Columnas

Analicemos la corrupción

Políticamente Incorrecta

Todos los santos días pronunciamos o escribimos la palabra corrupción, pero escuchando y leyendo comentarios veo que no todo mundo tiene claro el significado. Así que trataré de resumirlo para los que tengan a bien leer y expandir sus horizontes, confirmar lo que ya pensaban o aclarar sus ideas.

El diccionario jurídico de la Real Academia Española de la Lengua define corrupción como el “comportamiento consistente con el soborno, ofrecimiento o promesa a otra persona que ostenta cargos públicos, o a personas privadas, a los efectos de obtener ventajas o beneficios contrarios a la legalidad o que sean de naturaleza defraudatoria”. Esta definición incluye aceptar sobornos, cohecho, tráfico de influencias, malversación, fraude y exacciones ilegales, actividades expresamente prohibidas por ley para funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones, anomalías en las transacciones internacionales comerciales, delitos sobre ordenación del territorio y urbanismo, nulidad de tratado, con premio, recompensa o regalo prohibido por la Ley. https://dej.rae.es/lema/corrupci%C3%B3n

Existe también una definición en el mismo diccionario de corrupción privada que reza que “tiene lugar cuando el valor de la dádiva es especialmente elevado, no se trata de una actuación ocasional, se comete en el seno de organización o grupo criminal, o cuando el negocio versa sobre bienes o servicios de primera necesidad”. https://dej.rae.es/lema/corrupci%C3%B3n-privada-de-especial-gravedad

En nuestro país, en resumen, es corrupto quien soborna a un funcionario público, y el funcionario que recibe o solicita ese soborno. Es corrupto quien malversa fondos públicos o mal utiliza cualquier cosa que sea propiedad del Estado, para lo cual, la persona tiene que tener bajo su responsabilidad el manejo de esos fondos públicos o de ese bien propiedad del Estado. Es corrupto el funcionario que abusa de su poder, y quien recibe o solicita tal abuso. Es corrupto el empresario que lava dinero mal habido, el narco, el mafioso, el marero, y bajo la definición anterior, el usurero.

Es decir, en el caso más común, que es el del burócrata, si hay abuso de poder, o hay alguna forma de compensación o dinero de por medio, existe corrupción. También existe el tema del abuso de poder que no necesariamente implica dinero.

Es corrupción malversar millones del erario público, como es corrupción robarse los materiales de trabajo de la oficina. Uno en mayor otro en menor nivel de gravedad, pero ambos actos de corrupción. Si un director, jefe de lo que sea, Ministro o el Presidente le dan trabajo a alguien que no está calificado para el mismo, también es corrupción. Quien contrata con el Estado por un bien o servicio ficticio, también incurre en corrupción. Dar mordida al policía, o los policías que la piden cuando se aprovechan de su placa, también es corrupción.

En un sistema republicano de verdaderos pesos y contrapesos, donde los tres (3) organismos del Estado se fiscalizan entre sí, donde existen reglas claras y leyes generales, es más difícil incurrir en corrupción. Si el gobierno es pequeño, las reglas lógicas y precisas, los procedimientos quitan al funcionario público su discrecionalidad y le obligan a acatar las reglas. Si los contrapesos funcionan, las penas por romper las reglas se aplican y pueden ser disuasorios para quienes tienen inclinaciones a delinquir.

La ausencia de Dios, la ausencia de principios y valores, la falta de noción de nuestra propia mortalidad, la ambición desmedida de unos y la absoluta complacencia y cobardía de otros, permiten que exista la corrupción. Mientras sea lucrativo hacer dinero sin trabajar, a costillas de los demás, mientras el resarcimiento y la burocracia injustificada exista, como modus vivendi paguen bien, mientras gente como la Reina del Sur salgan libres con lo que adquirieron ilegalmente, más creerán que el crimen paga. Eso, es la impunidad.

Con un ente sin fiscalización, no se logra nada. El poder absoluto, como demostrado una y otra vez en todos los puntos y formas dónde se ha dado, corrompe absolutamente. Es cuestión de principios, es cuestión de valores bien cimentados.

Curiosamente, no es corrupción oponerse a una Ley, denunciar anomalías por parte de funcionario o ente de gobierno, no es un crimen tener una opinión contraria a la de otros, ni es corrupción decir en voz alta lo que se piensa. Obvio, esto es abusado por quienes no saben hablar de argumentos y recurren al insulto o a la difamación, pero de todo hay en la viña del Señor. Para algunos vivir en democracia significa que sólo ellos pueden opinar, para mí, quiere decir que todos tenemos derecho a opinar y disentir, civilizadamente. Eso, siento decirles, no es corrupción.

TEXTO PARA COLUMNISTA

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Betty Marroquin

Licenciada en Relaciones Internacionales, especialista en el Congreso de los EEUU.