Mirilla indiscretaNacionales

Abriendo puertas con piocha

Mirilla Indiscreta

¡Pareciera que ya no hay nada que hacer!

Ni siquiera el resquicio para animar un acuerdo nacional, que permita rescatar el Estado de Derecho y el Régimen de Legalidad.

Arrollado por una aplanadora pesada y sin resistencias, el Estado Guatemalteco sucumbió, dejando un territorio y una población a la deriva víctima de pequeños feudos de caciques que en pocos meses tomaron el control y demostraron como el derecho sucumbe frente al poder cuando se renuncia al respeto de las leyes.

Interventores en lugar de gobernantes han permitido que nuestro país pierda su identidad, soberanía y libertad.

Colonizados y bajo la severa tutela y dirección de una facción política de los Estados Unidos, en total desventaja y sin recursos políticos de conducción, que presentaran un poco de dignidad y resistencia, nos han colocado en medio de un proceso de independencia nacional, muy similar, al que hace 199 años tuvieron que experimentar quienes se emancipaban del imperio español,

Sin organizaciones políticas con vocación republicana, llenos de traidores al sentimiento de ser libres, los pasillos de aquella vieja Guatemala, se llenaron de conspiradores, que de manera aleatoria y en el clandestinaje coincidían en el ideal independentista.

No es necesario profundizar ahora, sobre las contradicciones y posibles intereses que motivaban esas acciones.

El denominador común tuvo que ser el hartazgo a la sumisión extranjera y la necesidad profunda de forjar una identidad nacional.

La percepción de que todo está mal, no se instaló con el cómplice perfecto, para la mayor corrupción registrada en la historia, bautizado como coronavirus covid-19.

Un virus creado para que los gobiernos nacionales se empantanaran y engolosinaran con su parte del botín y se rindieran incondicionales a las directrices de la intervención.

Les permitieron el enfermizo placer de ser dictadores con los de abajo y serviles con los de arriba.

Esa terrible historia que se repite innecesariamente por la ausencia de dignidad y patriotismo.

Ese gallinero inmundo de los despreciados países bananeros, donde los gallos y gallinas de arriba defecan a las de abajo, en el afán de colocarse encima.

No son dueñas las aves de sus heces, mucho menos de los huevos ni del gallinero.

Hoy por hoy, Las pseudo-estructuras del poder político carecen ya de legitimidad.

La Constitución es violada cotidianamente en una orgía degradante, que insulta la inteligencia y subleva el alma.

Los tres organismos republicanos que consigna el texto constitucional, se entregan impúdicamente a un inexistente Poder Constitucional paralelo y espurio.

La Corte de Constitucionalidad siniestro instrumento al servicio de la intervención, cuyas resoluciones sirven de patente de corso (permiso de la Monarquía inglesa que legalizaba la piratería) para respaldar la ingobernabilidad y anarquía.

Lo que parece inconcebible, es el sometimiento consentido e increíble de los verdaderos Organismos del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) a sus resoluciones ilegales.

El Congreso de la República último reducto de la soberanía popular, reniega de su mandato y junto a los otros organismos exhiben su dependencia, al falso poder del Estado, que luce ya, como un pretexto o justificación inmoral, para asociarse con excusa a la violación constitucional viciosa e intolerable de sus otros dos compinches.

Les queda poco tiempo para demostrar lo contrario y asociarse con el pueblo.

Cuando ya no existe esperanza en los organismos de la República para la defensa de ellos mismos, los recursos de la población se limitan a su propia reacción reivindicadora.

¡Cuando la pared cierra todas las salidas, la puerta se abre con piocha!

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Danilo Roca (Edmundo Deantés)

Jurista, analista político, luchador por la libertad.