verdadero amor no se traduce tan sólo a un sentimiento, o a un conjunto de sentimientos o gustos; sino a una convicción que conduce a la acción de expresar este amor en todo tiempo, en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad.

Dios nos ama de una forma especial, de una manera definitiva y única, “a tal manera”que dió a su hijo unigénito para nuestra salvación. Dios nos hizo únicos, con errores y con virtudes; por lo que tenemos nuestra manera exclusiva de ser. Así que “amar a tu manera” no es tanto el problema; ya que cada uno de nosotros tiene una forma genuina y especial de amar. El problema consiste en que no seamos capaces de amar de una forma que honre a Dios. Amar de tal manera que reflejemos la gracia y misericordia de Dios a todos; honrando, siendo fieles, considerados, comprensivos, cuidando las necesidades y el bienestar de nuestra pareja.

Dios nos brinda excelentes consejos que pueden ayudarnos a cultivar esa clase de amor que no busca su propio interés; sino al contrario fortalece las relaciones y nos impulsa a superar, juntos como parejas, un sin número de dificultades. Se necesita tiempo, esfuerzo y convivencia para conocerse y comprenderse a tal forma de literalmente convertirnos en “una sola carne”. Por eso es tan importante la guía divina, para que en el proceso de construcción de una relación sólida podamos afrontas las adversidades con madurez y discernimiento.

Así que “te amo a mi manera” no se trata de un amor egoísta y materialista; ni de esas historias, tan apasionadas y tan decadentes, que nos muestra la pantalla. En realidad se trata de una construcción diaria que requiere del amor de Dios, confianza, solidaridad y entendimiento mutuo para crecer. Esa unidad y anhelo de beneficiar al ser amado no es algo automático, especialmente después de que la humanidad cayó en pecado, por eso mismo necesitamos la intervención de Dios.

Sólo Dios puede darnos un matrimonio con un amor auténtico y sincero. Sin Dios, una legítima y plena unidad no es posible; por eso la palabra nos dice que es imposible amar sin conocer a Dios, ya que él es Amor. La comprensión de ese amor aumenta a medida que llegamos a conocerlo por medio de su Palabra, y la ponemos en práctica. Así que, si Dios es el centro de nuestro matrimonio mantendremos activos sus consejos y de este modo seremos capaces de unir dos corazones, dos vidas, y dos distintas personalidades en una misma.

“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad.” 1 Corintios 13:4-6.

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