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Los Amos del Mundo

Editorial

Hay dos historias: la historia oficial, mentirosa, la que se nos enseña. Y la historia secreta en la que se hallan las verdaderas causas de los acontecimientos; una historia vergonzosa. HONORÉ DE BALZAC (1799-1850), Las ilusiones perdidas.

Un club ultraselecto, ultraexclusivo, reservado a los más poderosos, donde la pertenencia al mismo viene avalada por cuentas bancarias, roles de poder, influencias militares, mediáticas, intelectuales, económicas y políticas. Una entidad supranacional, un grupo creado dentro de un sistema democrático multinacional pero de espaldas a él, por encima de él… Por encima del bien y del mal.

«¿Qué es un secreto?», le preguntaron en una ocasión a Henry Kissinger. A lo que el emigrante alemán que escaló las cumbres más altas del poder en Estados Unidos respondió: «Un secreto es lo que uno no quiere ver en la portada de The New York Times». Como bien se sabe, los medios le hacen el juego al poder. Pero, ¿hasta qué punto? ¿Hasta qué extremo le guardan el secreto? A espaldas del mundo, velado a los ojos de los ciudadanos, en un silencio sepulcral e inquietante, la élite del poder acecha en secreto para diseñar y dirigir el destino de todos los seres del planeta.

Avanza sigilosa, sin pausa, conquistando el territorio de las libertades, LOS AMOS DEL MUNDO ESTÁN AL ACECHO reduciéndolo a la simple elección entre los productos ofertados en su mercado global. —¿Qué carro compro? Uno rojo o verde. Grande o pequeño… Americano o japonés. A ese tipo de elección la llaman «libertad» los miembros del Club, dueños de imperios mediáticos, periodistas, reyes y príncipes se confinan tras una puerta cerrada para usurpar el derecho a debatir y a decidir que, en democracia nos pertenece a cada uno de nosotros.

Cuentan con información privilegiada, con metadatos y resultados empíricos que ocultan a los ciudadanos con la clara finalidad de manipular nuestras emociones y, con ellas, nuestro comportamiento.

El fin es el de siempre: el control. Y para ello hay que mantener al pueblo alejado del conocimiento y la verdad. Los amos del mundo siempre están al acecho, haciendo realidad cada día la sentencia del filósofo Thomas Hobbes: «Homo homini lupus» («El hombre es un lobo para el hombre»). Son los auténticos depredadores que jamás se detuvieron ante nada ni nadie para conseguir su objetivo: la dominación total del mundo.

¿Y cómo lo hacen? Controlando los medios de comunicación.  Lo que significa que ellos eligen qué es noticia y qué no. Qué se publica y qué se oculta. Cómo se interpretan los acontecimientos que se van a publicar y quiénes son los buenos y los malos de la película. Ramón Reig, catedrático de Estructura de la Información de la Universidad de Sevilla, habla de «dioses y diablos mediáticos», y ya dijo Umberto Eco que quien controla los medios de comunicación, controla el mundo.

Apropiarse de la prensa, de la comunicación, de la industria del entretenimiento es el juego más sucio de todos los que practican. El peligro que entraña controlar la prensa es infinito porque sus decisiones convierten a la democracia en una dictadura. Pregúntense, si es que no lo han hecho ya, ¿a quiénes sirven los medios de comunicación? ¿A la verdad, a los ciudadanos, al mercado, al poder? En el universo ideal de la élite gobernante, los ciudadanos solo somos esclavos, siervos sin cadenas visibles, pero irremediablemente atados a un mundo injusto, a un sistema ideológico, económico y cultural atroz, impuesto a golpe de consignas democráticas falsas y de propaganda.

Mientras excluyen de cualquier posibilidad de desarrollo a lo que llaman «Tercer Mundo», en suelo occidental practican una guerra silenciosa por la que el espíritu del ser humano, libre por naturaleza, es enterrado irremediablemente en una tumba, gestionada por un sistema de trabajo, consumo, enseñanza y ocio sagazmente planeado y teledirigido para apoderarse de su alma, de su libre albedrío.

Se trata de la versión más sofisticada de esclavitud, en la que los ciudadanos continúan al servicio del dominante sin ser plenamente conscientes de ello. De ahí surge la paradoja por la que el dominado le está prestando una ayuda precisa e insospechada al dominador. Es decir, el propio esclavo contribuye a seguir siéndolo. Es cómplice, sin saberlo, de su propia esclavitud. Pero lo intuye. Cuando le dedica el tiempo suficiente para reflexionar, lo descubre. Se da cuenta de cómo lo esclavizan y le entra miedo. Por ello prefiere no pensar y evadirse. Aunque es justo decir que muchas personas sí son plenamente conscientes de su esclavitud. Y se dejan esclavizar. Y son felices siendo esclavas.

¿Por qué? Porque obtienen beneficios. Por su parte, de forma paulatina, los dueños del mundo continúan al acecho de las libertades con el fin de instaurar un mundo en el que no haya fronteras ni naciones. Un planeta como el que cantaba John Lennon, aunque habrá una tenue diferencia: será un modelo decidido unilateralmente e implantado por la fuerza. Una fuerza sutil, pero fuerza al fin y al cabo. Aunque algunos no lo adviertan, vivimos en un totalitarismo que no hemos elegido, cuyas armas, como las de cualquier gobierno dictatorial, son la propaganda, la mentira y la manipulación de los datos y acontecimientos con el fin de controlar a la población, LOS AMOS DEL MUNDO ESTÁN AL ACECHO de la población sometida a un estado perpetuo de angustia, infelicidad y desasosiego interior. No sabe lo que le ocurre, pero sabe que algo le pasa.

Mientras en el país del Realismo Mágico, continuamos en la contienda entre la mal llamada y autodenominada sociedad civil y la verdad de los pocos que aún somos capaces de luchar por la sobrevivencia del estado de derecho en una sociedad supuestamente republicana.

¿Hasta cuando los guatemaltecos permitiremos seguir siendo manipulados y vilipendiados por falsos profetas? ¿seguiremos siendo objeto de engaños y permitiendo que la justicia sea politizada y la política judicializada?

No hay guerra que dure cien años ni pueblo que la aguante, es hora que los guatemaltecos asumamos un papel protagónico de nuestro propio destino y no permitamos que los FARISEOS sigan haciendo de esta bella nación su negocio, muy rentable por cierto. En el Siglo hacemos un llamado a los guatemaltecos para que pidamos cuentas y permanezcamos atentos a las acciones de las ONG´s que se niegan a ser fiscalizadas y, a los politiqueros que pretenden seguir engañándonos, así como al gobierno actual que no termina de comprender que la campaña política se terminó cuando se fraguo lo que a los interesados conviene, para que existan cambios sin que nada cambie.

POR UNA NACIÓN LIBRE, JUSTA Y SOLIDARIA.

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