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El escondite de monjas que se volvió ícono guatemalteco

Viajando Por Guatemala

El Arco de Santa Catalina es uno de los monumentos más importantes de Antigua Guatemala ya que no solo enaltece los rincones de la ciudad colonial, sino que encierra un legado histórico que atrae a miles de personas todos los años. Y es que la Parroquia de Santa Catalina no solo es uno de los atractivos turísticos de Guatemala por excelencia para quienes visitan Antigua, sino que encierra toda una simbología y un pasado histórico lleno de secretos.

Los datos que se tienen apuntan a que se construiría allá por el siglo XVI, aunque lo cierto es que se ha reconstruido varias veces a lo largo de su historia (en el año 1692 y en 1740). El Arco de Santa Catalina de la Ciudad de Antigua tiene una historia muy singular que te detallamos a continuación:

Simbología y secretos de la Parroquia de Santa Catalina

En el año 1609, 4 monjas que procedían del “Convento de la Inmaculada Concepción de María Virgen” serían las encargadas de establecer el Convento de Santa Catalina Mártir. Las monjas que residían en el convento hacían una vida de reclusión. Debido a los votos que habían contraído, no tenían permitidos salir a la calle… ¡Ni tan siquiera se les podía ver desde el exterior!

Con el paso del tiempo, y debido a la cantidad de monjas que serían admitidas en el Convento, el espacio empezaría a quedarse pequeño. Fue en ese momento cuando se solicitaría permiso para ocupar un espacio que estaba ubicado enfrente del convento, aunque no sería hasta el año 1693 cuando este permiso fue concedido.

Se pidió entonces cerrar el paso peatonal en la Quinta avenida Norte, entre la primera y la segunda calle, para que las monjas pudieran transitar sin incumplir con las estrictas reglas impuestas en sus votos.

No obstante, teniendo en cuenta los votos del convento, también se solicitaría cerrar la calle para unir los 2 espacios, aunque esta solicitud sí que sería denegada.
La solución fue la siguiente: crear un puente en forma de arco, con el objetivo de que las monjas pudieran pasar de un lado a otro, cumpliendo con el voto de que nadie del exterior las pudiera llegar a ver.
Debido a esta singular historia, se le conoce como el Arco de Santa Catalina.

La tradición oral hablaba de un misterio muy singular en el Convento: hablaban de un pasadizo secreto que uniría la fortificación de Santa Cruz de La Palma y el Convento. En el año 2018 se encontraron vestigios de lo que podía haber sido este pasadizo y, hoy en día, todavía se trabaja en poder descubrirlo.

A lo largo del tiempo, el arco ha estado sujeto a los caprichos de las inclemencias del tiempo, aunque nada lo dañaría tanto como el terremoto de Santa Marta, ocurrido el 29 de julio de 1773. El arco tuvo que se arreglado y, para ello, se construiría una pequeña torre con un reloj Lamy Amp Lacroix, reformación que se desarrollaría con lentitud hasta 1776.

Luego de este 1776 el convento sería algo abandonado debido al traslado de la capital hacia el Valle de Ermita. Y es que desde 1543 estos emplazamientos albergaban la capital guatemalteca.

En la actualidad, el Convento es un hotel colonial. Aun con los misterios que tiene que revelar, el arco es un destino turístico e icono de la ciudad del que todavía quedan muchas cosas por desentrañar.

Como curiosidad, las columnas que dan forma al arco siguen estando en pie debido a su gran resistencia. En la actualidad este lugar histórico sigue estando cargado de magia y tiene a su alrededor, de acuerdo con los datos del medio turístico Lánzate y Viaja, distintos sitios para poder hospedarse cerca.

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