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Dos crisis, un destino

Sueños…

Nuestra vida ya no es la misma, el impacto de la crisis nos llevará hacia un nuevo futuro.

Los centros hegemónicos mundiales están cambiando. Estados Unidos ha perdido el liderazgo, Europa se encuentra confusa y fragmentada, Rusia y China no tienen fuerza moral para conducir al mundo, Japón e Israel son dos incógnitas. La explosión aterradora en el puerto de Beirut, cambiará el mapa de toda una región y anuncia que el poder destructivo del ser humano se cierne sobre toda la tierra. Ha descendido el elegido, y con su espada destellante de virus nos muestra el fruto de lo sembrado por el sistema económico-social creado por el ser humano y que encontró su mejor desempeño en los últimos 300 años.

¿Qué nos anuncia la crisis?, ¿hacia dónde van nuestras sociedades?

Vamos a estudiar algunos datos del impacto de la crisis en dos países. El país más al sur y el que está más al norte de esta confusa región que desde el nombre que le pusieron, con enorme falta de creatividad en la hora su separación de España: Centroamérica.

La base de la sociedad es la economía. En el momento actual la situación muestra un panorama de terror. Todas las economía del mundo se derrumban estrepitosamente, los centros de poder se fragmentan, la globalización llega a su fin, el cambio climático amenaza la vida en la tierra. Insistimos, la base material, la producción, el intercambio y el consumo están en caída libre, la sociedad humana no tiene salidas. ¿Cuál será la solución? Aquella que permita que el humano, en general, se convierta en arquitecto de su propio destino, en que el humano conscientemente, entienda que su única alternativa es convivir con la naturaleza. La solución es que el humano construya una sociedad amigable con todas las especies de animales y plantas de este mundo. No hay otro. ¿Será posible que el ser humano sea consciente? Quién sabe.

Los datos nos abruman, los dos gráficos que acompañan este estudio muestran claramente la magnitud de la caída en la producción, no solo de Guatemala y Costa Rica. En algunos países y regiones, es igual, en otros es peor. Lo qué indica que a mediados del año 2021, tendremos que reconstruir la sociedad, en sí misma, y sus relaciones con el resto de especies. Qué nos dicen estos gráficos analizados por los bancos centrales nacionales.

Para el caso de Guatemala, la caída es anonadante, se ha caído, en tendencia entre el -7.7 y el 8.6% interanual. Una caída que presagia un incremento en los problemas económicos-sociales: desempleo, pobreza, delincuencia, violencia familiar, discriminación social y de género más profundos. Aumentará la ingobernabilidad y el retorno de los sables, abiertamente, al control de la sociedad, con su resultado de atraso histórico para un país empantanado en la historia.

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En Costa Rica la situación es parecida. La caída es monstruosa, desesperante, el país se hunde, económicamente, entre el -7.5 y -8.0% Lo cual indica que los problemas de gobernanza política, desesperación social y caída de los indicadores sociales tienden a incrementarse y provocar un reto a la convivencia pacífica.

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Estos países no tienen más allá. Aunque el desempeño socio-económico de Costa Rica, siempre ha sido superior, en comparación con América latina. La devastación social y económica de esta crisis de dos tentáculos contradictorios y profundos es clara. Tiende a hundirnos como sociedades y pueblos de manera igual. O, nos reta a encontrar un nuevo rumbo, una nueva cultura, de convivencia social pacífica, consciente, juntos como humanos, y con respeto y cariño al resto de especies. Parece un sueño, una utopía intrascendente más. Pero es nuestra única oportunidad.

Se abren las puertas de un nuevo paradigma, el humano consciente de que es parte de la naturaleza, de que es un animal más. Con posibilidad de ser inteligente, sí. Pero eso está por demostrarse. La naturaleza, nos puso hoy, ante el examen para demostrar sí somos inteligentes, como especie o no. Y, el primer ítem, es proteger las condiciones de vida en la tierra. Revertir el calentamiento global.

En estudios del Banco Mundial, la situación de los dos países es la siguiente. Guatemala, como es su costumbre, vive un largo período de estabilidad económica. Sin embargo, la estabilidad económica no se ha traducido en una aceleración del crecimiento que permita cerrar la brecha de ingresos con países de clase media de la región (Uruguay, Costa Rica, Panamá, Chile). Como es su peor costumbre, Guatemala sigue teniendo, por los siglos de los siglos, las tasas de pobreza y desigualdad más altas del mundo. Sin descontar los altos índices de retraso en el crecimiento y desnutrición infantil que condenan, desde ya, hacia adelante el futuro del país. Sí los demás países invierten en su población y elevan su salud, educación y calidad de vida, mientras Guatemala sigue estancada, nunca logrará alcanzarlos y competir por ser un país ejemplar.

La pobreza, es apabullante, medida en la línea de un ingreso de US$5.5 por persona por día, aumentó entre 2006 y 2014 de 43.4 a 48.8%, lo que sumó casi 9 millones de personas en pobreza. La pobreza extrema (ingreso menor a US$1.9 por persona por día) afectó al 8.7% de la población en 2014, casi millón y medio de personas.

“Las desigualdades persisten en las áreas geográficas y entre grupos étnicos, y los pueblos indígenas continúan particularmente en desventaja, algo que el censo de 2018 volvió a confirmar. En esencia, hay “dos Guatemalas”, una con buena posición económica y una pobre, una urbana y otra rural, una ladina y otra indígena con grandes brechas sociales y económicas. Estas diferencias se ven agravadas por la alta vulnerabilidad del país al cambio climático, que afecta la desnutrición, la salud, la seguridad alimentaria, los recursos hídricos y los ecosistemas naturales.” (https://www.bancomundial.org/es/country/guatemala/overview, abril 12, 20).

Para el caso de Costa Rica, el Banco Mundial, confirma el éxito en el desempeño político, económico, social y ambiental de este pequeño y ejemplar país. Pero, la crisis covid-economía 2020 tiene a realizar tabla rasa. Como una explosión de nitrato de amonio, que puede barrer, desgraciadamente, primero, a las sociedades más avanzadas, Comunidad Europea, Estados Unidos, Costa Rica, poniendo a la humanidad ante el retorno de la edad media, el feudalismo, el fanatismo religioso y la destrucción de la cultura.

Costa Rica enfrenta el riesgo de una interrupción repentina en los flujos de capital. La inversión extranjera en alta tecnología, servicios gerenciales modernos y producción de material médico avanzado se puede estancar. La proyección es que el producto interno bruto disminuya en 2020 a un -3.3% El impacto de la emergencia sanitaria “en el turismo y en el comercio, más una contracción en áreas como la agricultura y la construcción”, tienden a incrementar la pobreza y el desempleo. El 2020 se esperaba con gran expectativa, era el año de ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que permitiría una reforma productiva profunda, la creación de trenes de alta velocidad, la reforma del empleo público, la construcción del canal seco, competidor de Panamá, y la solución del problema fiscal. Y, todo se derrumbó, dejando al país en un ambiente de incertidumbre, confusión política y necesidad de reformas en medio de la pandemia.

Según el Banco Mundial, los desafíos más imponentes son: la situación fiscal y una desigualdad persistente. “Estos retos afectan los pilares básicos del modelo de desarrollo costarricense: inclusión, crecimiento y sostenibilidad.” (https://www.bancomundial.org/es/country/costarica/overview, junio 08, 20).

Podremos reconstruir nuestras sociedades centroamericanas, incluso, ponerles un nombre atractivo, epigramático, como Mayapán, por ejemplo, tenemos que construir un nuevo paradigma humano, que supere el egoísmo económico, y el humanismo depredador. ¿Cómo? Cuando la razón consciente logra vincularse al pueblo y a las necesidades de proteger la naturaleza.

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Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

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