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El miedo

Teorema

Algunos psicólogos aseguran que el miedo es la emoción humana más poderosa. Se impone al conocimiento, doblega a la razón, subyuga a la inteligencia y tiraniza a quien lo sufre. Cuando el miedo se apodera de nosotros, somos incapaces de concentrar nuestra atención en nada, el miedo domina todo.

Durante todo este año, pero más desde marzo, la población del mundo ha sufrido una crisis de miedo que ha superado cualquier experiencia anterior, incluso la guerra. La gran mayoría de quienes vivimos en Guatemala entre 1963 y 1981 —los años más terribles de la guerrilla— no abrigamos el miedo que sí sentimos estos meses. Quizá ni los combatientes de uno y otro bando fueron presas del pánico; este quedó reservado para las víctimas de ambos bandos.

Posiblemente en algún momento, durante los meses anteriores, usted, estimado lector, temió haber sido contagiado y sintió ese miedo. Habrá amanecido con dolor de cuerpo, decaimiento y pensó que le costaba un poco respirar. Normalmente no habría hecho caso, pero esta vez sintió angustia.

Sin embargo, usted sabía que había estado encerrado y no había tenido contacto con nadie que hubiera podido estar enfermo. Había sido meticuloso en el lavado de cara y manos. Todos los alimentos que ingresaron en su hogar habían pasado por un estricto protocolo de asepsia. Y aun así…

Sin posibilidad de contagio, usted simplemente fue víctima de la psicosis de miedo generada por la prensa, las redes sociales y el gobierno. Muchos mensajes subliminales actuaron sobre usted. Un presidente que se presenta enmascarado (la sola mascarilla genera la sensación de sospecha y amenaza inminente de un gran peligro) y que, con estudiada expresión de funeral, recita el número de personas contagiadas y fallecidas, no podía sino afectar su estado emocional y hacerle sentir miedo.

Aún hoy, los padres y los abuelos rehúsan recibir la visita de sus hijos y nietos porque temen que los puedan contagiar. Los hijos y los nietos no quieren visitar a sus padres o abuelos porque temen contaminarlos, a pesar de saberse sanos. He oído de niños que se sienten desamparados si no tienen puesta una mascarilla. Muchas personas mayores temen salir a la calle; quienes consiguen superar su propio miedo, deben enfrentar el de sus parientes jóvenes cuando buscan detenerlos.

Algunas poblaciones, que antes se solidarizaban con la pena de un vecino enfermo, ahora han tratado de expulsarlo del caserío. Los infectados mantienen su enfermedad en secreto porque saben que ya hubo intentos de linchamiento. Alguien escribió diciendo que después de la pandemia habría una nueva realidad y que de ella surgiría una estirpe humana mejorada ¡Vaya estupidez! Lo que hemos pasado causará lo contrario, seremos menos sapiens, más primitivos.

La inmensa mayoría de personas desconocemos los síntomas de las enfermedades más comunes. Los cánceres, la diabetes, las enfermedades del corazón, la tuberculosis y otras, se anuncian indicando su inminencia. Al desconocer esas señales, no las atendemos. Nos enteramos cuando la enfermedad ya ha avanzado. A veces, cuando es demasiado tarde.

¿Conoce usted cuáles son los primeros síntomas que experimenta una persona contagiada con covid 19? ¿Sabe cuánto tiempo transcurre desde la infección hasta el primero de los síntomas?

Si usted, un pariente o un amigo cercano resultara contagiado ¿Qué haría? o ¿Qué recomendaría hacer? ¿Iría a un hospital privado? ¿Tiene alguna idea de cuánto podría costarle? Si tiene seguro ¿sabe si está cubierto y qué cantidad le corresponde pagar a usted? ¿Es usted de esos seres temerarios que acudirían al IGSS o a un hospital público? ¿Tiene idea del riesgo que tal decisión implica? ¿Buscaría quedarse en su casa, tomar algunas precauciones y pasar allí el período de la enfermedad, acudiendo a un médico o un hospital únicamente si se agrava?

Si opta por aislarse en una parte de su casa y pasar allí la enfermedad ¿sabe cuál es el tratamiento que debe seguir? ¿Qué precauciones debe tomar para no infectar a otros? ¿Conoce los medicamentos que debería utilizar, la concentración, la posología, la frecuencia…? ¿Tiene idea de cuánto cuestan? Si vive sólo ¿sabe cómo debería prepararse? ¿Qué alimentos debe tener su casa para no salir? ¿Ya pensó a quienes acudir en caso necesario?

Ya no más preguntas. Le suplico disculparme por haberlas hecho, confío no haber aumentado su sensación de temor. Si no ha podido responder una o más, asegúrese de poder hacerlo. La pandemia está en la fase que los expertos llaman de infestación, que es anterior a la fase de inmunidad total (cuando el número de infectados ha alcanzado a cerca de dos tercios de la población expuesta).

Usted es libre de creer en la versión oficial que asegura que se han reducido los contagios en la capital, aunque están al alza en Izabal. Pero también puede razonar que la ante la crisis hospitalaria, la falta de medicamentos y la bravata del presidente diciendo que uno va por su cuenta y riesgo, la gente ya no acude a los servicios públicos de salud sino busca curarse en casa.

En este artículo me propongo expresar lo contrario a lo que asegura el presidente. En primer lugar, decirle que, si usted es una persona sana, su riesgo de morir es insignificante, tan reducido como perecer en un accidente de tránsito. John Ioannidis, posiblemente el más renombrado epidemiólogo de Estados Unidos afirma que el covid 19 es una pandemia ordinaria, una enfermedad extendida pero leve, comparable a la influenza o gripe para la población en general. Debido a que en Guatemala tenemos una población muy joven tal criterio aplicaría a cerca de 90% de nuestra gente.

La Dra. Barrientos y el Dr. Chiu, entre otros, enfatizan que, para que esto sea cierto, el tratamiento se debe iniciar desde el primer síntoma y debe ser sintomático. Que los medicamentos se deben tomar conforme se van presentando los síntomas (nunca medicarse antes de que surja el síntoma). Si un contagiado se trata de esa manera, quienes tienen un sistema inmunológico fuerte, superarán la enfermedad en poco más de una semana y solo con molestias mínimas.

Las enfermedades concomitantes (enfermedad cardiovascular, hipertensión, diabetes, obesidad, enfermedad respiratoria crónica, enfermedad renal…) debilitan el sistema inmunológico. Si están presentes, el tratamiento se extenderá dos semanas o poco más pero sólo uno de cada diez de estos casos podría requerir hospitalización.

La clave es el sistema de inmunidad personal. Con el paso de los años el organismo sufre un deterioro general y progresivo, que causa que el sistema inmunológico se debilite. Pero la edad solo es uno de los factores que lo afectan. Su fortaleza depende del estilo de vida, la alimentación, la salud emocional y, más que nada, del aire que se respire.

La población que vive en el campo y trabaja bajo el sol (cerca del 40% de guatemaltecos) respira aire fresco. Este contiene los virus, bacterias y hongos que flotan en el ambiente e ingresan en su organismo. El sistema inmunológico de esas personas se ejercita permanentemente cuando somete a tales invasores a su control, en una actividad intensa y permanente que lo mantiene fuerte. Es como un atleta que se ejercita todos los días.

El encierro y el uso innecesario de mascarillas debilita el sistema inmunológico de las personas. Por eso se recomienda a las familias ir al campo, dejar de lado las mascarillas, tomar el sol, inhalar aire fresco, hacer ejercicios de respiración… Todo con tanta frecuencia como sea posible. Quienes viven en el campo podrán estar mal alimentados, pero, afortunadamente, la mayoría posee un sistema inmunitario poderoso.

Para tratar la enfermedad (COVID 19) la doctora Barrientos ha puesto al servicio de quien desee seguirlo, el protocolo que ella ha empleado en miles de pacientes a quienes ha conseguido sanar. Este es el enlace donde usted lo puede encontrar: https://edicioncero.org/images/Tratamiento_docmariaeugeniabarrientos.pdf

Estoy seguro de que usted ha oído hablar de esa extraordinaria mujer que honra a su patria, El Salvador, como ningún otro salvadoreño en la actualidad. Personalmente, creo en ella, en lo que dice y la evidencia que presenta: Entiendo que, a principios de julio había atendido a cerca de 3 mil pacientes, sin ninguna muerte que lamentar. No puedo certificar la veracidad de lo anterior. Aun así, espero que usted también la perciba de esa manera.

Hablando de ayudar, después de examinar su protocolo, si lo acepta como válido, usted podría copiarlo a quien usted conozca que pueda necesitarlo. Mejor si en el interior del país, donde podría haber menos información. El finquero, el comerciante, la señora del mercado, el panadero… ellos pueden ayudar a los demás. Se trata de ayudarnos unos a otros, de salvar las valiosas vidas de nuestros conciudadanos.

Conozco a una persona que se contagió y sanó. Vive en una aldea de San Juan Sacatepéquez. Le he pedido que ayude a miembros de su comunidad que enfermen. Ahora él es inmune, cuenta con la experiencia de haber superado la enfermedad, ha visto los vídeos de la doctora Barrientos, conoce su protocolo… así que puede hablar con toda propiedad del tema. Le dije que él puede ayudar a otros más que cualquier enmascarado farsante.

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José Fernando García Molina

Guatemalteco, 67 años, casado, dos hijos, ingeniero, economista.Tiene una licenciatura en ingeniería eléctrica de la Universidad de San Carlos, una licenciatura en ingeniería industrial de la Universidad Rafael Landívar –URL–, una maestría en economía en la Universidad Francisco Marroquín –UFM–-, estudios de especialización en ingeniería pentaconta en la ITTLS de España.

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