¿Cuántas más?
Barataria
El martes 6 de Octubre el país amaneció con una convulsión social muy grande en las redes sociales que se desbordaron en comentarios relacionados con la aparición del cadáver de la señorita Litzy Amelia Cordón Guardado, de 20 años de edad en un terreno baldío de la aldea Los Puentes, Teculután, Zacapa.
Según se supo, Cordón fue secuestrada el pasado lunes 5 de octubre y sus familiares lo denunciaron, por lo que las autoridades colocaron una alerta Isabel Claudina, y quienes le vieron por última vez afirman que se encontraba en el sector de Barranca Seca, Teculután. El caso triste de esta joven estudiante de Trabajo Social en la Universidad Rafael Landívar en Zacapa, no es único en el país cuyas estadísticas de este flagelo es asombroso y vergonzoso según el Observatorio de Mujeres del Ministerio Publico entre agosto y septiembre de este año hubo 660 alertas activas de Isabel-Claudina y la cantidad de delitos cometidos contra las mujeres tienen una tasa de 816 víctimas por cada 100,000 habitantes.
En efecto, en países como Guatemala el lastre del machismo y las actitudes misóginas están a la orden del día, son actitudes toleradas por la misma sociedad, apoyadas incluso por mujeres quienes determinan su posición por debajo de los hombres y promueven que sean los hombres quienes “dominen” a las mujeres. Son muchos los hogares en Guatemala en donde se les enseña a las niñas a servirles de comer a sus hermanos, a levantarle los platos de la mesa, a ser “respetuosas” con sus hermanos pero no se exige de los niños esas mismas actitudes. La excusa más común es: “es que él es hombre” y así, a las niñas se les dice : “tienes que aprender a cocinar, lavar y planchar porque cuando te cases que le vas a hacer a tu marido”, como si una mujer se casara únicamente para ser la del oficio domestico de su esposo. Todas estas conductas que van formando futuras generaciones que ven en las mujeres seres inferiores son las que más adelante provocan la violencia intrafamiliar, el maltrato y los golpes a las mujeres como si eso fuera demostrar que es hombre, cuando en realidad se demuestra la debilidad frente a la templanza femenina.
Ya en el Matrimonio establecen con mayor fuerza la conducta misógina y machista, la esposa debe “pedirle permiso al esposo para salir a algún lado”, la esposa “debe pedirle permiso al esposo para pintarse el pelo, hacerse las uñas, vestirse con este tipo de ropa etc.”; es decir que el esposo ejerce en el matrimonio una especie de reinado patriarcal que controla todo incluso los gustos de la esposa. Este control, por supuesto también es económico, porque muchas son las mujeres que trabajan y su cheque deberán entregárselo endosado al esposo porque “es un buen administrador” no hay peor chiste. Ni podemos imaginar aquellos matrimonios en donde la esposa gana más que el esposo o le aventaja profesionalmente y donde los problemas están a la orden del día, porque el esposo se siente desplazado y dependiente.
Con todo esto se puede determinar que el machismo y la misoginia son conductas que surgen en el seno del hogar y se van estableciendo, protegiendo y fomentando en la sociedad en los distintos niveles, de allí que la violencia de género, la denigración de la mujer la desvalorización pragmática, es un hecho que se fomenta y crece a ciencia y paciencia de esta sociedad guatemalteca, hombres y mujeres incluidos y en donde la igualdad que establece la Constitución solamente es una frase en un texto pero que en el plano material continua inexistente.
De tal manera que somos testigos muchos de la dificultad que tienen las mujeres en los puestos de trabajo para igualar y superar a los hombres, ya que esto no depende de su capacidad y experiencia; sino por su condición de mujer que le llevara a luchar contra la desigualdad de salarios por un puesto similar (en donde hombres ganan más que mujeres sin explicación aparente), del acoso sexual de que son víctimas en los centros laborales, y de los casos graves en la educación en donde existe una tendencia malsana de ciertos pseudo catedráticos universitarios que literalmente viven acosando a las estudiantes bajo el miedo de perder un curso, cursos estos que imparten de tal suerte que parece que nadie los puede ganar porque “mientras más difícil parezca el curso mejor es el catedrático”.
Sin embargo la violencia de género es la cúspide de todo este sistema que toleramos los guatemaltecos que sin inmutarnos leemos a diario noticias de mujeres que aparecen asesinadas, mujeres que desaparecen o mujeres que son golpeadas por sus cónyuges, novios y compañeros de hecho y que forman parte del folklore guatemalteco que ve como normal estos hechos que deberían de darnos vergüenza. Baste leer las redes sociales al denunciarse la desaparición de Litzy Cordón, cuando aún no había aparecido su cuerpo; muchos en las redes escribieron cosas denigrantes que cito sin intención de ofender la memoria de dicha señorita sino para ejemplificar lo estúpido, misógino, cobarde y machista de esta sociedad al indicar cosas como las siguientes: “anda cogiendo con el novio ya va a aparecer”, “siempre pasa lo mismo, ponen en preocupación a los padres y ellos gozando… que mal”, “ Ya la buscaron en los moteles”, “esa chica como es de bonita ha de estar enmotelada con algún pistudo” “se fue con marido”. Si ustedes han visto cuando algún hombre desaparece las redes se inundan con mensajes diferentes como “ojalá aparezca”, “pobre ojalá no lo hayan secuestrado”, “esperemos que pronto regrese con su familia” y cosas por el estilo, porque esta es una sociedad inmoral machista y en ese caso nadie escribiría algo como se quedó borracho, está en un motel, o cosas semejantes. Pero no se trate de una mujer porque las redes se desbordan con comentarios estúpidos y machistas que ven como si las mujeres que desaparecen son porque andan buscando disfrute sexual. Esta triste realidad se refleja también cuando hay casos de violencia contra la mujer en donde muchos llegan a justificar que un hombre golpee a una mujer indicando cosas como “se lo merece porque lo engaño”, “eso andaba buscando ella que la golpearan”, “para que se pone brincona si no aguanta” y muchos de estos mensajes que lo único que hacen es fomentar la cultura del machismo, misoginia y violencia de genero.
El caso de Litzy, como dije anteriormente no es el primero, tampoco será el último, y esto hace que tristemente nos preguntemos: “¿CUÁNTAS MAS?”, ¿cuantas más van a asesinar?, ¿cuantas más van a secuestrar?, ¿cuantas más van a golpear?, ¿cuantas más van a acosar?, ¿cuantas más, cuantas más?. Porque si esta sociedad no cambia desde los hogares en donde los papás y las mamás tienen que dejar de apoyar conductas misóginas y machistas de sus hijos; o desde los centros de educación en todos los estratos desde preprimaria hasta la universitaria combatan este tipo de conductas que denigran a las mujeres; o desde los centros de trabajo del sector privado y público en todas las instituciones en donde se debe combatir seriamente este flagelo y por ultimo pero no menos importante desde el Gobierno de la República que deberá de establecer una política pública clara de respecto e igualdad de la mujer; siempre vamos a ver este tipo de situaciones graves en donde la violencia contra la mujer será pan de todos los días que nos atrasa como sociedad y nos limita como seres humanos.

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