El proceso judicial de Jesús
Logos
Los cuatro evangelios del Nuevo Testamento suministran un relato muy similar del proceso judicial al que fue sometido Jesús. Por ejemplo, relatan que Jesús fue arrestado después de la última cena; fue juzgado por el Gran Sanhedrin (que era una institución judicial judía); compareció ante el gobernador romano Poncio Pilato, y fue sentenciado a morir crucificado. El evangelio de Juan es el único que relata que Jesús, antes de comparecer ante el Sanhedrín, compareció ante Anás, suegro de Caifás, el sumo sacerdote, sucesor de Anás.
Los evangelios muestran que Jesús no fue arrestado ni juzgado conforme a la ley judía, o “halakhah” (palabra hebrea que significa “caminar por la vía correcta” o “el camino que uno recorre”). Las tres fuentes de esta ley son la Torah (que incluye los cinco libros de Moisés, o Pentateuco), las leyes decretadas por los rabinos, y la costumbre o la tradición.
Los evangelios muestran, por ejemplo, que Jesús fue arrestado en la noche pero no era permitido arrestar en la noche; que fue juzgado en horas de la madrugada pero no era permitido juzgar en horas de la madrugada; y que fue juzgado en un solo día pero en el caso de un proceso judicial importante, debía haber sido juzgado durante dos días continuos porque, si la sentencia era condenatoria, aquellos jueces que, en el primer día, hubiesen votado en favor de la condena, debían tener la opción de desistir de la condena y votar, en el segundo día, en favor de la absolución.
Los evangelios muestran también que Jesús fue juzgado en la víspera del Sabbath, o día de reposo; pero en el caso de un importante proceso judicial no estaba permitido juzgar en esa víspera, precisamente porque el Sabbath impedía que el proceso judicial prosiguiera durante un segundo día continuo. Y el Gran Sanhedrín admitió testimonios acusatorios discrepantes; pero solo debía admitir testimonios semejantes de por lo menos dos testigos.
El Gran Sanhedrín acusó a Jesús de cometer el delito de blasfemia, por haber afirmado que podía destruir el templo y reconstruirlo en tres días, y que era hijo de Dios. La ley de Moisés mandaba castigar la blasfemia, con la pena de muerte.
Judea era provincia de Roma. Poncio Pilato era el prefecto de esa provincia. El Gran Sanhedrín, aunque hubiera podido sentenciar a Jesús a la pena de muerte, y ejecutar la sentencia, prefirió que Pilato dictara la sentencia y la ejecutara. Jesús compareció ante Pilato; pero la blasfemia no era un delito que contemplase la ley romana. El Gran Sanhedrin debió acusarlo de otros delitos, que fueron traición, porque exhortaba a no tributar; y sedición porque pretendía ser rey de los judíos. El Gran Sanhedrín no convenció a Pilato. Jesús fue absuelto.
El Gran Sanhedrín insistió en la sentencia de muerte. Entonces Pilato ordenó que Jesús compareciese ante una autoridad superior, que era Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y de Pereo. El Gran Sanhedrín tampoco convenció a Herodes Antipas. Jesús fue absuelto, y compareció otra vez ante Pilato, quien, quizá temeroso de que Jesús provocara una rebelión del pueblo judío contra el gobierno romano, dictó sentencia de muerte, por crucifixión. Se consumaba una de las más grandes hazañas de la injusticia.
Post scriptum. El Gran Sanhedrín quizá temía que Jesús lo despojaría de su poder económico, político y religioso, y de su autoridad moral.

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