Columnas

Combatamos a los corruptos

Petardo

La corrupción política se refiere a los actos delictivos cometidos por funcionarios y autoridades públicas que abusan de su poder e influencia al hacer un mal uso intencional de los recursos financieros y humanos a los que tienen acceso, anticipando sus intereses personales y/o los de sus allegados, para conseguir una ventaja ilegítima generalmente de forma secreta y privada. El término opuesto a corrupción política es transparencia. Según Hernández Gómez (2018), la corrupción se define como «toda violación y/o acto desviado, de cualquier naturaleza, con fines económicos o no, ocasionada por la acción u omisión de los deberes institucionales, de quien debía procurar la realización de los fines de la administración pública y que en su lugar los impide, retarda o dificulta». Por esta razón se puede hablar del nivel de corrupción o de transparencia de un Estado legítimo.

Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el uso ilegítimo de información privilegiada y el patrocinio; además de los sobornos, el tráfico de influencias, la evasión fiscal, las extorsiones, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el caciquismo, el compadrazgo, la cooptación, el nepotismo, la impunidad y el despotismo.  La corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como el narcotráfico, el lavado de dinero, y la prostitución ilegal, aunque por cierto, no se restringe a estos crímenes organizados, y no siempre apoya o protege otros crímenes. Para entender la relación entre la corrupción y los derechos humanos, es necesario considerar que los Estados tienen 4 obligaciones en materia de derechos humanos, la primera es “Respetar” que implica no interferir con o poner en peligro la satisfacción de los derechos humanos. Esta obligación se cumple por parte del Estado por medio de abstenciones y se violenta a través de acciones.

El Estado debe abstenerse de, por ejemplo, torturar o privar ilegalmente de la libertad. La segunda es” Proteger”, la cual recae en los agentes estatales conforme a sus atribuciones, para crear el marco jurídico y la maquinaria institucional necesaria para prevenir las violaciones a derechos humanos cometidas por el aparato estatal. La tercera es, “Garantizar”, referente a mantener y asegurar el disfrute de los derechos humanos, así mismo, se encargará de mejorarlos y restituirlos en caso de violaciones, Y la cuarta “Promover” que significa que los agentes estatales tienen la obligación de proveer a las personas toda la información necesaria para asegurar que sean capaces de disfrutar y ejercer sus derechos humanos.

La corrupción se está convirtiendo en cáncer que afecta a la economía, hiere la credibilidad de las empresas y de los emprendedores, desalienta la atracción de inversión y talento y debilita todo intento de proyectar internacionalmente. Hay que tomar conciencia de la importancia de crear una cultura de tolerancia cero con la corrupción y de su complejidad, de sus raíces sociales. En Guatemala se debe exigir Transparencia radical, total y digital de la información pública. Independencia y potenciación de la auditoría pública.  Más jueces y más recursos judiciales contra la corrupción. Inspección fiscal-laboral y guerra total a la economía sumergida. Financiación real de los partidos políticos. Guerra total a los paraísos fiscales.

Es importante que tanto los que gobiernan el país y el pueblo en general tomen una decisión de combatir a los corruptos en general. El gobernante debe dar el ejemplo que combate la corrupción y que está decidido a cumplirle al pueblo que lo eligió que cumplirá con una de sus tantas obligaciones. La procuraduría de Derechos humanos debe preocuparse mas de sus obligaciones y dejar de viajar tanto, descuidando a la población desprotegida. El Organismo judicial debe de revisar sus leyes y actualizarlas exigiendo mas independencia de los tres poderes del Estado. El organismo Legislativo debe de actualizar las leyes y velar de proteger a la población guatemalteca y no que les sirva a los diputados para ser algunos corruptos. No olvido lo que escuche de patojo: “muerto el chucho se acabo la rabia”.

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Leonel Guerra Saravia

Médico y cirujano con maestrías de ciencias sociales, política, relaciones internacionales y filosofía.

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