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Letalidad del sistema de salud

Antropos

Dedicatoria a los abnegados trabajadores de la salud

No debemos de olvidar que el motor de desarrollo de un país, es la fortaleza de su economía, la salud y la educación. En este ámbito, algunas sociedades priorizan el comercio como práctica de los negocios y otros empujan la producción.

En cuanto a Guatemala, destacamos pocos ejemplos históricos del pasado y presente, en torno a la producción industrial, tal y como lo estudió el sociólogo guatemalteco René Poitevin en su libro: La Industrialización en Guatemala. Contrariamente a prevalecido el comercio como actividad económica central. Podría pensarse, como lo afirmó una distinguida estudiosa de las ciencias sociales, Beatriz Villarreal, que la vocación de los guatemaltecos es ser comerciantes por naturaleza. Ahí el ejemplo de las personas que generalmente, buscan por este medio, ganar unos quetzalitos para medio sobrevivir. Sobresalen claro está, los comerciantes con grandes capitales que venden mercancías por doquier a precios de mercado que ellos mismos imponen.

En Guatemala, también se destaca el mejor de todos los negocios, como lo es el hecho de invertir en los procesos electorales de cualquier signo, para comerciar al mejor postor, los puestos públicos de candidatos qué según la apariencia democrática, es por elección popular. Esta burla alcanza a su vez, a la selección entre comillas, de las diferentes cortes de justicia, lo que nos coloca ante un Estado en el cual todo se articula a través de los negocios, como resultado de la corrupción.

Esta descripción de la vida sociopolítica de Guatemala, nos Indica que todo está en venta en un país que expresa negligencia ante el bienestar de sus ciudadanos. Hace falta que la actividad productiva se fortalezca, porque ésta es en esencia, emprendimiento e imaginación tan necesario para alcanzar un mejor desarrollo de la vida nacional, priorizando centralmente, la producción de bienes para suplir una alimentación nutricional.

En ese sentido, todo esto me conduce a pensar acerca del tema o más bien, del problema de la letalidad del sistema de salud en Guatemala. Hoy, más que nunca, se desnuda y se recrudece porque un virus demoníaco entró en las entrañas de la sociedad dejando sufrimiento y lágrimas en su cabalgar de dolor, angustia y muerte.  Ninguna persona con dos dedos de frente y un poco de sensibilidad humana puede pasar desapercibida ante el hecho de no percatarse que sin una apuesta seria y contundente por la educación y la salud, el país va directo al despeñadero.

Significa qué en Guatemala, el Estado no ha dado la importancia debida y justa al sistema de salud. Antes bien, lo ha esquilmado con abultados brotes de negociantes corruptos. De ahí que gobierno tras gobierno desde hace décadas, no sólo no han invertido adecuadamente en el ámbito de la salud, sino que no hay planes estratégicos de corta y larga duración. A eso, habrá que agregarle que el Sistema de Salud, se convirtió en un botín en el cual se hicieron los negocios más viles en función de intereses particulares, todo en contra de la salud de la población. Poco les ha importado la desnutrición, el hambre y una serie de enfermedades que con recursos y una conducta de honorabilidad, se pueden resolver.

Un claro ejemplo de lo que es el comercio engañoso y abultado en el sistema de salud, es el precio de las medicinas, así como todos los aparatos médicos, biomédicos, infraestructura y otros etcéteras que le venden al Estado, bañado en una copa llena de corruptela. Es impensable que esta ingratitud se dé en nuestra sociedad guatemalteca.

No hay pecado más grande en una sociedad, que sus gobiernos no se preocupen honestamente por la salud.

Esta es lo más preciado del ser humano, porque sin ella, nada es posible, con ella todo marcha para bien. Un pueblo saludable es vigoroso, tiene energía y su inteligencia e imaginación creadora, se desarrolla fácilmente, a través de la educación.

Significa hoy día que con la pandemia que nos azota, abundan las muertes de tantos médicos, enfermeras y otras personas del aparato de salubridad, lo cual resulta trágico para un país, porque cada uno de ellos, son seres humanos que nos duele su partida, pero y además, son personas imprescindibles para el bienestar de la salud de una nación. Es impensable que no tengan los trajes biomédicos de protección adecuada y que a la vuelta de la esquina se infecten irremediablemente con las tristes caudas de que algunos de ellos mueren dramáticamente.

La realidad nacional nos muestra las cifras dolorosas de lo que significa la letalidad del sistema de salud en Guatemala. No es sólo su propio deterioro causado por el descuido, sino por la presencia de ese grupo de corruptos que no les ha dado vergüenza medrar con la enfermedad, negándole a la sociedad, un estado de salud y bienestar. Cada uno de los negocios que realizan, los envuelven con las normas de legalidad, pero, esencialmente es inmoral. Por ello, el dolor que nos causa la muerte de tantas personas abnegadas de la salubridad, es el resultado final de un gran deterioro social, que nos alcanza como país.

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