Apelación patriótica a los electores y aspirantes para la Corte Suprema de Justicia y el OJ
Mirilla Indiscreta
Afirmaba el escritor Willian Payne refiriéndose a la ética de lo justo:
“Lo correcto es correcto, aunque todos se opongan a ello, y lo incorrecto es incorrecto, aunque todos lo apoyen”
En el momento crítico que vive nuestro país, pareciera que esta afirmación se ajusta a la incertidumbre en que la confrontación de las élites del poder en Guatemala, han situado a la justicia y su administración.
Frente al desconcierto de una población qué sumida en la desesperanza de la tormentosa subsistencia, se aparta de lo esencial que significa la justicia y su administración.
Esta debiera permanecer solvente de toda duda, para constituirse en garantía de la convivencia pacífica y organizada que define al Estado de Derecho y Régimen de Legalidad.
Se aparta la población de ese tema, porque considera que pertenece a la esfera de los abogados, jueces, administradores y operadores de la justicia, pero no significa nunca, que nadie la pueda privar, de tener su propia percepción, natural y genética, para diferenciar lo justo de lo injusto y lo correcto de lo incorrecto.
Pero en ese dilema irresponsable, de que transita entre lo injusto o incorrecto han colocado al Sistema de Justicia, la intervención extranjera y el complejo de incondicionalidad al coloniaje, de quienes careciendo de identidad nacional, lograron transformarlo en perverso y nefasto ejecutor de la disputa del poder político de la nación, atentando gravemente en contra de la idoneidad, certeza, ética jurídica, moralidad judicial pero especialmente a la JUSTICIA, con mayúsculas, que debe primar en la independencia judicial.
Independencia que está llamada a ser auténtica y sin opacidades vergonzosas, para conciliar intereses en pugna o resolver en el espacio de la justicia penal, al margen de intereses espurios, políticos o sectarios.
Esa premisa fundamental nos obliga a redimensionar la administración de la justicia en nuestro país, para recobrar la confianza de la sociedad en su certeza, transparencia, prontitud y cumplimiento.
Esa premisa fundamental nos exige apartar la justicia guatemalteca y su administración de la veleidosidad y tentaciones de los intereses comprometidos con objetivos despreciables.
Es este momento crítico de la historia del país posiblemente sea, la última oportunidad en democracia, para honrar y hacer trascender la sagrada función del Juez, Magistrado o digno operador de la justicia guatemalteca y también prestigiar la de sus electores.
Desjudicializar la política, y despolitizar la justicia marcándole un ROTUNDO ALTO a la intrusión extranjera perniciosa y esclavista y al servilismo nacional, debiera ser el signo de la nueva visión y misión de la justicia en Guatemala.
ES UN ACTO DE PROFUNDA CONTRICIÓN Y DESPRENDIMIENTO SEÑORES ASPIRANTES Y DIPUTADOS.
DESCARTEN LA OPORTUNIDAD DE TRAICIONAR A SU PUEBLO PRESTIGIANDO, ESPECIALMENTE, A AQUELLOS QUE LLEGARON POR LA VOLUNTAD ELECTORAL, SU SAGRADA INVESTIDURA.

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