Políticas de gobierno que solo agravan la crisis
Evolución
En un acto de total desprecio a la decencia y que constituye uno de los mayores insultos a la población que hemos visto en los últimos tiempos de parte de la miserable clase política que aún nos domina, el congreso aprobó un paquete de gasto público por la escandalosa suma de Tres mil quinientos millones de quetzales, de los cuales, según la información reportada, se distribuirán las cantidades siguientes de esta forma: Q724 millones para Covial, Q600 millones para obras en ejecución de los consejos de desarrollo, Q500 millones para el Ministerio de Educación, Q360 millones para el INDE, Q350 millones para el Organismo Judicial, Q200 millones para incentivos forestales, Q150 millones para el Ministerio de Gobernación, Q120 millones para la contraloría de cuentas, Q100 millones para proyectos de vivienda en el Crédito Hipotecario Nacional, Q100 millones para el Fondo para la vivienda, Q40 millones para atención a la víctima, Q30 millones para el Ministerio de Salud, Q20 millones para el Congreso, Q5 millones para la asociación de dignatarios de la nación y Q1.5 millones para el Parlamento Centroamericano, entre otros. Adicionalmente se contemplan Mil quinientos millones de quetzales para honrar deuda externa; y todo esto se suma a los cientos de millones de quetzales que el Congreso y Presidencia de la República, en complicidad, han agregado a la ya peligrosa e irresponsable deuda pública bajo el pretexto de afrontar la actual grave crisis en la que ya nos encontramos. ¿Dónde quedó el ofrecimiento del Presidente de hacer recortes drásticos al gasto público para afrontar la crisis de aquel discurso ante el Congreso?
Así como nosotros los ciudadanos que al final pagamos las cuentas de la clase política perdemos la noción de la dimensión de esas estrafalarias cantidades de dinero, así parece que la clase política, congreso y ejecutivo, han perdido noción de la realidad y el respeto a la población, si es que alguna vez lo tuvieron. Guatemala se encuentra en una situación muy delicada debido a la paralización de la economía y los efectos ya visibles que pronto se agravarán aún más. Estamos por ver despidos masivos, quiebras de micro, pequeñas y medianas empresas, la destrucción de los negocios de muchos emprendedores independientes que buscan la forma de sobrevivir y el espiral en descenso pronto llegará también hasta las grandes empresas. Las remesas provenientes de Estados Unidos que este año se estimarían en $10.5 mil millones lo cual equivale a más del 13% de nuestro Producto Interno Bruto y que sostienen a muchas familias en Guatemala, se verán disminuidas estrepitosamente debido al estancamiento de la economía en aquel país. Ello incidirá drásticamente en una devaluación del quetzal frente al dólar. Devaluación que se agrava por una descaradamente irresponsable política cambiaria de la Junta Monetaria que tiende a favorecer al sector exportador de la economía bajo el falso pretexto de incrementar su competitividad a nivel internacional y fomentar la producción local de bienes de exportación, como si esa fuera la única medida de rescate viable de la economía y para la cual se sacrificarán millones de consumidores y comerciantes, viéndose incrementados drásticamente los precios de insumos, materias primas y bienes de consumo. A ello se debe agregar el serio efecto inflacionario que tendrá el aumento tan irresponsable en la masa monetaria producto del insultante aumento de la deuda pública y políticas de gasto desmedido recién aprobadas por el congreso y que pondrá en práctica el ejecutivo. Dicho sea de paso, no creo que exista alguien en Guatemala que piense que ese dinero que manejará la clase política a manos rebosantes no alimentará la corrupción intrínseca al aparato estatal.
Por supuesto, a la población poco pensante se le engaña fácilmente con algunos dulcitos como pequeñas asistencias en dinero o bolsitas de víveres; ello para mantenerlos subyugados en la idea que el autoritarismo opera en su beneficio, el cual muchos incluso aplauden. Y para clavar un clavo más en el ataúd, la mayor parte de esa inmensa cantidad de recursos en nada se utiliza para atender la crisis de salud que va a provocar el coronavirus. 3 millones de mascarillas y 50 mil pruebas es lo que el Presidente ha ofrecido, mientras sigue obstinado en sostener que las pruebas masivas de nada sirven, cuando este ha sido un elemento fundamental en las estrategias de todos los países que han logrado mejores resultados en detener la propagación del virus. Solo con diagnósticos efectivos se puede interrumpir la cadena de contagios, aislando efectivamente a los contagiados; y solo mediante la masificación de las pruebas se pueden tener los diagnósticos necesarios para la contención. Así el resto de la población podrá resumir sus labores productivas con más confiabilidad, siempre con las debidas medidas de prevención. Perfectamente bien se puede permitir que empresas e instituciones privadas que así lo deseen realicen todas las pruebas que quieran y puedan absorbiendo ellas mismas su costo, y que el gobierno emplee buena parte de esos recursos en pruebas sistemáticas y focalizadas en lugar de engordar la burocracia y la corrupción. Presidente Giammattei, agradecemos su esfuerzo y le apoyamos en aquellas estrategias que han sido efectivas y por las cuales muchos nos hemos sacrificado, pero también le pedimos que recapacite, aún está a tiempo de corregir el rumbo y evitar daños mayores a la economía y a la salud de la población.
Lea más del autor: