El cuarto de la muchacha

Punto de Vista

Cuarto oscuro o a media luz, con medio baño, en la parte de atrás de la casa, cama imperial, pequeño closet y los uniformes colgados: es el cuarto de la muchacha.

La primera en levantarse, hay que hacer el desayuno para la familia y luego la limpieza de la casa: tender camas, aspirar, lavar, planchar, preparar el almuerzo…. No olvidar atender al más “peque”, darle el puré y el jugo, en la tarde sacarlo al parque, ahora con mascarilla puesta y que no se le olvide el perro caniche. Mientras lo cuida y no lo cuida porque a veces tiene solo 15 años de edad, habla por celular (a veces inteligente y prepago) en el idioma materno, es una joven mujer migrante de los departamentos de Guatemala.

Debería seguir estudiando, salir con sus amigas, ir al cine, tener su propio cuarto como otros jóvenes, con una ventana que dé al jardín y entre el sol, debería tener sus sueños y reír más, su propia vida…

Algunos días acompaña a la “seño” al supermercado, que cariñosamente la trata de “mija”.  Van en su camioneta Suburban.  Llegan… mientras la seño mira con atención los productos, ella callada, está con su uniforme azul detrás del carro que debe empujar.  La seño le dice que el lunes hará caldo, llevan verduras, el martes pasta, el miércoles pollo con arroz… viernes carne asada. Pasan por la sección de “Tés”, a la seño le gusta los que son en inglés y llevan tres cajitas de “strawberry”, como le gusta pronunciar.  La seño le dice que compre su  desodorante y las toallas higiénicas para esos días del mes.  La seño paga y se van en la camioneta Suburban.

Llegando a la casa debe bajar las bolsas del supermercado… ya es tarde, tiene que hacer la cena. Acto seguido, lavar los trastos porque no hay lavadora de platos. Aún le queda un lavado de ropa y unos trapos sucios en la pila. Tal vez mire un poco de televisión en la cocina, a las 10 p.m. estará en su cuarto, en su cama imperial.

Tal vez, me falte alguna escena de las cientos que he visto en el país, sin mencionar el acoso sexual que sufren muchas de las mujeres que trabajan en el servicio doméstico. Lo cierto es, que el trabajo doméstico es una labor eminentemente femenina, como señala una encuesta realizada en julio 2020 por la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES) con el apoyo de la Unión Europea, sobre la situación del trabajo doméstico ante la crisis del COVID-19. Los datos completos lo pueden consultar en este link https://www.asies.org.gt/la-situacion-del-trabajo-domestico-ante-el-covid-19/

Según dicha encuesta, nadie reportó tener un trabajador doméstico hombre.

Otro estudio sobre trabajo doméstico realizado por ASIES en 2014, con datos de la ENEI de 2013, reportó que el 94.5 % de los trabajadores domésticos eran mujeres. El 42 % de los encuestados indica que la trabajadora doméstica tiene una jornada de trabajo de tiempo completo.

Uno de los datos más difíciles de obtener es el relacionado con los ingresos, debido al temor de consecuencias fiscales o legales de otra índole. Solamente dos de cada cinco encuestados que tiene a su servicio una trabajadora doméstica, informó sobre el monto que paga. El 78 % de los que respondieron indicó que paga Q1,000 mensuales o más (20 % paga más de Q2,000).

En el marco de la pandemia, la encuesta señala que un número apreciable de trabajadoras (40 % de 306 respuestas), el horario de trabajo aumentó y a dos de cada cinco (43 % de 266 respuestas) no se les permite (o permitía) visitar a su familia.

Respecto a las características de las trabajadoras domésticas, el 87 % (sobre 658 respuestas) indicó que la trabajadora doméstica sabe leer y escribir. Otro estudio de ASIES indica, que alrededor del 54 % de los trabajadores domésticos había cursado el nivel de primaria y 21 % carecía de algún nivel educativo.

Mientras estos datos continúen y sigamos viendo como normal a una niña, joven o mujer adulta detrás de un carrito de supermercado, con su uniforme azul, el cuarto de la muchacha seguirá siendo esa pieza oscura y oculta de la casa.

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Grisel Capó

Candidata al doctorado de Liderazgo Organizacional de la Universidad San Pablo de Guatemala. Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de la República Oriental del Uruguay. Magister en Relaciones Internacionales por la Universidad Rafael Landívar. Pos- Grado en Estrategia Nacional del Centro de Altos Estudios Nacionales de Uruguay y egresada del Centro de Estudios Hemisféricos de la Defensa, Estados Unidos. Diplomado en Antropología de las ciudades por la Universidad Rafael Landívar y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social de México, entre otros cursos.