Pueblos originarios ante el bicentenario de la independencia (4)

Tanmi Tnam

Cada 12 de octubre facilita a los pueblos originarios de Guatemala y de Abya Yala detenerse un poco para hacer una lectura crítica de los hechos del pasado que ayudan a comprender mejor las condiciones actuales y hacer el esfuerzo por cambiar los hechos negativos para lograr acuerdos políticos, económicos y culturales para una convivencia en igualdad de condiciones. Los pueblos originarios ya ocupaban estas tierras miles de años antes de la invasión.

El 12 de octubre de cada año, es para los pueblos originarios día de luto y lamento debido a las grandes consecuencias negativas que se dieron desde el inicio de la invasión hasta nuestros días. Nuestros antepasados vivieron los momentos más difíciles de su vida personal, familiar y colectiva. En aquellos días hubo sueños, dolor, aflicción, enfermedades, lágrimas, sufrimiento, sometimiento, persecución, esclavitud y muerte. Es el día en que inició la pérdida del territorio, de la autonomía, de la libertad, de autoridades y elementos de la cultura materna. El 12 de octubre de 1492 es el día de la invasión y del atropello más grande que han vivido los pueblos originarios de Abya Yala y cuyas consecuencias se comparten de una generación a otra durante un poco más de cinco siglos. Actualmente, el sufrimiento es profundo al vivir en condiciones de miseria, extrema pobreza, innumerables actos de discriminación y racismo por parte de la población dominante y de las instituciones del Estado actual. Para los pueblos originarios de Abya Yala, no tiene significado buscarle distintos nombres a la invasión española debido a que no modifica los hechos sucedidos hace más de 520 años y tampoco transforman las condiciones actuales en que vive la población indígena en el continente.

Las fuentes históricas, narran que una de las medidas que tomaron los invasores fue “La Encomienda” que consistió en entregar al invasor cierta cantidad de personas miembros de pueblos originarios para el trabajo y que creyeran obligadamente el cristianismo. Silvio Zavala (1935) en su trabajo La Encomienda Indiana dice que la finalidad de la Encomienda era “llenar las necesidades de mano de obra de las empresas agrícolas y mineras”. Estas condiciones de sometimiento, explotación y trabajo sin límites ocasionaron consecuencias que golpearon fuertemente a la población originaria.

Una fuente histórica importante es el Cedulario de Encinas, tomo II en una de cuyas páginas se encuentra la orden de repartir personas y tierras a los invasores cuando dice que “tenemos acordado, que haga repartimiento perpetuo de los dichos indios, tomando para nos, y para los Reyes (…) y del restante hagáis el memorial y repartimiento de los dichos indios y tierras y provincias de ellos”. En este hecho, el español que recibía a las personas y sus respectivas tierras se le llamaba Encomendero y a través de normas de la época se le pedía que viviera cerca o dentro de su Encomienda. Es de imaginar el impacto negativo de la imposición y cumplimiento de estas prácticas en la vida de la población originaria hasta nuestros días.  En el caso de que la población originaria resistiera y no se sometiera a los encomenderos, entonces era necesario declararles guerra tal como se menciona en el Cedulario de Encinas, tomo IV, cuando dice “y en caso que por esta vía no quieran venir a nuestra obediencia, y se les hubiere de hacer guerra”. Los hechos a partir del 12 de octubre 1492, dan el norte para la construcción de un proyecto político común con la participación y representación de todos los pueblos de Guatemala.

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