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Va, pensiero

Editado Para La Historia

Año 1842. Teatro La Scala de Milán. El afamado compositor de ópera, Giuseppe Verdi, estrena una nueva ópera: Nabuconodosor, nombre inspirado en el rey bíblico de Babilonia. Posteriormente será conocida sencillamente como Nabuco.

Sin lugar a dudas, Verdi es el más importante compositor de ópera que nos ha regalado Italia. Su obra consta de 28 óperas y, si bien no era un hombre particularmente católico, también al final de su vida incursionó en la creación de un réquiem y de otras obras de carácter litúrgico.

Para 1841 Verdi había perdido a su esposa y sus dos hijos. Entró en una gran depresión. Con el dinero que le habían aportado las óperas que ya había escrito decidió retirarse y vivir de sus rentas. Es entonces que por casualidad cae en sus manos el libreto de esta nueva ópera. Es después de Nabuco que comienza la época más gloriosa en la creación de Verdi. La soprano más importante de La Scala en ese momento era Giuiseppina Strepponi. La partitura para el personaje de Abigail de Nabuco fue escrita pensando en su tesitura de soprano dramática de coloratura. Al terminar la presentación se hicieron amantes y posteriormente se casaron.

El tema de Nabuco trata sobre el período en que los judíos fueron dominados por los babilonios y llevados a esta tierra en calidad de esclavos. Fueron los babilonios los que destruyeron el primer templo de Jerusalén. Ya los judíos habían soportado la esclavitud a manos de los egipcios y de los asirios y después de persas, macedonios y los romanos quienes obligaron al pueblo de Israel a un gran éxodo y diseminarse por los cuatro puntos cardinales tras su derrota en la Gran Rebelión judía contra los romanos. Después vendrían la inquisición, los progromos rusos, las falsas acusaciones de envenenar las fuentes de agua para causar epidemias de peste, la expulsión de España por los Reyes Católicos y, claro está, las tesis supremacistas de Adolfo Hitler. Cuatro mil años de historia sin ser por nadie doblegados y reivindicando su derecho a regresar a Jerusalén.

Pero volvamos a Italia, Verdi y Nabuco. En artículos anteriores he dicho que en época del imperio romano existió una provincia llamada Italia y que después de la caída de dicho imperio se produjo una gran división en dichos territorios. A partir de la aparición de la Divina Comedia de Dante Alighieri, con la creación del idioma italiano moderno, comenzaron movimientos más o menos fuertes de unificación de todos los territorios que ocupaban la bota: los Estados Pontificios, reinos, repúblicas, ducados y grandes ducados. Todos compartiendo el suelo italiano y cada cual velando por sus intereses.

Después del advenimiento de la revolución francesa en todo el mundo se dieron movimientos nacionalistas. No olvidemos que de esa época datan las guerras de independencia de las colonias españolas en América. También en Europa hubo un gran movimiento de emancipación nacionalista. Dentro de este contexto lo más natural era que Italia quisiera lograr su unificación. Detractores hubo muchos, pero con la firme posición de Giuseppe Garibaldi, Víctor Manuel, de la Casa de Saboya, fue coronado como Víctor Manuel 1ro de Italia en 1861.

Nabucco, ópera en cuatro actos, tiene un coro al final del tercero cantado por los esclavos judíos retenidos en Babilonia que añoran su lejana Judea. Está inspirado en el salmo 137. El pueblo italiano reconoció en este coro un llamado a la libertad de todo el norte de Italia que, a la sazón, formaba parte el Imperio austrohúngaro y un apoyo manifiesto a la unificación italiana. De inmediato se convirtió en un verdadero himno.

Ve, pensamiento, con alas doradas,
Ve, pósate en las lomas, en las colinas,
donde exhalan tibios y suaves
los aires dulces de la tierra natal.

El apellido Verdi fue incluso utilizado como acrónimo de Vittorio Emanuele Re D’Italia. Verdi murió a la edad de 88 años por todos venerado y querido. El pueblo italiano aún adora a Verdi.

Les invito escuchar por el canal YouTube alguna de las muchas versiones que existen de esta maravillosa obra para deleitar oído y alma, conocer el valor de la libertad perdida y el dolor del exilio.

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Franck Antonio Fernández Estrada

traductor, intérprete, filólogo ([email protected])

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