Columnas

Educación e igualdad

Nueva Sociedad

En el actual contexto Latinoamericano las diversas protestas sociales demuestran cómo las movilizaciones y los conflictos políticos son mecanismos de presión para exigir la ampliación de los derechos humanos y la disminución de las históricas injusticias sociales. Las protestas arremeten contra las desigualdades y muestran cuánto son de desiguales estas sociedades. Para la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) la inversión social en salud y educación mejora la distribución de la riqueza que se refleja en el grado de concentración de la riqueza por medio del Índice de Gini. Esta inversión neutraliza el aumento de la desigualdad en los países. Se da un mayor equilibrio social, los gobiernos tienen un papel redistributivo que disminuye la desigualdad. Con políticas correctivas se genera empleo, consumo e inversión social.

En Guatemala el Artículo 74 de la Constitución Guatemalteca de 1985, dentro de sus responsabilidades el Estado debe garantizar la equidad a todos los guatemaltecos. Los Acuerdos de Paz (1998) conciben esta equidad como el Acuerdo sobre La Identidad de Derechos de los Pueblos Indígenas (1995) que es interpretado como la vía para desarrollar y profundizar los derechos de una educación bilingüe e intercultural, con la búsqueda de normas de tolerancia e igualdad, para poder construir una sociedad justa e igualitaria para todos. La interculturalidad como la nueva utopía pedagógica para el siglo XXI propone que el fortalecimiento de las identidades culturales solo es posible por medio de un sistema educativo que con procesos formativos los relacione con la comunidad y la familia. Esta perspectiva de igualdad concuerda con la concepción de la UNESCO (2015) de “poder vivir juntos”, con el concepto de la compasión de Rousseau, con el diálogo de Paulo Freire, y con la forma de relacionarse con el mundo y con los otros de Leonardo Boff, para quién, además se aprende durante toda la vida y mediante todas las formas de vivir.

La educación como política de Estado debe reunir las aspiraciones de la nación capaz de superar todas las dificultades y limitaciones de los sectores a los cuáles se quiere desarrollar prioritariamente, pues aún a estas alturas del siglo XXI el Estado solo atiende al 15% de la población que requiere una educación intercultural bilingüe. Autores como Emilio Lledó y Carlos  Fuentes (2018) consideran además que para un país “la educación es el más productivo capital para el progreso” y que “la educación es un proceso interminable de adquirir conocimiento”. De ahí su centralidad en la esfera social y económica como generadora de igualdad porque según Fuentes, ningún proyecto de desarrollo nacional prosperará sin la base educativa, sin la escuela, sin el maestro y sin el alumno, en donde la información esté al alcance de todos en cualquier momento. Es lo que garantiza el principio de inclusión, ya que la educación en la sociedad de la información es un factor de igualdad social y de desarrollo personal, y un derecho básico dado el enorme avance que están experimentando las tecnologías de la información y de la comunicación en todas las áreas del conocimiento.

Para Jordi Adell (2001) la educación en la sociedad de la información es un factor de igualdad y un derecho básico, y no solo un producto de mercado. Y que lo grupos de riesgo social deben ser objetos de acciones positivas por parte de los poderes públicos para formar a los niños para el futuro.  Con la globalización, en la educación se impone como una forma para lograr la igualdad, el trabajo en equipo en donde cada uno sea uno más y se sienta igual a los demás como una forma colectiva para el aprendizaje de solución de problemas, la superación de la conflictividad y la cooperación. Para Gimeno Sacristán (2001) la escuela pública es una apuesta a favor de la igualdad al posibilitarle acceso a la educación a quienes no tienen recursos propios y porque en ella tienen cabida la diversidad de estudiantes. Es un modelo más integrador de las diferencias manteniendo los niveles de calidad para no quedarse atrás de las escuelas privadas.

Para Antonio Bolívar (2008) la escuela debe de transformarse en un centro de cultura que se proyecte y de esa manera articule el sentimiento comunitario orientado a construir una mejor sociedad con la educación como un medio fundamental para superar la pobreza, mejorar la integración social, el desarrollo económico, y superar el verticalismo social según Freire.

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