La necedad de pensar que uno se basta a sí mismo es una de las mayores torpezas del ser humano, que nos llena de acontecimientos dolorosos, presos por el maldito desenfreno y encerrados en una soledad virtual que no alienta ni alimenta. Todo es confusión. La tribu de los charlatanes y encantadores se aprovecha de nosotros para esclavizarnos la narración viviente.
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