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Disrupción

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“La cultura de antivalores, con el culto depredador, disociada entre ganadores y perdedores ha debilitado el piso psicoemocional y ante la realidad del coronavirus todos somos afectados”.

Desde que nacemos nos estamos muriendo y en nuestro viaje incierto viviremos luces iridiscentes pasajeras al drama, tragicomedias, monólogos con la actuación central, del personaje o yo narcisista, geocéntrico y en estas circunstancias de pandemia, se hicieron mutis  los reyes y reinas y ‘el mundo de las redes’ hace y deshace para ser el primero del rating o ser ‘revisto’ como si fuera la primera, insustancial reality show al que fuimos entrenados y seguimos enredados en el mismo molde reproductivo, de repertirnos …decía del brillo personal que tanto se desea o desean y sabemos que el tiempo respirado que se va nos lleva y algunos permanecerán o se han marchado, como gente conocida en nuestra infancia y juventud que no pasaron la primera década de sus vidas por diversas circunstancias; y ahora compartir con seres nonagenarios, tan lúcidos sin enfermedades degenerativas con sus reflexiones en torno a las guerras mundiales, la depresión económica, invasiones, hambrunas, epidemias, desastres naturales nos dan fortaleza porque son pilares y centro de seguridad, y no las imágenes dantescas de crueles asesinatos o muertes ante el código de guerra ejecutado por los médicos en el ‘primer mundo’, con calma y paciencia ni les prestan atención a esas medidas y se afanan en aconsejar a la familia, dicen ‘a mi nadie me quita lo bailado’, a los hijos e hijas y nietos.  Son el centro de atención y por fin los escuchamos, a la abuela, madre y hermanas las integramos con las querencias y ocurrencias infantiles y los nietos son felices porque le cuentan historias al ‘apagón’, las chicas de personalidad introvertida están un poco más alegres y pueden hasta dialogar más tiempo y dar orientaciones.  En cambio los de personalidad extrovertida, sanguíneos, locuaces, hiperkinéticos, monologantes se ahogan en sus chistes y cambia la tele y gritan ‘este confinamiento me esta matando’, los irritables y nerviosos o que han estado en tratamiento psicológico necesitan que se les preste atención y ayuda o apoyo médico, aunque allí también la experiencia y ‘ojo clínico’ de las abuelas con su protección y seguridad presta apoyo emocional pero en casos de trastornos psicológicos, duelos, adicciones, traumas se hace necesario la intervención psicosocial.

Trataré de orientarles en casos clínicos de personas que están en proceso de duelo, más específico en el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) porque pueden hacer crisis en cualquier momento generado ante la incertidumbre del Covid-19.

Somos seres ritualistas, de hábitos, que necesitamos explicaciones, certezas y seguridad y el ritmo, caos, stress, explosiones psíquicas, rupturas emocionales, estresores intensos fraccionan la integralidad biopsicosocioemocional, ese aparente hilo de seguridad del más aquí o más alla, está haciendo aguas por todos lados y es tan luminos el alma , la vida que en situaciones límites nos abrazamos a los seres queridos, nos cuidamos entre nosotros; digo esto, por las fotos vistas recientemente de venezolanos retornando a su patria, en medio de las ‘mil y una dificultades’, del bloqueo económico, desde diferentes partes del mundo a pesar de la amenaza de invasión del imperialismo yanqui.

Las teorías psicológicas que nos movilizan desde el placer sexual de Freud, del poder del complejo de inferioridad de Adler están dirigiendo nuestro inconsciente y es más fuerte el sentido de la existencia , postulado por Victor Frankel y agregaríamos: los grupos humanos marginados y sometidos a los miedos y dolores se acercan a  sus semejantes, como las familias que viven carencias y muertes , estas duelen menos o el hambre no se nos pega mucho  al espinazo (cuento de la sopa de piedras, el costillar o pata de vaca o las lentejas…)  La cultura de antivalores, con el culto depredador, disociada entre ganadores y perdedores ha debilitado el piso psicoemocional y ante la realidad del coronavirus todos somos afectados y más las personas afectadas por TOC, porque la salud e higiene del lavado de manos es norma vital ante la contaminación del covid19.  El TOC es una ansiedad invasiva por ideas, pensamientos, imágenes repetitivas que asaltan el espectro mental, involuntario, no es producido por el pensamiento (obsesiones invasivas).

Esta ansiedad invasiva para ser aliviada recurre a las compulsiones casi siempre, como el pensamiento del contagio y se lava con jabones, desinfectantes… en forma descontrolada; pensamientos de temor y daños que puede ocasionar o le pueden hacer, de matar o abuso sexual o miedo a volverse loco; no puede realizar trabajos porque teme fallar y siempre está ordenando cosas.

La conducta compulsiva, ritualizada de lavarse las manos teme contagiarse y sangran al lavarse, necesitan orden, limpieza y pulcritud y en esa ritualización compulsiva nunca conseguirá perfección, la compulsión mental (rumiando) de repetir cerrar, apagar el gas…

En el TOC está instalado el pensamiento mágico con una serie de compulsiones y motivaciones, rituales ante pensamientos obsesivos, como matar, se pone a rezar; no pisar rayas de las aceras, contar en pares, memorizar números, bajar gradas; presenta una serie de pensamientos inapropiados, obsesiones y compulsiones, realmente hay un sufrimiento en la persona y trata de esconder su malestar con cuadros de acumulación de objetos de higiene en grandes habitaciones o estacionamientos…

Por lo general en el campo de la psiquiatría y psicología se hace un abordaje integral e incluye la dinámica familiar, farmacológica, enfoque cognitivo conductual por aproximaciones sucesivas al miedo o temor, confrontando en forma gradual; relajación dirigida; terapias analíticas, juegos dirigidos, antidepresivos en corto tiempo para darle tranquilidad, y disminuir la compulsión.

El psicoanálisis ayuda en el autoconocimiento y el sí mismo porque le enseña a timonear su vida, conocer su obscuridad y luminosidad.  El ser humano es una antorcha y en conjunto somos  ríos de luces que hemos despertado para salir de las cavernas interconectadas e iluminar con luz propia ante esta crisis urgente que vivimos. Es una de las tantas que hemos vivido y estaremos más prestos para otras.

ATROPOS     ATROPOS  ATROPOS   ATROPOS

Hoy es mi primera hora de viaje:
vamos despacio a su sensual encuentro
nadie fallece al amparo de la belleza
hibernamos en el afecto callado
y nos traspasa su encanto en caricias
miradas
dopados y en trances colectivos
sin estaciones posibles arrojo las llaves.

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Ana Anka

Ana Anka (Lima, Perú, 1955), residente en Venezuela. Soy escritora, poeta, articulista, promotora cultural, editora, Psicóloga, locutora, he sido profesora de psicología de la Universidad de Oriente, Núcleo Monagas y Psicóloga en Educación Especial de la Zona Educativa del estado Monagas. Desde 1992 vivo en Maturín, Monagas, Venezuela. Entre mis libros publicados figuran: Ensayos y compilaciones (1987) Mimetismo Pendular. Huídos de Saturno, (1999). Eros y pedagogía (2005), Batería de poetas Avanzadoras (2014), Anacópula, (2017). Desde el mismo punto, (2018). Mis libros los he presentado en ferias internacionales de libros de Venezuela, Costa Rica, Panamá, Cuba y Perú.