Mirilla indiscreta

¿Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre?

Mirilla Indiscreta

Lo planteo como interrogante, no como afirmación.

¿Es el retorno a la civilidad y el orden un parto que tiene que pasar por el autoritarismo o bien la anarquía que surge por la ausencia de gobierno debe liberar las fuerzas de la libertad sin límites?

Ninguno de los dos extremos debiera ser la respuesta correcta, cuando es la ley la única rectora y condicionante de la conducta humana.

La duda surge cuando El Estado de Derecho ha sido fracturado, como es nuestro caso, y la ley se transforma en un instrumento de dominación social y política sin marcos de referencia éticos mucho menos jurídicos.

Cuando la ley se transforma en un instrumento de dominación facciosa, nos obliga a su incumplimiento, como reacción natural y mandato constitucional, de protección individual y social recurriendo a la desobediencia civil y resistencia, desde la base y así luchar por la reconstrucción del Estado de Derecho y la República como expresión política de un régimen de legalidad.

Partiendo de cero, consecuencia de su propia inexistencia, apelando a la energía popular para reconstruir las formas civilizadas de convivencia social y restaurando el Estado.

Porque el Estado lo constituimos todos: La Población, El Territorio, El Gobierno y aunque hay especímenes a quienes el cuarto elemento les importa poco, La Soberanía lo constituye también y es fundamental.

Lo que no es correcto, es confundir Gobierno con Estado como que fueran la misma cosa, error frecuente entre quienes lejos de los conceptos jurídicos, confunden el continente con el contenido.

El Gobierno es el Representante Legal del Estado, incluso puede calificar su naturaleza política: Monarquía (Arabia Saudita); Monarquía Constitucional (España, Inglaterra) República (Ex Guatemala), pero nunca sustituirlo,

Es obvia la razón de ser de los otros elementos: La Población constituye el factor humano que construye una comunidad de intereses, en un territorio reconocido como propio frente a los demás Estados, con la capacidad de darse sus propias leyes, en ejercicio de esa Soberanía, territorial y política.

Cuando esos elementos se distorsionan, el más inquieto para esas travesuras es el gobierno, que entre la Tiranía y la Democracia puede hacer víctima a la población o incluso transar su soberanía jurídica y política a costa de fijar posiciones en perverso contubernio con poderes geopolíticos más poderosos.

Pero también la población cuando escoge el sistema democrático como forma instrumental para definir el ejercicio del poder político, frente a la ausencia o crisis de las instituciones responsables del manejo del Estado, puede romper el equilibrio de las relaciones entre el gobierno y la población y derivar en la forma más eficaz de destruir el Estado: La Anarquía, donde la ley pierde sentido y la Cordura Social se transforma en Locura Colectiva.

Esa convulsión generalizada, se transforma en el Estado Faccioso, dentro del cual las Reglas jurídicas que definen al Estado de Derecho, se funden en el crisol del desorden y desgobierno.

La República de Guatemala, se transformó en un Estado Faccioso cuando empoderando sobre los otros dos Organismos del Estado a una instancia del Sistema de Justicia, se Judicializó la Política y Politizó la Justicia.

Se destruyó la coexistencia republicana, se oficializó el rompimiento del Orden Constitucional sin ninguna consecuencia, y navegando entre el desorden y la crisis de autoridad, casi todo mundo hizo de su espacio un reino soberano sin límites y con matices impredecibles del libertinaje que antecede a la anarquía.

En esas circunstancias, pocas posibilidades quedan para restablecer el Estado de Derecho, sin recurrir al reacomodo orgánico de tres de los elementos fundamentales del Estado: La Población, El Gobierno y la Soberanía.

No me atrevo a señalar el elemento Territorio, que dependerá de la eficacia, inteligencia y rapidez con que se acepte y enfrente la crisis institucional, el mucho o poco riesgo que corra nuestra integridad territorial tal y como la conocemos.

La Población porque en libertinaje creciente, se resiste pero lo tolera por desconocimiento y hambre, a ver como se desmorona el poder sin reclamar todavía su parte.

Todos los sectores comienzan a constituirse en pequeñas repúblicas decididas a que se respeten y hacer valer los intereses que los mueven sectorialmente.

El Gobierno para sostenerse, sentirá la necesidad existencial de hacer efectivo el peso del ejecutivo absorbiendo cuotas de poder cada vez más aceleradas para restituir su autoridad minada aunque en grave riesgo de percibirse como un proyecto dictatorial.

Y la Soberanía como único recurso para devolvernos nuestra autonomía Jurídica y Política como República.

Tres las salidas que se vislumbran en la lógica de la Teoría Política

  1. Se acepta refundar el Estado de manera civilizada, restableciendo la legalidad electoral y la de sus autoridades, desobedeciendo los fallos judiciales ilegales, restituyendo la dignidad atropellada de Jueces y Magistrados y en base a esas acciones convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que busque en la Soberanía Popular la solución definitiva a esta crisis histórica.
  2. Se acepte y tolere la necesidad de un gobierno autoritario, con poca sensibilidad a las formas democráticas y tradicionales, con un mandato tácito para retornar al orden institucional a como dé lugar.
  3. Se da rienda suelta a las pasiones políticas y sociales que nos lleven a la confrontación y necesidad sentida de recurrir al rompimiento definitorio que nos devuelva la república y el orden en el país haciendo efectivas como consecuencia lógica, la primera y segunda numerales plantea.

Más seriedad y menos circo, reclama la política nacional para redimir a la patria.

Más ciudadanía y compromiso con los ideales de la libertad e independencia como sacrosanto alimento que nos fue robado.

TEXTO PARA COLUMNISTA

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Danilo Roca (Edmundo Deantés)

Jurista, analista político, luchador por la libertad.