OpiniónColumnas

Sobre la juventud

Ventana Cultural

Se deja de ser joven cuando se pierden los sueños y el entusiasmo.

Tanto se habla de la juventud, y de todo lo que padecen y encuentran. Pero la juventud de la que hablamos, no solo es aquella que se le llama la Afrodita de Oro, sino aquella que empieza en el pre adolescencia. Pero cuando hablamos de la juventud nos podemos preguntar ¿Qué es la juventud? ¿Qué es ser joven? ¿Por qué se es joven?

La juventud va más allá de la edad física, de esa experiencia del primer amor, del estudio intenso, o de los primeros trabajos. La juventud vuela más alto que todo eso, es la alegría de manifestar los ideales justos perdiendo el miedo al que dirán de la sociedad, es la ilusión de tener la vida por delante, es vencerlo todo y vencerse a uno mismo. Aquel que lo rechace está muerto en vida.

Una máxima reza: “los años arrugan la piel, perder los sueños y las esperanzas arrugan el alma.” Reza una máxima en un libro que se llama “Lecturas para Maestros.”

Se deja de ser joven cuando se pierden los sueños y el entusiasmo, se deja de ser joven cuando se vive temeroso de las habladurías, el rehuir del combate por las causas justas, el que deja de buscar la paz.

Los jóvenes han perdido el sentido de la vida, ya no tienen una orientación, han perdido la ilusión de la vida cuando tienen que buscar la paz que lleva el cumplimiento de las metas, que se logra cuando el mal, la desvergüenza y la inestabilidad estúpida son vencidos dentro y fuera de nosotros.

Se es joven cuando se tiene en claro que libertad y liberación son romper las cadenas con el pecho, acostumbrar al cuerpo al sobre esfuerzo, a la moderación en el sueño y la comida, la restricción en el sexo a los mínimos pedidos naturales, la psiquis aventurera que busca el peligro, la mente audaz y despierta atenta a escuchar el susurro de la sabiduría.

Pero hay un peligro del que no queremos ver, nuestros jóvenes de ahora han olvidado la capacidad de asombro ante las maravillas de la naturaleza, han perdido el verse a los ojos y buscar la chispa divina que los caracteriza, han olvidado lo que es bueno, justo y noble.

Todo lo han encontrado en los medios que ahora nos rigen. El uso de las redes sociales se ha vuelto el diario vivir de aquellos que nos llamamos viejos. Más ahora, encontramos a jóvenes que son viejos, no por la sabiduría, sino por la pérdida de la capacidad de asombro y creatividad que estos tienen, y a viejos que son más jóvenes porque tienen la alegría y el entusiasmo que trae consigo la experiencia. Se han enfocado en que “tienen la vida por delante y que más adelante van a lograr lo que sueñan.”

Nos hemos olvidado que los jóvenes necesitan de nosotros, y los que nos decimos adultos, hemos olvidado orientar a la juventud, los jóvenes de ahora ya no tienen nada para hacerlos gente integra. Nos hemos olvidado que ser joven es ser fuerte en todo sentido, resistente, tenaz, perseverante, trabajador, estudioso, militante y combativo.

Necesitamos reconquistar esa Afrodita de Oro que nos caracteriza, alzar la voz a lo que es Justo, Noble, Bueno y Bello, volver a combatir la injusticia y traer con nosotros la paz. Necesitamos volver a recordar que el ser joven no solo está en la edad cronológica del cuerpo, también está en los Ideales que inspiran al alma.

Area de Opinión
Libre expresión de pensamiento.

Lea más de la autora:

Claudia Alexandra Figueroa Oberlin

El arte siempre lo llevé de la mano con la literatura, me dediqué al teatro, a la danza por más de quince años, y a las artes marciales, ahora soy miembro de diferentes asociaciones y academias de poesía: Asociación Actuales Voces de la Poesía Latinoamericana, donde participo con crítica literaria, Academia Nacional e Internacional de Poesía de la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, América Madre, Unidos por las Artes, Movimiento Literario de Centroamérica, y locutora de la radio el barco del romance con el programa Una Ventana al Mundo, donde hablo de los viajes, la historia y la cultura, recito poemas y leo cuentos o fragmentos de otros autores y propios.

Avatar de Claudia Alexandra Figueroa Oberlin