Resistencia, el destino de todos

Sueños…

La fuente del desbordamiento, en forma angustiante es el mismo humano.

El virus nos tiene arrinconados. El cree que nos va a derrotar. Sin que lo sepa estamos preparándonos para que su fin sea un tributo a la madre naturaleza, ya que después del virus los humanos vamos a construir un mundo nuevo, un mundo mejor para todos. En dónde nuestros espíritus estarán en paz con todos los seres vivos y no volveremos a martirizar a ningún ser de la creación.

En su Amante de Lady Chatterley, D. H. Lawrence, nos señala el camino. “La nuestra es esencialmente una época trágica, así que nos negamos a tomarla por lo trágico. El cataclismo se ha producido, estamos entre las ruinas”. Pero encontraremos nuevas formas de vivir, alimentarnos y convivir entre humanos y con la naturaleza. Dejaremos atrás los lujos y la decadencia de las grandes ciudades, no podemos seguir viviendo hacinados en medio de millones de seres aprisionados en paredes de cemento. Vamos a vivir en contacto con la tierra, sembrando nuestros alimentos y teniendo “nuevas esperanzas insignificantes”.

Será una vuelta a la vida compleja, el futuro será reconstruir nuestras formas de pensar y actuar. Pero, no queda otro rumbo, superar los obstáculos de la mente y vivir en solidaridad y equidad. “Hay que seguir viviendo a pesar de todos los firmamentos que se hayan desplomado.”

Como en los cuentos de mayor terror, el dilema es claro, la extinción de las demás especies, por obra del ingrato ser humano, nos condena a desaparecer en condiciones de miseria. Alejandra Martins[i], lo resume: “La captura y tráfico de especies amenazadas y la destrucción de ecosistemas facilita los «derrames» o «desbordamientos»: el pasaje de virus de animales a humanos.”

La naturaleza tiene que sobrevivirnos. El planeta y sus condiciones de vida podrán resurgir luego de nosotros, hemos llegado a la línea de spillover, lo aceptemos o no, hay una especie de «desbordamiento» o «derrame», o sea, “el pasaje de un virus u otro patógeno desde su portador no humano a su primer portador humano, o paciente cero.”

La fuente del desbordamiento, en forma angustiante es el mismo humano. Al destruir las condiciones de vida, el hábitat, del resto de especies, generamos un efecto de transmisión de virus hacia nosotros mismos.

«Es una convergencia desafortunada de factores que acaba en situaciones de crisis como la que atravesamos con la actual pandemia». La enseñanza parece evidente, tenemos que detener la extinción de las otras especies y la destrucción de los bosques, ríos, mares y lugares de naturaleza salvaje. Para el ser humano es casi imposible detenerse, no podemos parar el crecimiento de la población humana, ni su consumo irracional, ni su capacidad productiva, será que la creación nos prepara para un escenario de horror y destrucción mutua, será que terminaremos en el canibalismo.

Cuando se lee la novela de Leonardo Padura, El hombre que amaba los perros, se tiene la impresión que nuestros sueños y esperanzas se quiebran como un espejo, en que las fibras del vidrio rompen las expectativas universales de una sociedad feliz. Al salir de una crisis social de hambre, dictadura y miedo, vamos a regresar a nueva normalidad, pero al despertar será evidente que todo quedó deshecho en el camino y vamos a vivir en un extraño mundo, que será una espiral sin rumbo, en “donde las reglas de juego han cambiado”, y vamos a tener que reconstruir todo. Ojalá tengamos el cariño, la fuerza y el valor de aceptar el cambio y contribuir a forjar un nuevo mundo solidario, equitativo, esencial.

Para compartir el planeta con el resto de seres de la creación, árboles, plantas y animales, tendremos que vivir con salarios similares, oportunidades iguales de acceso a la cultura y la salud. Vivir en un mundo desigual, con salarios siderales y salarios de miseria, en que la pobreza no sea equitativa, sino que la posea el 80% de la población no será posible. Esta sociedad del sálvese quién pueda, nos lleva a la catástrofe. Ojalá sea posible construir otra sociedad. O conformarnos con las palabras de Jorge Manrique “…cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor”.

Carlo Frabetti, en un alucinante colección de ciencia ficción decía: “Pero el futuro está cada día más cerca, en él sentido de que cada vez es mayor la velocidad del llamado «progreso» (aunque en pocos sentidos se pueda considerar un avance); en todos los campos, los acontecimientos se precipitan, y los «riesgos implícitos» ya no aparecen siempre como remotas posibilidades, sino, a menudo, como algo potencialmente cercano, doblemente alarmante por su proximidad.”

Ojalá que estemos a la altura de este nuevo reto para toda la humanidad y construyamos una sociedad mejor, amiga de toda la naturaleza. O será que la naturaleza nos cantará junto a Rodríguez: “Ojalá se te acabe la mirada constante/ La palabra precisa, la sonrisa perfecta,/ Ojalá pase algo que te borre de pronto/ Una luz cegadora, un disparo de nieve.”


[i] BBC News Mundo, 16 abril 2020, https://www.bbc.com/mundo/noticias-52282656

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Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

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