El superministro
Barataria
Guatemala ha entrado en una muy peligrosa senda de debilitamiento del Estado de Derecho y continúa socavando la institucionalidad.
La interpretación de la ley no es antojadiza existen reglas claras dispuestas por la hermenéutica jurídica en la Ley del Organismo Judicial y la Constitución Política de la República. La interpretación de las normas legales no deviene del criterio de quienes ejercen el poder por mucho que crea que son dueños del mundo o que tienen decisión en asuntos importantes, puesto que respecto a la ley, el funcionario público cualquiera que sea es depositario de la ley, no y nunca superior a ella. O sea está para cumplir la ley y no para tergiversarla, utilizarla en fraude o bien para creer que puede suponer lo que la ley establece.
En medio del peligro que representa el debilitamiento institucional se ha promovido un peligroso deterioro de la autoridad que se ejerce dentro del Organismo Ejecutivo y que viene a debilitar la figura del Vicepresidente de la República, los Ministros de Estado y los Gabinetes que se conforman dentro del Ejecutivo puesto que de hecho o de facto el presidente Giammattei ha creado y fomentado la figura de un “Superministro” que se encuentra bajo la autoridad del presidente, pero sobre la autoridad de los Ministros de Estado. El señor Miguel Martínez, hasta hace unos meses era una persona desconocida en el medio, sin embargo por declaraciones del propio presidente y del mismo señor Martínez se sabe que ambos se conocen de hace muchos años y que hay mucha confianza y que el señor Martínez, en entrevistas que ha dado a medios expresa que una de sus “capacidades” es que conoce muy bien al presidente, como si ello fuera una cualidad para ejercer una función pública.
Es tal la figura que se ha creado con el “Superministro Martínez” que incluso es la persona que figura en las inauguraciones de obra pública, está en el preludio del mensaje presidencial los domingos dedicándole un espacio de tiempo importante y además de ello resulta interesante en la dinámica de la función pública que ese espacio que debería ocupar por lo regular el Ministro del ramo, resulta que es ocupado por el señor Martínez a quien se le hace imagen pública.
En cuanto al vicepresidente Castillo quien constitucionalmente tiene la función de “Coadyuvar, con el presidente de la República, en la dirección de la política general del Gobierno” se ve opacada por la función del Centro de Gobierno y con ello resulta inviable un pleno ejercicio de la Presidencia de la República puesto que existe un funcionario de mayor confianza del presidente de la República que interfiere en estas funciones, por lo que los Ministros de Estado ya no saben a quién en realidad deberán de rendir cuentas, si al presidente, al vicepresidente o al señor Martínez quien ejerce un poder paralelo, de facto y superior al poder de los Ministros y del mismo Vicepresidente. Conforme ha pasado el tiempo y por la misma pandemia, ha resultado que el “Superministro” es el que se ha llevado los aplausos de la construcción de los hospitales temporales para tratar los enfermos de pandemia, asimismo es quíen ha coordinado una serie de acciones que ni los ministros parecen estar enterados y por ultimo parece que su poder en el Ejecutivo crece como la espuma en complicidad con el señor Giammattei, que ha delegado funciones que no están en ley pero que discrecionalmente le ha permitido realizar porque siendo el hombre de mayor confianza del gobernante realizará muchas otras más a medida que su figura pública crece y quién sabe si no en las próximas elecciones va por un cargo de elección popular.
Anteriormente el presidente Giammattei ha demostrado ser intolerante con la prensa, pero no sabíamos que esta “cualidad” también es una característica personal del señor Miguel Martínez puesto que se manifestó dispuesto a iniciar acciones legales en contra de un medio periodístico por haber publicado un reportaje. En Guatemala, los funcionarios PUBLICOS, quieren ejercer tal función sin caer en la cuenta que sus cargos deben ser expuestos a la opinión de todos los ciudadanos y de los medios de prensa, es una FUNCION PUBLICA y como tal esa exposición pública no puede separarse de su cargo. Si algún funcionario del Estado no quiere ser expuesto a la opinión pública debería de continuar con sus funciones y su vida privada. Esto, aunque parece difícil de entender es parte del escrutinio al que debe someterse cada funcionario especialmente cuando están devengando un salario que es igual o más alto que el que devengan los Ministros de Estado y ejercen un poder que al menos en sus acciones parece ser ilimitado y respaldado por el gobernante.
La intolerancia del señor Giammattei es muy, pero muy peligrosa y mucho más cuando delega su poder respaldando los actos de su “Superministro”, porque esto puede degenerar en persecución. Al escribir estas líneas surge la noticia de que el periodista que publicó la nota sobre el señor Martínez fue capturado en supuesto estado de ebriedad y escándalos en la vía pública, conociendo quien es el Ministro de Gobernación actual y quien ocupa la presidencia no resulta raro este tipo de capturas que era la forma en que las fuerzas de seguridad en el pasado cobraban venganza y amedrentaban a las personas opositoras al régimen. En otras palabras estamos regresando a los años 60´, 70´y 80´ y tristemente vemos que el endeble Estado de Derecho se cae en pedazos porque hay muchos funcionarios se están deslegitimando cuando se apartan de la ley para seguir los dictados de sus aviesos propósitos, así tenemos al Congreso de la República, la Corte de Constitucionalidad, la Corte Suprema de Justicia y el presidente Giammattei, cada uno con su propia agenda que, lamentablemente no incluye a Guatemala ni mucho menos un Estado de Derecho sólido.

Lea más del autor: