Maras: ¿Hay solución?

Divi Filius

Una tipología de crimen organizado que supera los veinte mil efectivos en términos de su membresía.  Son, en pocas palabras, un ejército ´privado´ que, por cierto tiene tanto miembros o más que el ejército guatemalteco.  Al mismo tiempo, poseen una capacidad de obtener financiamiento la cual coloca en desventaja a las estructuras de seguridad estatal que, con suerte, pueden asegurar patrullas con gasolina.  Si esta es la realidad que un país como Guatemala (y no por no decir el Triángulo Norte) vive.  En aportaciones anteriores he aludido a que una amenaza como las maras pondría a muchos de los Estados denominados ´de primer mundo´ contra las cuerdas.

Sin embargo, la diferencia radica en como lo naciones denominadas de ´primer mundo´ enfrentarían este tipo de amenaza.  Aquí, algunas consideraciones.

Primero:  No cabe duda que una sociedad madura llegaría a una conclusión madura.  La existencia de una realidad cómo las pandillas es un tributo al fracaso del modelo nación.  Una estructura económica incapaz de proveer condiciones que aseguren la dignidad así cómo un Estado corrupto y poco eficiente serían las razones fundamentales que alimentan el fenómeno de las maras.  La solución de largo plazo radica en la reforma del Estado y por sobre todo, en el diseño de políticas públicas que permitan reconstruir el tejido social.

Segundo:  El complejo problema del ´corto plazo´.  La reforma del Estado y la transformación del sistema económico no aseguran, de forma inmediata la solución de los graves problemas que a diario producen las maras.  La extorsión prácticamente afecta todos los rublos económicos imaginables (comercios, cafeterías, buses, micro-buses y un largo etcétera. ).  A eso, habría que agregar la extorsión que proveniente de las cárceles afecta a cientos de miles de hogares.  Agregado a esto, las maras han incursionado ya en el rublo del narcotráfico, tráfico de armas y sicariato.  ¿Cómo puede un Estado hacer frente a estas condiciones para reconstruir la vida normal de una sociedad?  La complejidad de las respuestas genera precisamente la desesperación que esencialmente ha llevado al debate con respecto al carácter de ´terroristas´ que las maras podrían tener.  Y si bien es cierto que algunos comportamientos, y conductas mostradas por las pandillas son fundamentalmente ´actos de terrorismo´ es imposible pensar que se les pueda hacer frente con las limitadas capacidades que la policía nacional civil presenta.  Por lo tanto, y lo repito otra vez, si de verdad hay un ápice de seriedad en la propuesta para abordar el tema de las pandillas lo primero que debe plantearse es la imperiosa necesidad de reconstruir la policía nacional civil.

Una vez reconstruida la misma, es posible pensar en dotar a las estructuras del Estado con los instrumentos necesarios para debilitar financieramente a estas estructuras.  Y debilitar financieramente a las pandillas requiere la capacidad de producir la inteligencia que permita perseguir la pista del dinero.  Y requiere además – y aquí la clave-  la voluntad del Estado para romper la complicidad que existe dentro el mismo Estado con las pandillas.  Porque el dinero producto de la extorsión es capaz de comprar la voluntad de muchos, incluso, dentro del Estado mismo.

¿Tiene solución el tema de las maras?  Lo tiene.

Pero es muy complejo. 

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David Martínez-Amador

Becario Fulbright del Departamento de Estado Norteamericano. Politólogo, UMASS-Amherst. Investigador Social en las áreas de Consolidación Democrática, Crimen Organizado Transnacional, e impacto del crimen transnacional en la gobernabilidad democrática. Miembro de la Red de Investigadores Latinoamericanos por la Paz y la Democracia ÍNSUMIISOS´ con sede en Ciudad de México. Profesor universitario y consultor. Ha trabajado en Centroamérica, México, Estados Unidos y Canadá.