La popularidad de un PDH impopular
Barataria
La figura del Procurador de Derechos Humanos, Ombudsman o Defensor del Pueblo ha sido creada por los Estados para que represente y defienda los intereses de todos los ciudadanos frente a los abusos que pueda causar el poder público para coartar los derechos elementales. Pese a que su designación es promovida por el Congreso de la República se asume que su independencia en la función que desempeña no deberá estar limitada más que a no cometer los mismos abusos que pretende combatir, ya que si no se hace de esta manera evidentemente no tendrá éxito en su función.
En los últimos meses hemos visto como el Procurador de Derechos Humanos ha sido cuestionado por un grupo de congresistas lo que ha causado especial revuelo ya que se ha producido un verdadero enfrentamiento entre Diputados y Procurador que ha sido ventilado incluso en los medios de comunicación con dimes y diretes que en realidad no aclaran ninguna situación. Las graves acusaciones de gastos excesivos que se le hacen al Licenciado Jordan Rodas, son respondidas por este con acusaciones de excesivos gastos de los Diputados, lo cual es incorrecto porque no puede defenderse de las acusaciones de malos manejos sin aclarar sus propias cuentas, porque eso equivaldría a decir “ustedes hacen malos manejos yo también” aceptando los hechos con descalificaciones, cuando en realidad lo que debe hacer como un Magistrado de Conciencia es aclarar sus cuentas puesto que de otra manera se encuentra en una situación muy comprometedora.
El Licenciado Jordán Rodas desde que tomo posesión como Procurador de Derechos Humanos, se convirtió en una figura controversial, por presentar una serie de amparos en favor del Comisionado Iván Velásquez y de la CICIG, puesto que los Magistrados que los resolvieron cargarán con tal responsabilidad. Sin embargo el error fundamental del Procurador de los Derechos Humanos es una ilegítima monopolización que ha hecho de los Derechos Humanos para alegar su protección únicamente en favor de un grupo de personas y no de todos los seres humanos que habitan en el territorio nacional, sus pronunciamientos dependen mucho de quien sea la víctima de tales violaciones a derechos humanos y eso demerita totalmente su función.
En realidad el Licenciado Jordán Rodas perdió casi desde su elección la oportunidad única que tiene esta clase de funcionarios de ser imparciales y servir como mediador en los conflictos entre la población y el Estado. Tomó abiertamente partido a favor de un grupo, lo cual es innecesario en ese puesto porque causa una deslegitimación en su función que es imposible de reparar posteriormente. Pudo haber sido el mediador en el conflicto claro que se dio entre CICIG y Jimmy Morales, pero como tomó partido desde el principio pues nada pudo hacer luego ya que se hizo al lado de un grupo de personas de manera pública, manifestando su apego a ellos, comprometiendo la independencia que él mismo ahora quiere hacer valer frente al Congreso de la República.
Tenemos un Procurador de Derechos Humanos que llegó al extremo de justificar bloqueos en carreteras, participar en manifestaciones de grupos con intereses particulares, atender con prontitud aquellas solicitudes de personas con quien comparte su perfil ideológico, recuerdo muy bien cómo se desplegó un grupo de personas de la PDH frente al congreso cuando una empleada de ese organismo sin intención provocó la caída de un anciano, sin embargo hay personas muriendo por mala atención de los hospitales y nunca vemos a la PDH ni una condena del señor Procurador y para colmo de males, nunca ha aclarado por el bien de la misma institución que representa las graves acusaciones de malos manejos de recursos que incluso alcanzan a su esposa a la que se le acusa de tener hasta cuatro vehículos a su servicio, acusaciones estas ciertas o no tiene la harta obligación de aclarar; sin embargo en un programa radial se limitó a ignorar estas acusaciones.
Todos estos aspectos, como los mencionados anteriormente, ponen en realidad, en una situación muy delicada la institución del Procurador de Derechos Humanos, principalmente porque cuando conviene a unos intereses muy particulares actúa de una manera más que proactiva en procura de hacer ver las violaciones a derechos humanos. Siempre he criticado la forma en que los derechos humanos han sido monopolizados por unos grupos haciéndolos ver como propiedad de unos que piensan de una manera, cuando en realidad son derechos de todos los seres humanos. Aun la misma Corte Interamericana de Derechos Humanos, que es llamada a ser imparcial, termina siendo parcializada en sus condenas. Sin embargo, la imparcialidad del Procurador de Derechos Humanos es fundamental para que el Poder Público cumpla su función y se asegure que no violen las garantías más fundamentales de un ser humano, pero si cuando hay una denuncia de violación a los derechos humanos primero vemos quien la comete y a quien se la cometen para actuar estamos ante un gravísimo precedente porque en realidad una institución como la Procuraduría de Derechos Humanos se ha convertido como otras, en un instrumento de impunidad y vergüenza.
Tener un Procurador de Derechos Humanos ávido de protagonismo y que quedar bien con un sector de la población hace que este país no tenga un norte moral, porque precisamente el PDH es un Magistrado de Conciencia, es decir que su función se subsume a condenar a aquellos funcionarios que actúan en contra de preceptos formales de aplicación práctica como son los Derechos Humanos, si el Licenciado Jordán Rodas sigue la línea que se ha trazado para hacer una actuación parcial, estará sentando un precedente nefasto. Lo primero que debe hacer es aclarar públicamente todo aquello de lo que se le acusa sobre malos manejos y no terminar como otros funcionarios que esperan que haya otras noticias para que “se enfríe” las acusaciones y se le olvide a la población, porque eso dejará mucho que desear y con esto pueda empezar a ser imparcial e irreprensible, dos condiciones necesarias para lavarle la cara a la institución del Procurador de Derechos Humanos.

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