USAC: El muro de la dignidad
Antropos
“Pero en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio, porque aprendí una dura lección que me impuso la vida, que el odio termina estupidizando”. José Mujica.
La inteligencia, la imaginación, sensibilidad, solidaridad y rebeldía, son consustanciales a todo ser humano, de manera particular, a los jóvenes del mundo. También existe la contraparte de estas virtudes, que se expresan como el autoritarismo, patriarcado, imposición, prepotencia, verticalismo, ambiciones desmedidas por lo material, que le es propio a los individuos que sustentan diversas formas de dominación cueste lo que cueste.
Es en este sentido, que lo expuesto me ayuda para explicar la denodada perversidad de los enemigos de la libertad que provocaron el gran luto histórico contra profesores, investigadores, autoridades universitarias, estudiantes, trabajadores de la Universidad de San Carlos de Guatemala, con más de OCHOCIENTAS VÍCTIMAS que va desde el asesinato de cinco dirigentes estudiantiles el año de 1956 y durante todo el conflicto armado de 1960 a 1996.
Para describir este recorrido histórico de terror, miedo y drama, recojo como un primer ejemplo, la placa que se ubica en la sexta avenida de la ciudad, en donde la Asociación de Estudiantes Universitarios colocó en 1992, como homenaje a los estudiantes mártires, Salvador Orozco, Alvaro Castillo Urrutia, Julio Arturo Acevedo, Julio Juárez, Ricardo Carrillo Luna, asesinados el año de 1956, en su lucha por la dignificación de la autonomía universitaria y el derecho a estudiar.
Frente al MUSAC, están las placas que testifican asimismo el asesinato de otros estudiantes universitarios Jorge Gálvez Galindo, Noel López Toledo y Cesar Armando Funes en el año de 1962. En una de ellas dice a la letra: “ofrendaron por la causa de la libertad y la dignidad nacionales y en otra: “Guatemalteco: aquí sacrificó su juventud, finalmente la tercer placa: “universitario, ante este sitio detente, aquí expiraron tus compañeros”. Todos victimas del gobierno del general Miguel Ydigoras Fuentes.
Existen otras placas de homenaje a estudiantes asesinados en diferentes partes de la ciudad, así como en el interior del país. Habría que examinar punto por punto en donde están los lugares en los que murieron más de 800 víctimas universitarios.
Si examinamos la historia de la USAC, vamos a encontrar diferentes acciones de agresión contra la inteligencia y la rebeldía propia de la juventud, particularmente en un país en donde privilegiadamente han existido gobiernos militares. De esa manera hoy hago énfasis en los cinco estudiantes asesinados en 1956, así como los caídos en el 62, como un hecho que marca el drama de la universidad, con el agregado que el 27 de junio de 1971, el campus fue invadido por el ejército en el período presidencial del General Carlos Arana Osorio, por 800 soldados, con tanques, carros artillados y helicópteros, siendo en ese momento rector, el Doctor Rafael Cuevas del Cid.
El año 1981, fueron masacrados docentes, estudiantes y artistas en las puertas del Paraninfo Universitario. A finales del 82, ametrallaron a estudiantes que esperaban los buses en la ciudad universitaria y el 3 de septiembre de 1985, bajo la rectoría del doctor Eduardo Meyer, siendo Jefe de Estado el General Víctor Mejía López, volvió a invadir a la USAC, con camiones militares, vehículos artillados, como un acto de represalia por una marcha celebrada en contra del costo de vida. Permanecieron 4 días registrando, sólo encontraron escritorios, pizarras y libros, propios de la ciencia y de los saberes.
Cada uno de los casos indicados, es una muestra de la agresión contra la universidad pública. No lograron silenciar las voces del pensamiento, ni el derecho a la denuncia y a las manifestaciones para expresar solidaridad con las aspiraciones de una población que sueña vivir en una sociedad con dignidad, justicia y libertad.
Las grandes marchas de los sectores populares el año 1977 y las luchas por el justo cobro en el transporte público en el 78, condujeron a las protestas que aglutinaron sindicatos, estudiantes y trabajadores en general. La AEU, jugó un papel central en las movilizaciones y conducción del descontento popular. Fue el 20 de octubre de ese año, cuando uno de los dirigentes más claros y carismáticos, pronuncio un discurso de profundas y amplias repercusiones contra el gobierno de turno del General Romeo Lucas García. Minutos después, Oliverio Castañeda de León fue acribillado en la sexta avenida del pasaje Rubio y sus lúcidas e inteligentes palabras que pronunció con energía fueron: “Ellos podrán matar a los dirigentes, pero mientras haya pueblo habrá revolución”, resuenan hoy, como una guía y orientación histórica.
Era evidente que los cuerpos de seguridad del Estado, ya habían tejido un ataque a la universidad y fue, después de ese infausto octubre de 1978, que hubo persecución sistemática. Empezaron a mermar la energía de protesta de los universitarios, con la desaparición forzosa, el asesinato y el exilio a docentes, autoridades, estudiantes, trabajadores y dirigentes sindicales.
Los velorios y entierros fueron frecuentes, hasta que el terror ahuyento a las personas de estos lugares ceremoniosos, en donde se despedía a los amigos y amigas. Advino el silencio, la tristeza y el miedo en el campus universitario. Años después una comisión de la Universidad de San Carlos, fue nombrada por Naciones Unidas y empezó a investigar, ordenar cada uno de los casos que fueron objeto de represión. Hubo condenas de los organismos de derechos humanos a nivel nacional e internacional, así como un documento en donde se refrenda con datos, cada uno de las más de 800 personas golpeadas por la represión. Dos copias se hicieron del mismo, uno le fue entregado al rector Doctor Jafet Cabrera quien a su vez se lo hizo llegar al Consejo Superior Universitario, el otro, a la Comisión de Esclarecimiento Histórico, publicado después de manera general en “Memoria del Silencio”.
En el marco de la pandemia que nos azota, este 30 de octubre de 2020, será inaugurada un monumento como un justo y adecuado homenaje de la Universidad de San Carlos de Guatemala, a todas las personas que sufrieron los vejámenes de los conculcadores de la inteligencia, la ciencia, la cultura, el saber. El acto es para cada uno de los que sufrieron y sacrificaron sus vidas, y por ello reviste trascendental importancia histórica, porque la institución reconoce que los desaparecidos y asesinados, caminaron por la vida en busca de la libertad, la dignidad humana y en contra de la injusticia social.
La plaza de los mártires es el lugar que cobija hoy, el sentimiento de solidaridad con los caídos. Queda para la historia una muestra de la USAC, a los más de 800 universitarios que murieron en las décadas en las que el país vivió una de las peores confrontaciones sociales, lo cual confiamos que la civilidad, la cultura, la educación y la justicia, sean los muros que atajen a aquellos que aún persisten en aprovechar la fuerza del Estado, para enriquecerse, sembrar el odio y el distanciamiento humano.

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