Plan integral contra el narcotráfico
Punto de Vista
El plan nacional que se diseñe, debe integrar acciones simultáneas con los países vecinos afectados por el narcotráfico.
Hace un par de meses, en la columna titulada “Posible descertificación, todo comienza así…” señalaba que sería oportuno elaborar un Plan Nacional que abarcara los niveles estratégico, operacional y táctico, demostrando el compromiso por el combate al narcotráfico.
Asimismo, en otra columna haciendo referencia al Informe Mundial de Drogas 2020, se puntualizaba que se necesita un enfoque internacional concertado en los países de origen, tránsito y destino, para lo cual es necesario promover iniciativas de creación de capacidad en los países, con el objetivo de mejorar la calidad y la cobertura de los datos nacionales y realizar una labor de investigación operacional sobre los mercados de drogas.
Dicho lo anterior, es primordial elaborar un Plan Nacional Integral para desmantelar los mecanismos de uno de los negocios transnacionales que más ganancias dejan en el mundo y que involucra por igual a los países de demanda y de oferta de la droga.
Un plan nacional integral contra el narcotráfico, no es exclusividad de un ministerio, debe ser la combinación de acciones de varios ministerios (Defensa, Gobernación, Relaciones Exteriores, etc.), secretarías y otros poderes del Estado, que abarque los temas de prevención del consumo, tráfico de drogas, lavado de dinero, precursores químicos, incluso otros delitos conexos, como el tráfico de armas y de personas. Agregaría además, la corresponsabilidad de aquellos departamentos donde se cultiva marihuana, amapola o coca, porque es necesaria una transformación en estos territorios y la búsqueda de un desarrollo alternativo.
Al ámbito nacional, debe sumarse el internacional, aplicando el principio de la «responsabilidad compartida» la cual establece que las medidas de lucha contra el problema mundial de las drogas son una responsabilidad común y compartida que exige un enfoque integral y equilibrado (Asamblea General de las Naciones Unidas, 1998). En otras palabras, el plan nacional que se diseñe, debe integrar acciones simultáneas con los países vecinos afectados por el narcotráfico. Es lo que algunos llaman, una “diplomacia internacional contra el narcotráfico”.
Justamente, el Informe Mundial de Drogas 2020 hace ver este punto: “los países han manifestado la falta de acuerdos para entablar una cooperación operacional y otras cuestiones de índole más práctica, incluso la imposibilidad de determinar cuáles son los homólogos a los que deben dirigirse”.
Por otro lado, el lavado de dinero y la persecución de los bienes de origen ilícito son primordiales en el combate al narcotráfico. De ahí la importancia de las fiscalías del Ministerio Público y la Intendencia de Verificación Especial (IVE).
Como último punto pero no menos importante, es dejar en claro el rol fundamental que juega en todo el tema la Fuerza Aérea Guatemalteca, única con responsabilidad en la interdicción de aeronaves que ingresan ilícitamente al espacio aéreo guatemalteco. Sin un proceso de modernización y transformación institucional real y con presupuesto nacional, sin un fuerte impulso estratégico para la interdicción, seremos incapaces de detener el trasiego aéreo. La misma observación para la marina guatemalteca.
Largo y espinoso camino por recorrer, sí, pero mientras la legalización de las drogas, quedó como un proyecto perdido o al menos olvidado, hay que pensar en un plan nacional integral contra el narcotráfico, sin olvidar la responsabilidad compartida.

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