¿Cómo será el mundo sin el liderazgo de Estados Unidos?
Sueños…
Un cataclisma recorre el mundo. Se derrumban los sistemas sanitarios, las crisis económicas ya no duran meses o años, las pocas democracias del mundo entran en cuidados intensivos, un sistema internacional de equilibrio se tambalea y la incertidumbre genera un clima de dolor y desconfianza en todo el planeta.
¿Cómo sobrevivir a esta pandemia?, en general se generan consensos sobre algunas ideas de gran interés para sostenernos en el terreno del optimismo. Sin desconocer los grandes retos que enfrenta nuestra especie y el mundo entero. Primero, el sistema económico-social capitalista, del cual formamos parte todos, entró en crisis en el mismo momento de iniciarse el nuevo siglo. En el 2001 la caída de las punto com, luego el derrumbe de los sistemas financieros, con la quiebra de los grandes bancos capitalistas que fueron salvados con el endeudamiento de los Estados. Crisis que se ha prolongado durante una década, marcada por una recesión de las economías anteriormente dominantes, y el surgimiento de una nueva potencia: China.
Segundo, la pérdida de credibilidad en los sistemas democráticos. Ante la crisis de un sistema basado en la producción masiva de bienes y servicios, centrados en el poder de las élites financieras, no se ha podido dar respuesta claras y de consenso mundial a los temas de la burocracia electoral, el freno al poder de los entes financieros nacionales e internacionales, y mucho menos se pudo responder con medidas adecuadas al deterioro ambiental y el cambio climático.
El resultado fue claro. Ya no existen las sociedades democráticas. No existe ninguna democracia popular en el mundo. Lo que existen son democracias corporativas. Se dio una alianza entre las cámaras empresariales, las grandes corporaciones financieras internacionales, los sindicatos de la burocracia pública y los entes académicos con privilegios. Lo que en medio del maremágnum de redes sociales ha generado el descrédito de los gobiernos nacionales y la desconfianza en los privilegiados e incompetentes organismos internacionales.
En el momento actual, tanto las reglas nacionales como las internacionales, se están desvaneciendo, todo el mundo toma los organismos del Estado y los órganos internacionales para defender privilegios de grupos corporativos con poder organizativo. El mundo entra en el caos y la bancarrota, el poder de las armas de las grandes potencias emerge como la única solución a las crisis de exceso de población humana, deterioro de los sistemas económicos y sistemas educativos y de salud colapsados.
El mundo contradictorio, formado por un ser humano depredador, con un alto poder productivo y de consumo, que no tiene compasión por el planeta y los otros seres vivos. Un ser que se considera la creación divina superior y que puede destruir y retorcer toda la creación. Un mundo formado por una normalidad en donde la ciencia y la tecnología están al servicio del egoísmo fantástico, en donde todo se prepara para extraer todos los recursos naturales y destruirlos para conformar grandes urbanizaciones con edificios gigantescos en donde viva encerrado el extraño mono inteligente.
Una normalidad formada por seres humanos divididos en clases, razas, géneros, naciones, sectas. Que luchan por destruir a las otras clases, razas, etc. que no piensan como ellos. El humano había logrado un consenso, la creación de Estados e instituciones internacionales, creíbles, que permitieran la convivencia entre seres divididos en clases y grupos sociales con niveles de vida distintos y contradictorios.
Ese orden internacional está llegando a su fin. El ser humano y sus Estados pueden sobrevivir sí mantienen una cierta credibilidad en el paradigma de paz y estabilidad. Sin embargo, a la crisis del económico se añade hoy un nuevo fantasma. El fantasma de la crisis de salud, un pequeño, pero agresivo y mutante virus nos ha sacado de la zona de confort y nos enfrenta a una cruda realidad. O reorganizamos las relaciones humanas de una manera en que volvamos al orden de las leyes naturales y nos comportemos como seres respetuosos de la naturaleza y los otros seres vivos, o nos enfrentaremos a la muerte acelerada de millones de humanos, hasta volver de nuevo al equilibrio.
El sistema internacional, solamente puede evitar la confrontación violenta y apocalíptica, si se logran consensos para convivir en paz, entre naciones con visiones culturales, políticas e ideológicas contrapuestas; o encontramos soluciones con la confrontación de potencias hasta la muerte de alguna o algunas de esas potencias. A principios del siglo pasado murieron los poderosos imperios austro-húngaro y zarista. Con un intermedio sin equilibrios entre potencias dominantes que culminó con la segunda guerra mundial, y la emergencia de Estados Unidos y la Unión Soviética como potencias.
Durante un largo período “de paz”, el mundo se organizó alrededor del temor conjunto de las dos superpotencias y su capacidad nuclear. Se creó un consenso de estabilidad. El derrumbe soviético nos dejó al amparo de una única superpotencia. Estados Unidos. Que con su ejemplo, la credibilidad en su palabra y sus gestos regulaban las relaciones internacionales. Esa potencia está en crisis. ¿Qué haremos sin una potencia que regule las relaciones internacionales?, ¿podremos construir una nuevas relaciones nacionales e internacionales?, o el mundo entrará en su crisis final.

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