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Pueblos originarios ante el bicentenario de la independencia (3)

Tanmi Tnam

La situación actual de los pueblos originarios merece esfuerzo en estudiar y comprender los hechos que se dieron durante la invasión española y cuyo impacto negativo ha permanecido por varios siglos y que a la fecha escasean actores que tomen la palabra y acciones para buscar soluciones que propicien justicia, paz, condiciones de vida y armonía entre pueblos.

Las fuentes históricas narran los hechos que sucedieron al momento de la invasión en 1524 y años siguientes y la celebración del bicentenario de la independencia hace que sea importante repasar algo de la historia específica para interpretar las demandas actuales de los pueblos originarios. De gozar de libertad, autonomía y dinámica de desarrollo bajo la responsabilidad de los propios pueblos para pasar a condición de desconocidos, obligados a perder sus tierras y vivir en esclavitud por varios siglos, reflejan condiciones que necesitan de respuestas políticas justas y democráticas. Al momento de la invasión, el territorio maya abarcaba lo que hoy se conoce como los Estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo y Chiapas del sur de México, Guatemala, Belice, parte de Honduras y de El Salvador. Este era el territorio habitado por el Pueblo Maya que tenía entonces alrededor de 30 idiomas que comunicaban la visión, los valores, los conocimientos, la tecnología y las artes con una visión común.

En cuanto a las tierras, la Corona Española contaba con el apoyo de la Iglesia Católica de aquel tiempo y ésta emitió el 3 de mayo de 1493 la Bula Inter Caetera del Papa Alejando VI a favor de los reyes católicos para adueñarse de las tierras invadidas diciendo que “como Vicario de Jesucristo, a tenor de las presentes, os donamos concedemos y asignamos perpetuamente, a vosotros y a vuestros herederos y sucesores en los reinos de Castilla y León, todas y cada una de las islas y tierras predichas y desconocidas que hasta el momento han sido halladas por vuestros enviados”. Todo esto sucedió sin tomar acuerdos con quienes habitaban estas tierras, pero sí imponerles el cristianismo tal como lo establecía la misma Bula Papal al indicar que “a fin de reducir a sus pobladores a la aceptación de nuestro Redentor y a la profesión de la fe católica”. También se dispuso el “Requerimiento” que en la práctica se concretó en el acto de imponer el cristianismo a la población originaria, perder sus tierras y tener otra autoridad. Hay documentos históricos que relatan que los evangelizadores tenían esclavos a su servicio.

Por parte de los invasores, hubo acciones de desconocimiento, descalificación, rechazo y persecución hacia la cultura, organizaciones y conocimientos de los pueblos originarios. Fue constante que los españoles asociaran muchas prácticas culturales como manifestaciones del mal y que, por lo mismo, la población originaria debía abandonar su lengua, sus creencias y su cultura. La sobrevivencia de la cultura de los pueblos invadidos se debió en parte a la resistencia, el estar ubicados en zonas remotas, la dispersión en las montañas y la práctica cotidiana aun en las peores condiciones o en contra de la aprobación de los españoles. Ante esta realidad de aquel tiempo, no tardó en aparecer la “Reducción a pueblos” que consistió en agrupar a familias de pueblos originarios para el control en beneficio del poder español, conversión al cristianismo y mano de obra disponible.

Es importante estudiar y comprender el pasado con las condiciones complejas del presente porque ayudan a construir el futuro deseable con la participación de todos los pueblos.

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