Una mirada diferente
Ventana Cultural
Amar no ciega a nadie, la vida misma nos enseña a amar con sabiduría.
Vivimos en un mundo que se ha enceguecido ante el lado emergente de lo material, y nos cegamos con todo lo que nos rodea pero ¿Quién es más ciego? ¿Quién no ve o el que no quiere ver? La verdad es que depende de con qué lente se vea.
Una persona no vidente puede no ver el mundo exterior, más puede ver el entorno percibiendo las emociones, los sonidos o aromas, pero un ciego del alma es aquel que, aunque se le presenten las señales, no las puede ver.
Amar no ciega a nadie, la vida misma nos enseña a amar con sabiduría, no podemos esperar a que el objeto amado cambie solo porque se le ama, se le ama porque se le acepta tal y como es, y solo busca que el otro crezca, que sea feliz, eso es el verdadero arte de amar, pero uno espera muchas cosas, y el amor no espera nada, aunque nos hayan enseñado eso.
Vemos la vida de una manera diferente, y con otro cristal para buscar una nueva perspectiva.
¿Dónde están aquellos jóvenes que respetan a la mujer? ¿Dónde está el hombre sensible al dolor ajeno y a las lágrimas femeninas? ¿Dónde está ese Eros que vuela abriendo los ojos de los eternos enamorados? ¿Dónde quedó el respeto? ¿Dónde quedaron los límites de la cordura?
Hemos perdido el respeto a lo bello, decimos amar pero queremos que el otro haga lo que nosotros queremos, amamos pero queremos dominar. Pero el amor no controla, no domina, más si construye, y corrige, amar no es sufrir, como si fuera un calvario estar con una persona.
El amor, como dirían algunos escritores y filósofos de la antigüedad: es la energía que todo lo une, todo lo abarca y todo lo abraza. Amar no es una actitud contemplativa de derrota, dirían algunos otros, sino que es el empuje hacia lo más elevado del ser humano.

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