El impuesto a las remesas 2020

Sueños…

Guatemala se enfrenta de nuevo a las esperanzas de un cambio. Que la transformen de una de las naciones de peor desarrollo económico y social del mundo, hacia una nación solidaria, progresista y competitiva.

Sin embargo, los fantasmas del pasado no la abandonan. Un reto es la expulsión de chapines desde los Estados Unidos. En una nota periodística (https://www.estrategiaynegocios.net/lasclavesdeldia/1344929-330/guatemaltecos-deportados-desde-eeuu-alcanzan-cifra-récord-en-2019#.XgjYBvwCBqk.whatsapp), se menciona que la administración norteamericana expulsó en el 2019  54.548 guatemaltecos, en el 2018, expulsó a 51.376, es decir, se están echando de la unión norteamericana un promedio de 55 mil personas al año. La cifra seguirá creciendo anualmente, y podría llegar a un máximo de 60 mil. Como los problemas fundamentales de pobreza, falta de empleo, falta de educación y alimento en el cuadrante del norte no tienen solución, la migración seguirá adelante y la represión en Estados Unidos igual.

Las autoridades guatemaltecas pueden seguir actuando de forma indolente y no hacer nada para resolver los grandes retos de la sociedad. Sobre todo, porque paradójicamente la miseria del pueblo lo obliga a viajar hacia el norte, desde donde aumentan su productividad y envían anualmente enormes cantidades de dólares que le dan oxígeno a un sistema político obsoleto y corrupto. En forma increíble, las finanzas del gobierno ineficiente de Guatemala se nutren con la entrada ya casi de 10 mil millones de dólares. Cifra que supera las exportaciones poco competitivas del país. Sin embargo, el problema es que la administración yanqui ya olió la sangre y sí no se detienen las migraciones, y no lo harán, mientras no se realicen reformas en el gasto social, la tenencia de la tierra y el financiamiento de la pequeña y mediana empresa, entonces, el gobierno gringo aplicará unos tenebrosos impuestos a las remesas enviadas desde el norte.

2020 augura el reinicio de caravanas del triángulo del norte hacia la frontera del otro centroamericano México con Estados Unidos. Huyendo de la pobreza, la violencia y la falta de educación.

“Estados Unidos firmó acuerdos de asilo para extranjeros con los tres países centroamericanos, luego de que miles de emigrantes de esas naciones comenzaron el año pasado a salir en caravanas huyendo principalmente de la pobreza y violencia.” Pero, las autoridades de Guatemala no responden con las reformas estructurales anheladas. Y no se preocupan pues al paso de expulsar 55 mil chapines al año, Estados Unidos necesitaría más de 40 años para deshacerse de esos indocumentados. En realidad, más. Pues expulsa 55 mil y llegan 30 mil nuevos. Ya que en Estados Unidos viven cerca de 3 millones de indocumentados de la tierra del quetzal.

Si la migración no se detiene y el gobierno de USA aplica un impuesto a las remesas ¿qué pasaría? Primero, es oscuro el resultado; se impone el impuesto, el gobierno de Estados Unidos sacaría una buena partida de cerca de $900 millones, que podría emplear para combatir la migración; lo que no está claro sería: los migrantes seguirían enviando la misma cantidad de dinero, eso haría que el gobierno de USA tome 10% (por ejemplo), y a Guatemala solamente lleguen $8,500, lo que reduciría las divisas del país, afectando el consumo nacional y las remesas internacionales en poder del sector bancario; lo que a su vez tendría efectos sobre el tipo de cambio y los precios de los productos exportados.

A su vez, podría existir un impacto positivo. La devaluación de la moneda chapina podría motivas un aumento de las exportaciones y una disminución de las importaciones. También, la población que recibe remesas podría darse cuenta de que no pueden vivir eternamente de la limosna de los connacionales y tendría que invertir tiempo en el trabajo y el estudio. También los políticos verían una presión sobre sus privilegios.

Segundo, los migrantes deciden no enviar tanto dinero a Guatemala, para evitar que el gobierno USA se apropie de una parte de estos recursos. Caería drásticamente el ingreso de divisas al país, generando una crisis financiera del gobierno y provocaría la necesidad de generar reformas estructurales en el gasto social, la asignación eficiente de recursos y el cambio de productos exportables. Se tendría que redistribuir la tierra para provocar pequeñas y medianas empresas del sector agrícola e industrial competitivas.

Tercero, los migrantes deciden aumentar el envío de dinero, con el fin de mantener el mismo “ingreso” de sus familiares en Guatemala. En Guatemala no pasaría nada, todo seguiría igual. Al final el cansancio terminaría agotando a los migrantes que podrían concientizarse de lo ineficaz que es su envío de dinero al país. Tal vez podrían pensar en venir a invertir en negocios ellos mismos.

Cuarto, el gobierno de Estados Unidos se daría cuenta de una terrible realidad. El envío de dinero desde ese país a la región, y el envío de gente desde aquí hacia el norte son más grandes de lo perfilado, lo que provocaría una gestión más dura de la política migratoria.

En fin, la situación es caótica e impredecible.

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Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.