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Coronavirus III

Teorema

Parte III Fases de la pandemia

Lo mínimo que uno debiera saber sobre el coronavirus para, sin menospreciar su peligro, no tener miedo sin fundamento.

Paranoia: El miedo crea conductas obsesivas de limpieza e incita a comportamientos extremos de asepsia. Algunas personas utilizan mascarilla y guantes por cualquier razón, por ejemplo, estando solos en el carro, la habitación o la oficina.  Al no exponer el Sistema Inmunológico en adelante Sinm– a diferentes agentes infecciosos, lo conduce a un estado de postración. Cuando dejan de usar la mascarilla y toman contacto con cualquier tipo de virus, enferman fácilmente.

La OMS presiona a los gobiernos para no buscar inmunidad colectiva por contagio directo. La consideran una medida extrema, sin tomar en cuenta que la inmensa mayoría de contagiados se va a recuperar. Ignora el daño colateral del aislamiento: la salud emocional de las personas, dificultades familiares, agudización del alcoholismo, obesidad, dificultad para atender otras enfermedades, el empleo, los ingresos, la producción, la escasez de productos y consecuente alza en los precios, la posibilidad de alborotos populares y crisis políticas, entre muchos otros.

Cuarentena: La cuarentena (cuarenta días) es un procedimiento antiguo, utilizado en pandemias y epidemias anteriores. Con los avances de la medicina, nuevos conocimientos médicos y el desarrollo de productos farmacológicos, las cuarentenas se perciben obsoletas e inconvenientes. Cubren un ciclo de cuarenta días que incluye el tiempo de incubación (desde que se contrae el virus e inician los primeros síntomas) hasta la curación sin medicamentos modernos de los enfermos.

Los primeros síntomas del covid se presentan entre 2 y 14 días después del contagio, con una media cercana a 5 días. El desarrollo de la enfermedad toma dos semanas. En la antigüedad se dejaba un margen de tres a cuatro semanas para asegurarse de que el paciente no pudiera infectar a otros. Ahora, el uso de pruebas modernas permite reducir ese plazo a solo las primeras dos semanas, cuando el paciente deja de ser un agente infeccioso.

En la etapa inicial de la pandemia la cuarentena fue una herramienta valiosa para que los sistemas nacionales de salud se prepararan. Debieron levantar hospitales especiales, crear protocolos, capacitar a médicos, enfermeras, paramédicos y otros actores de la salud pública. Debieron adquirir el equipo y los medicamentos que adelante necesitarían. Pero, ante todo, debieron saber que, transcurridos esos primeros cuarenta días, la idea de la contención carecía de sentido.

Al inicio de la fase de expansión, la posibilidad de que uno de los habitantes de una vivienda se infectara, fue cada vez mayor. Si esa persona no se aisló pronto o si los primeros síntomas se retardaron, pudo contagiar a los demás. En esta, y posteriores etapas de propagación pretender la contención fue crecientemente difícil. Las personas en alto riesgo debieron resguardarse, reduciendo tanto como fuera posible su contacto con otros. Ellos, los más vulnerables se habían convertido en indefensos prisioneros del coronavirus. Pero el resto de la población no.

Fases de la pandemia: El período que cubre una epidemia puede separarse en cinco fases.

Prevención:Se inicia con el anuncio de los primeros brotes en otros países. Algunos gobiernos cierran aeropuertos y fronteras e inician los estudios de protocolos sanitarios.

Contención:Esta fase sucede cuando las medidas de prevención fracasan. Una o más personas portadoras del virus ingresan al país e infectan a personas de la comunidad. Se establecen las cuarentenas con las que los gobiernos “compran tiempo”. Los gobiernos promocionan medidas como el lavado de manos, uso de guantes y mascarillas y el distanciamiento social.

Contagio comunitario:Es la fase de contagio local entre personas de la comunidad sin la participación de los contagiados en otros países. El virus ya está instalado; los gobiernos debieran asumir ese hecho y no seguir pensando que pueden erradicarlo. De lo contrario, terminan implantando restricciones cada vez más severas, socialmente costosas e inútiles. Algunos gobiernos llevan tal severidad a extremos tan graves como imponer un “Toque de queda” y limitar el tránsito de vehículos.

Expansión:En esta fase ya es imposible trazar un mapa de contagios. Estos crecen incesantemente y empieza a haber brotes de contagio en todos los rincones del país. Los gobiernos buscan justificar las medidas erróneas tomadas en la fase previa. A veces mienten a la población.

En esta fase, el número de casos en los registros oficiales de una población como la guatemalteca llega a sobrepasar, mil casos diarios (a principios de julio). En etapas siguientes habrán sido 1.5, 2.2, 3.2 y 5.0 mil casos diarios, pero el subregistro impidió incorporarlos al conteo oficial. Posiblemente esa fue la situación durante septiembre.

Infestación: Las medidas de la OMS (sugeridas, pero ejerciendo presión sobre los gobiernos) fueron empleadas y fracasaron. Los gobernantes, incapaces de reconocer los errores –se requieren condiciones éticas altas para hacerlo–, culpan a la población del fracaso. Llegan a decir que el crecimiento de las infecciones, que es un fenómeno natural y debió ser esperado, se debe a que la gente no siguió estricta y fielmente sus instrucciones. Enfrentan creciente descontento popular mientras el número de casos sigue en aumento. En algunos países se inician alborotos populares culpando a los gobernantes. En el menor de los casos se pierde confianza en el gobernante y en su gobierno.

Los pobladores, con pleno derecho, se preguntan: ¿de qué sirvió tanto sacrificio?

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José Fernando García Molina

Guatemalteco, 67 años, casado, dos hijos, ingeniero, economista.Tiene una licenciatura en ingeniería eléctrica de la Universidad de San Carlos, una licenciatura en ingeniería industrial de la Universidad Rafael Landívar –URL–, una maestría en economía en la Universidad Francisco Marroquín –UFM–-, estudios de especialización en ingeniería pentaconta en la ITTLS de España.

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