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Teoría de la población: Malthus o Marx

Sueños…

Sigamos los pasos de la racionalidad económica. Base de nuestra vida social. La lógica económica afirma: el ser humano es racional, lo llamaremos agente económico, el agente económico actúa en dos papeles centrales. Como consumidor es racional pues siempre elige comprar el producto de mejor calidad a más bajo precio; como productor siempre escoge producir el producto de mayor calidad al más bajo costo. En presencia de condiciones de competencia siempre asigna los recursos de la forma más eficiente.

Ramón Tamames hace un exquisito resumen de la doctrina económica, como historia de la influencia humana sobre el planeta. Lo primero que se indica es que aparentemente los humanos tenemos una comprensión cada vez mejor de nuestra vida en el planeta. Estamos pasando de una visión de la economía como base de las formaciones sociales, hacia una visión eco-eco, es decir, económica pero teniendo en cuenta las realidades ecológicas.  Es decir, hemos avanzado desde la concepción centrada en el ser humano, la religión del humanismo, hacia una visión más integral de nuestra íntima relación con la naturaleza.  De la visión materialista del desarrollo como etapas del desarrollo de las fuerzas productivas: edad antigua, esclavitud, feudalismo, capitalismo y otro. Estamos avanzando hacia la comprensión de una sociedad centrada en el respeto al resto de vidas en el mundo.

En forma intensa, como acostumbra, Tamames indica que apenas estamos empezando a realizar una amplia revisión de los límites y las formas del crecimiento . Para Tamames esta discusión se inicia con La república, por Platón medio siglo antes de nuestra era. La visión del desarrollo como una serie de etapas, o modelos diríamos hoy, se comprende una visión optimista de los clásicos de la economía (Smith, Ricardo, Marx, Mill, Say, Quesnay). Estos economistas vivían en una sociedad ideal. Era el mundo de la ilustración, en donde el surgimiento de la ciencia y el conocimiento abrían las puertas a las esperanzas más ilustres del porvenir, se creía que el humano descubría los secretos de la naturaleza y la ponía a sus pies, provocando un mundo de igualdad, fraternidad y solidaridad. Con solamente 600 millones de habitantes se creía que todo estaba resuelto, el humano había descubierto el liberalismo, la libertad individual como base de la organización social democrática con base en mercados libres y competitivos. Las etapas del desarrollo humano nos llevaban hacia el futuro luminoso. Se inventó el concepto de países desarrollados. Si se parecen a la imagen de Inglaterra, Alemania o Francia son desarrollados, si no, pues se pueden llamar como quieran, subdesarrollados, en vías de desarrollo, atrasados, tercer mundo, etc.

Hoy, aquel sueño es una pesadilla, la población humana se multiplicó por 13, somos casi 7,800 millones, los recursos se agotan, provocamos calentamiento global, destrucción de las especies, sufrimiento de todos los animales, todo en menos de 250 años, en fin, el panorama es desolador.

Al final Thomas Robert Malthus, era el que tenía la razón, que ya en 1819, había propuesto la solución a nuestros problemas de hoy. Según este insigne economista si la población aumenta en forma geométrica y los alimentos en forma aritmética, eso dará como resultado que los alimentos serán insuficientes y los salarios, por la abundancia y competencia en el mercado laboral tenderán a estar por debajo de la media. Provocando hambre, pobreza y abandono de los mismos humanos. Basta ver hoy la migración hacia el norte, en América y Europa para corroborar esta visión clara del asunto.

Malthus, planteó que para resolver esta situación había que promover el control de la expansión demográfica, por la vía de la reducción de la natalidad y generar un contexto de estado estacionario. Para evitar los graves riesgos que se sufren, hoy, en América, África, Medio Oriente y Asia, es decir, evitar el hambre, epidemias, pestes, guerras, desolación cultural. Tamames afirma que de allí se puede inferir una segunda ley malthusiana: el impacto antrópico en la biosfera, o sea, la incapacidad de la biosfera de reciclar el impacto de la producción, consumo y acciones humanas.

Malthus menos optimista, está al lado de los que plantean que el tema no es idealista, de un ser humano benigno, sino es parte de las leyes de la naturaleza que hay que comprender y respetar. En ese sentido Tamames hace una reflexión alucinante, Malthus es el inspirador de la teoría del evolucionismo, concretadas por Russell Wallace y Charles Darwin. En ese sentido Tamames coloca a Marx junto a Malthus, Wallace y Darwin, entre las mentes preocupadas desde el principio en el impacto devastador de la acción humana de la economía moderna. Cita dos párrafos de Marx: “Las culturas, que se desenvuelven desordenadamente y no son dirigidas conscientemente, dejan desiertos a su paso.” Para recalcar: “En Londres, la economía capitalista no ha sabido encontrar mejor destino al abono procedente de cuatro millones y medio de personas que emplearlo, con gastos gigantescos, en convertir el Támesis en un foco pestilente”. (Citados por Tamames, pp.36-37)

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Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

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