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Las familias empobrecidas del área rural

Tanmi Tnam

El Estado es una organización en desgracia y eso sí, de mucho beneficio para pocos.

Después de varios meses, todavía hay familias haciendo el esfuerzo de comprender las noticias acerca del nuevo Coronavirus, porqué aparece, cuáles son sus características, cuándo va a desaparecer o cómo se cura. La cantidad de contagiados y el número de muertes ya no produce tanto cuidado para algunos, pero es alta la preocupación para otras porque aumenta el hambre. Muchos jefes de familia se niegan a imaginar cómo sería la vida si escaseara el maíz en los próximos meses. Ciertamente, muchos compatriotas han dejado para siempre su familia, su tierra natal, su patria porque sucumbieron ante esta enfermedad, a las familias de ellos va nuestro pésame. Esta enfermedad no ha respetado etnia, edad, profesión, riqueza y religión.

Hay lugares donde el Estado no llega rápido o nunca llegará, aunque el pueblo esté muriéndose por el Coronavirus o por el hambre. El Estado es una organización en desgracia y eso sí de mucho beneficio para pocos. Recuerden que el presidente de la República ofreció mucho cuando inició la cuarentena, todavía sigue hablando de los programas de apoyo para contrarrestar los efectos de la pandemia, pero miles de familias no han recibido nada.

El Ministerio de Desarrollo tenía que trabajar en el campo, recorrer las comunidades locales de los municipios con más pobreza, desnutrición, ausencia de servicios de salud y alto porcentaje de analfabetismo. Es más efectivo ir de casa en casa, averiguar qué familias cuyo jefe no tiene trabajo remunerado, familias bajo conducción de mujeres viudas, niñas y niños en orfandad y familias cuyo jefe padece de alguna enfermedad crónica. En tiempo récord se recopilan datos cercanos a la cruda realidad y luego la entrega del apoyo frente la puerta de la casa. Así como están los hechos, ni las municipalidades cuentan con las estadísticas fiables para el caso de afectados por la pandemia.

Es lamentable que hay departamentos con 8 o 9 diputados, pero ninguno ha hecho acción alguna para el bienestar de los empobrecidos que votaron por ella o por él.  Basta hacer recortes de periódicos de los últimos días para darnos cuenta de que muchos son partidarios y actores en la corrupción e impunidad. El Congreso es la institución de poder que realmente da vergüenza y hay razones suficientes por cerrarla o transformarla de manera radical antes que termine con las aspiraciones sanas de los pueblos de Guatemala por alcanzar cierto nivel de vida aceptable.

Para los próximos días y meses, el gobierno de Guatemala, debe proporcionar por lo menos maíz, frijol, arroz, medicinas y mascarillas a la población que se dedica a actividades de sobrevivencia, los agricultores en menor escala, a minifundistas, a los que no tienen tierras, a los jornaleros y a los abandonados.  Llevar señal de Internet y dotar de una tableta a cada estudiante de la primaria y del nivel medio que estudian en establecimientos públicos ubicados en las áreas rurales.

Normar que las municipalidades dediquen parte del presupuesto para apoyar proyectos y programas que eviten en el mediano plazo más hambre, desnutrición y muerte. Es conveniente prever que las familias empobrecidas cuenten con cierto apoyo en tanto aparezcan las oportunidades de ganar algunos centavos para la comida del día o que la lucha de los pueblos transforme el actual estado de condiciones de vida. Así mismo, es importante que el gobierno central haga del conocimiento público si ha trasladado a las municipalidades algún presupuesto para la disminución de efectos de la enfermedad que padece actualmente la población empobrecida del país.

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