El misterio de las distopías

Sueños…

Gracias a la pandemia de Covid-19 se siente como si el mundo se estuviera rompiendo en partes. Impulsado por el interés propio, la desconfianza y un juego de nosotros contra ellos.

En un reciente estudio del Saxo-Bank, se menciona el siguiente pensamiento del connotado Aleksandr Solzhenitsyn: “Los seres humanos nacen con diferentes capacidades. Si son libres, no son iguales. Y si son iguales, no son libres”. Con lo cual, en su frío pensamiento, pone fin a las utopías. No se puede alcanzar una sociedad de iguales, pues los seres humanos no somos iguales. Es la eterna disputa entre utopía, el sueño de construir una sociedad equitativa, estable, amiga de la naturaleza y su truculenta adversaria: la distopía. En la Deutsche Welle, DW, revista de noticias alemana, de mediados de agosto, se hace mención de la eterna controversia entre humanos optimistas versus pesimistas. Aunque, por supuesto, nunca se sabe cuáles son los pesimistas, ni cuales los optimistas.

La publicación nos invita a revisar “¿Qué revelan las distopías sobre nuestro futuro? El tema de las sociedades indeseables se vende bien, incluso en tiempos de coronavirus. Más de un escritor, cineasta o artista pintó un panorama sombrío del futuro.” https://www.dw.com/es/qu%C3%A9-revelan-las-distop%C3%ADas-sobre-nuestro-futuro/g-54571217.

En el momento actual, ya sabemos que la crisis bicéfala (coronavirus & desmantelamiento de la economía mundial), ha transformado nuestro mundo, y nos conduce hacia un final desconocido, pero lleno de riesgos y confusión. Los optimistas piensan que todo pasará y no habrán cambios fundamentales en nuestra forma de ser y comportarnos como agentes económicos. Los pesimistas suponen, por el contrario, que todo cambiará, que surgirá un nuevo orden económico político internacional, en medio del caos.

Desde la crisis inmobiliaria y financiera del 2008-09, que pulverizó la globalización y fue el inicio del debilitamiento de Estados Unidos como superpotencia, que orientaba el mundo hacia la integración basada en el paradigma del mercado, el mundo entró en una larga recesión, que duro del 2008 hasta el 2019, y todos esperábamos que se resolviera en el 2020. ¿Por qué no salimos de la crisis hacia una nueva época dorada de crecimiento y bienestar?

¿Qué pasó? ¿Cómo surgió este dinámico y aterrador virus? ¿Cómo logró paralizar a todo el mundo e infundirnos tan tremendo miedo y desorientación?

El impactante Saxo-Bank, dinámico banco danés, nos dice que el problema se plantea desde hace mucho tiempo, especialmente “…en las últimas tres décadas, después del final de la Guerra Fría y especialmente con la trascendental admisión de China en la OMC en 2001”, el mundo se transformó y necesitaba una reforma profunda en sus relaciones económicas, sociales, políticas y ambientales. Coincidiendo con Paul Krugman, señalan, que a los problemas del debilitamiento de Estados Unidos como líder del sistema económico internacional, la emergencia y acelerada escalada de China a la competencia por el poder económico, político y militar mundial, así como el aumento impecable de la tecnología como eje del poder humano, el mundo se vió ante un enorme cráter de problemas sin solución. En lugar de buscar una salida, se continuo sin hacer nada.

Los problemas acumulados han llegado a un punto sin retorno. Las señales de una crisis sin precedentes se anunciaron con la “presidencia de Trump y con una aceleración impresionante en el espacio de unos pocos meses gracias a la pandemia de Covid-19 se siente como si el mundo se estuviera rompiendo en partes. Impulsado por el interés propio, la desconfianza y un juego de nosotros contra ellos.”

El impulso es “mi nación primero”. Abandonamos la utopía de una sociedad estable, en paz y cooperación. El modus operandi no solo en círculos políticos, sino también económicos es me encierro dentro de mi país, y que todo se hunda hasta que se encuentre un equilibrio aleatorio. (https://www.home.saxo/insights/news-and-research/thought-leadership/quarterly-outlook).

Es que los distópicos le ponen más adrenalina al asunto. Como se menciona en el link de la DW, “las distopías describen el futuro de manera sombría.” No se tragan el argumento del progreso humano, y consideran que el auge de la industrialización, el uso de la ciencia para manipular la producción y el consumo, y el progreso de la tecnología son el parte aguas del control total del egoísta ser humano sobre el mundo, que solamente puede terminar en el caos y la destrucción de las condiciones de vida en el planeta.

Los distópicos son muy connotados. Dostoiwsky en Los demonios, considera que todos los movimientos revolucionarios de cambio son manipulaciones de clases medias frustradas; Huxley en su Un mundo feliz, nos presenta el poder de la tecnología y el poder del Estado para ejercer el control total de las mentes de las muchedumbres. Orwell, con su 1984, y después de su decepción por las traiciones revolucionarias de la guerra civil española nos muestra el poder de un Estado totalitario que emerge de la II guerra mundial, tanto en oriente como occidente.

Parafraseando a Leonardo Padura,  podríamos decir que tenemos “certeza de que la vida puede ser el peor infierno”, y que la actual pandemia es el descenso en que se esfuman para siempre todos los lastres del miedo y el dolor. Puede ser que exageren los distópicos, puede ser que tengan razón. Lo cierto es que tenemos esperanzas, que la sociedad podrá revertir el cambio climático y volver al amor primero con la naturaleza.

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Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.