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La libertad va de la mano con la obediencia

Emunah

Todos queremos ser libres para poder vivir nuestra vida sin ningún tipo de presiones, sin que nadie nos esté gobernando o limitando a poder hacer lo que deseamos. Aunque esa libertad es tan anhelada por el ser humano, y es un derecho que todos tenemos, nunca nadie puede gozar de una libertad absoluta. Vivimos en mundo con reglas, las cuales son necesarias para poder elegir de una manera responsable.

Si bien tenemos derecho a la libertad de expresión, no podemos prescindir por completo de las normas y valores. Si se ejerciera la libertad sin restricciones, todos se sentirían con el derecho de hacer lo que les da la gana y este mundo se convertiría en un caos. El significado de libertad no es querer actuar de la forma que yo quiera ya que, aunque suene incoherente para disfrutar de la verdadera libertad, la misma tiene que estar dentro de la estructura de las leyes para mantener el orden y evitar la anarquía.

Debemos actuar de una manera responsable, dentro del seno familiar, o dentro de una sociedad, ya que, si actuamos sin tomar en cuenta al resto de las personas, ni el orden establecido sólo hará que perjudiquemos a otros y a nosotros mismos; y eso ya no es libertad, sino que es no saber discernir lo bueno de lo malo. Por ejemplo, si no existiesen las leyes físicas que gobernaran el universo, la creación estaría en desorden. A nadie se le ocurriría decir que estas leyes que obran para el bienestar de la humanidad no deben existir porque le roban la libertad. ¿Qué pasaría si uno deliberadamente pasara por alto la ley de la gravedad y decidiera brincar de un rascacielos? Resultaría gravemente herido o quizás sin vida.

Dios en su infinita sabiduría ha impuesto diversos límites que nos benefician y protegen. Por lo tanto, ha dejado su palabra para guía del ser humano y sus leyes para gobernar el comportamiento social de la humanidad, un manual de vida que nos muestra el mejor camino para beneficio propio y el de la humanidad y así librarnos de nuestra propia destrucción. El nos muestra el camino, pero nos permite actuar por nosotros mismos, aunque no hagamos lo correcto y los resultados de esas acciones sean graves y perjudiciales para nuestra vida y salud.

Así que, aunque gozamos de libre albedrío, debemos estar conscientes que toda elección traerá consecuencias. Una elección que viola el orden correcto, las leyes justas, y los mandamientos de Dios se resume a un acto de desobediencia o a un delito. Cuando una persona obedece las leyes de Dios, disfruta de una libertad de escoger lo que es valioso, bueno y necesario y no simplemente lo que es placentero. “La ley de Dios es perfecta, y nos da nueva vida. Sus mandatos son dignos de confianza, pues dan sabiduría al sencillo, las normas de Dios son rectas y alegran el corazón. Sus mandamientos son puros y nos dan sabiduría.” Salmos 19:7-8.

En la actualidad, se habla mucho de igualdad y libertad. Muchos buscan liberarse de la opresión, la discriminación y la pobreza.; otros exigen libertad de expresión, y vivir como les parezca mejor y hacer lo que ellos quieran. Este mundo está impregnado del espíritu de independencia y desobediencia, todos quieren libertad sin darse cuenta de que al querer ser libres tan solo se vuelven esclavos de su propio egoísmo, y se destruyen entre ellos mismos.

¿qué sentido tendrían las normas, la moral y la ética, e incluso las leyes que castigan precisamente la falta de responsabilidad que va asociada a la libertad, si yo pudiera hacer todo lo que me viene en gana? Debemos ser responsables con la libertad que tenemos, como dice la Biblia “Todo me es lícito, mas no todo conviene; todo me es lícito, mas no todo edifica”;

al asumir nuestra autonomía, también debemos estar conscientes de lo bueno y lo malo que ello conlleva.

La libertad debe de ir de la mano con la obediencia a ciertas reglas. La cuestión es quién tiene el derecho de determinar qué reglas son justas, necesarias y razonables. Jesús nos mostró el camino, el dijo “Si ustedes obedecen mis enseñanzas…conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.” Jesús fue obediente a Dios hasta la muerte, sus actos siempre honraron sus palabras, y dio fiel testimonio que la obediencia a Dios es el camino a la libertad.

“Vivan como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.” 1 Pedro 2:16-17.

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