Columnas

Tiempos de reflexión

Políticamente Incorrecta

Y terminó otro Viernes Santo, se fue otra Semana Santa. Pero esta del 2020 no fue como las de todos los años. Este año, la gran mayoría la pasamos guardados en casa, no encerrados, sino a salvo de una pandemia extraña que a la humanidad le está costando domar.

Todos los Viernes Santos, cuando rezo el Viacrucis, pienso inevitablemente no sólo en el sacrificio del Señor Jesús por redimirnos del pecado, sino en el grado de crueldad al que el ser humano puede llegar. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, pero tenemos libre albedrío. No somos computadoras programadas para obedecer, sino seres con raciocinio y al menos en teoría, dos dedos de frente para decidir libremente que queremos hacer, como queremos reaccionar, en todas los momentos de la vida.

Es así que me pregunto siempre que veo los noticieros, por ejemplo, o estudiando un poco de Historia de la humanidad, porqué un ser humano querría llegar a tanta violencia, a tanta saña, con tanta crueldad. Cada quien elige qué quiere ser, si una fuente de crueldad y maldad, o el opuesto.

Me pregunto que motivó a Pilatos a mandar a azotar a Jesús y permitir la crueldad de los soldados que le pusieron la corona de espinas, lo humillaron y torturaron, luego de tratar repetidamente que Jesús fuese liberado por los judíos. ¿Qué sentido tuvo eso? Si bien se cumplieron las sagradas escrituras, Pilatos tuvo libre albedrío y pudo evitar llegar a eso. Lo mismo con los soldados que le ofrecieron vinagre, o el que le clavó la lanza en su costado. ¿Para qué hacer eso? ¿No era suficiente que lo asesinaran, tenían que ensañarse con Él?

Vemos en las noticias gente que viola niños, hasta bebés. Vemos gente que tortura ancianos, tortura animales, realiza acciones para las que no hay palabras que las describan. Llamarlas despreciables, condenables o deleznables es poco. Decir que son unos monstruos, unas bestias, se queda corto. Y no me gusta insultar a los animales. En lo personal, me dan ganas de que les hagan lo mismo que hacen, pero sería igualarlos.

Y así, llegamos a esta pandemia fabricada. La gente presa de la histeria colectiva ante la amenaza de muerte, elevada por los medios de comunicación, ya que vemos que el porcentaje es mucho menor de lo que se pensaba, si bien la cifra en sí, es alarmante. Cuando uno piensa en miles de muertos, se asusta. Pero cuando lo mide en términos porcentuales, se da cuenta que es menos del 1% de la población mundial (7,700 millones de personas) está contagiada y que de ese 1% (1.2 millones aproximadamente), menos del 1% muere (aproximadamente 100 mil). No lo estoy minimizando, trato más bien de ponerlo en perspectiva porque hay que entenderlo para obedecer pero con serenidad. La muerte es parte de la vida, es inevitable. Es natural intentar evitarla al menos por algo así.

Siento una profunda cólera hacia el gobierno Chino. Cuando uno estudia la Historia del comunismo Chino, los 70 millones de chinos que murieron gracias a Mao Zedong (https://www.abc.es/cultura/abci-zedong-provoco-muerte-setenta-millones-chinos-tiempos-200604250300-1421278000590_noticia.html ), los que mandó a matar su última esposa con la sangrienta revolución cultural de 1969, las políticas contra tener un segundo hijo en los 80s (https://www.nytimes.com/2015/10/31/universal/es/regla-del-hijo-unico-china-abusos-abortos.html) y estudia a Xi Jinping y su visión política, su ambición de colocar a China como potencia máxima del mundo, deja de sorprenderse de que esta pandemia haya surgido y se haya diseminado como lo ha hecho. ¿Ganamos algo con saber? Pienso que sí, para evitar seguir con todos los huevos en esa canasta.

En Guatemala, viendo las cifras en Africa, Europa, Australia o los Estados Unidos, vamos sorprendentemente bien. Aplaudo la cuarentena, con el corazón acongojado por los empresarios y me incluyo. Esto nos está afectando a todos, en mayor o menor grado, y es preocupante porque todos los que emprendemos una actividad productiva tenemos compromisos que cumplir con bancos, empleados, etcétera.

Vemos que este encierro puede prevenir, algunos dicen aplazar, los contagios y dejar de usar la mascarilla como gorrito. Fuimos al mercado, y encontramos a la gran mayoría de personas con su mascarilla, pero tocando todas dinero y fruta o verdura al mismo tiempo. Mucha menos gente que de costumbre en las calles, afortunadamente. Tenemos la bendición de ser un país productor de alimentos. El abastecimiento de alimentos es clave para sobrevivir esta pandemia. Urge que el Ministerio de Salud apoye a nuestros comerciantes en el mercado para que trabajen respetando las normas de higiene necesarias.

Empiezan a escucharse noticias de países que darán incentivos a sus empresas para dejar de producir en China y trasladar sus plantas de producción a su país de origen o a otros destinos, menos políticamente cuestionables. Esperemos nuestro gobierno y líderes empresariales usen sus dos dedos de frente para atraer inversión a Guatemala. Tenemos todo para suplantar a los chinos como fábricas de un sin fin de productos. Mano de obra óptima, materias primas, pueden ser serios atractivos, pero necesitamos certeza jurídica. Insisto, las crisis traen oportunidades, depende de nosotros aprovecharlas. Esta pandemia no durará para siempre, de eso, estoy segura. Tarde o temprano será controlada.

Mientras tanto, fortalezca su sentido de humanidad estreche lazos con sus seres queridos. Si está sólo, aproveche a explorar su propia mente, su alma. Fortalezca su mente, lea. Fortalezca su alma, busque a Dios. Si es ateo, recuerde que hasta los más férreos ateos buscan a Dios ante las tragedias (ejemplo el Vicepresidente segundo español Pablo Iglesias http://www.alertadigital.com/2020/03/13/pillan-al-lider-de-podemos-pablo-iglesias-rezando-circunspecto-en-una-parroquia-madrilena-antes-de-comenzar-su-cuarentena-por-el-coronavirus/). La realidad es que la Fe, cuando real, da esperanza.

Nos recuerda la temporalidad de la vida, que todos nacemos con fecha de caducidad. Este mundo es pues eso, temporal. Nos da la esperanza de una vida eterna después de la muerte. Nos recuerda que estamos en este mundo para hacer el bien, para dar lo mejor que seamos capaces de dar, y así, ganar nuestro boleto a la presencia de Dios. Los que tenemos ese privilegio, el de tener Fe sólida, somos muy afortunados, pero no es exclusiva nuestra, todos pueden tenerla, si lo desean. Libre albedrío estimados compatriotas, libre albedrío.

Los humanos elegiremos cómo reaccionar ante esta y las que vengan. Si aprendemos a ser más humanos, o no.

TEXTO PARA COLUMNISTA
Tiempos de reflexión 3

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Betty Marroquin

Licenciada en Relaciones Internacionales, especialista en el Congreso de los EEUU.

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