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De la “diplomacia climática” a una verdadera acción por el planeta

Lugar Hermenéutico

Hace 27 años desde que se celebrara la primera cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992, con el objeto de adoptar un programa de acción sobre medioambiente para el siglo XXI.  Esto marco un hito en la historia, un antes y un después dado que fue en ese momento cuando se conformo la Convención Marco de las Naciones Unidos sobre Cambio climático, a la cual se han sumado alrededor de 200 países a la fecha.

En 1995 se celebro la primera COP en Berlín, donde se decidió preparar y aprobar por primera vez un convenio mundial conocido como el Mandato de Berlín.  El siguiente hito tuvo lugar en la tercera COP en 1997 en Kioto con la aprobación del Protocolo de Kioto.  El primer gran acuerdo mundial sobre cambio climático donde se definió la reducción de gases de efecto invernadero en un 3.2% para los países desarrollados.

Pero el protocolo de Kioto tiene fecha de caducidad el próximo 31 de diciembre del 2020, por ello la COP 15 realizada en 2009 en Paris tuvo un carácter urgente por aprobar un nuevo acuerdo entre los países miembros al que se llamó Acuerdo de Paris.  Un Acuerdo que se ha ido conformado y concretando en posteriores conferencias como la COP23 realizada en 2017 en Alemania, donde se avanzó en el programa de trabajo y se definieron las directrices para su aplicación a partir de 2020.

En función de lo anterior merece la pena preguntarse que tan efectivos han sido los acuerdos firmados en estos más de 25 años de negociaciones globales del clima, por llamarle de una manera, que grado de efectividad ha tenido y cual es el compromiso de las mayores economías y sectores que generan gases de efecto invernadero en el mundo, pues hasta el día de hoy solo la aviación civil internacional por conducto de la OACI ha planteado un esquema serio de implementación para neutralizar las operaciones de carbono del sector aéreo a partir del 2021 al que han denominado como CORSIA.

Entre los días 2 y 13 de diciembre en España se esta celebrando la edición 25 de las COP, en una nueva cita convocada por Naciones Unidas.  Se espera que al evento asistan alrededor de 25,000 personas provenientes de más de 200 países para seguir conversando, negociando y planteando las medidas que se han de tomar para poner solución a la situación de emergencia climática en la que nos encontramos hasta ahora.

Sin embargo, no sirve de mucho plantear soluciones en papel sin un compromiso político de las grandes potencias que generan la mayor cantidad de emisiones de carbono en el mundo.  Esta contradicción hace necesariamente evocar al gran cosmólogo estadounidense Carl Sagan quien anoto en su libro Un Punto Azul Pálido.

“Las moléculas son ingenuas, los venenos industriales, los gases de invernadero y las sustancias que atacan la capa protectora de ozono, dada su abismal ignorancia, no respetan fronteras, se olvidan de la noción de la soberanía nacional. Y así, a causa de los casi míticos poderes de nuestra tecnología y de la prevalencia del pensamiento a corto plazo, estamos empezando —a escala continental y planetaria— a representar un peligro para nosotros mismos. Evidentemente, si se pretende resolver esos problemas, ello requerirá que muchas naciones actúen coordinadas durante muchos años.”,

Ojalá que en la presente COP la actuación sea tan contundente como los discursos que anualmente escuchamos en lo que podría llamarse la “diplomacia Climática”.

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