El supremo instante de la vida, ante los umbrales de la muerte.

Desde La Ventana De Mi Alma

El ruido de la calle se escucha aún, a través de los ventanales cerrados de la Clínica de Especialidades, en su camilla de enferma esta ella, mi hermana amada.

María Isabel, mientras duerme escucho su respirar entrecortado, y a veces un quejido, su salud esta tan quebrantada y no puedo dejar de pensar en ella y sentir dolor, su humildad tan genuina, su manera de hablar sincera y cariñosa, y ya no le pregunto al Eterno. ¿Porqué ella esta así? pues sería una herejía cuestionar su voluntad.

Los principios de la fé nos enseñan que todo proviene del creador de la vida y que aún lo aparentemente malo tiene chispas de luz para nuestro bien eterno; acaricio con ternura sus cabellos y doy gracias al Creador por estos instantes supremos, y de profunda reflexión, sabiendo que la gratitud nos abre las puertas a grandes milagros, y es aquello precisamente lo que esperamos, que suceda; un milagro.

Su corazón está tan débil un soplo en él la tiene descompensada, además de una neumonía que no le permite respirar bien.

Dicen los Sabios que las enfermedades físicas tienen una raíz espiritual; de cuánto nos salva el conocimiento del Creador, como bien lo dice la Escritura “Mi pueblo perece por falta de conocimiento « Oseas: 4,6.

Deberíamos ser conscientes de que transgredimos las leyes divinas por no dar lugar al conocimiento que nos llena de EMUNÁ (Fé)y morimos en vida porque no confiamos que todo nos encamina a un propósito, y nos estresamos, nos enojamos, nos entristecemos sin saber que todo este compendio de sentimientos negativos dañan nuestro sistema inmune, y más que todo, baja nuestra energía vibracional y con nuestra falta de fe, estamos transgrediendo las leyes de Dios, y todo esto nos trae como consecuencia las enfermedades del cuerpo.

Es media noche y la ciudad duerme, el cielo deshoja gotas de lluvia y yo aquí, elevando mi silenciosa plegaria al dador de la vida, regalo precioso pero efímero, ciclo inquebrantable el nacer, crecer y reproducir, y al paso de los años morir y retornar al Creador, muchas veces antes del tiempo señalado.

Mientras velo su sueño, observo el monitor con sus signos vitales y agradezco a Dios, por este tiempo en este lugar y esta circunstancia y por el alma de mi amada hermana que a través de esta enfermedad se purifica para ver la Luz del Creador, bien sea en este mundo o en el mundo venidero.

Llega la aurora de un nuevo día, y me trae una Luz que me advierte que en este crucial momento lo que realmente tiene valor es nuestra alma pura, que cuando partimos de este mundo, realmente pasamos desnudos los umbrales hacia la eternidad, que de acuerdo a los méritos de bondad, y misericordia que hayamos hecho con los demás, y a las buenas acciones ante el Creador, despojados de todo materialismo vestiremos aquellas ropas de blanco algodón para retornar a la fuente infinita de luz, de donde hemos venido, a este mundo físico, para hacer rectificaciones, para cumplir una misión de bien con nuestro prójimo.

Es hora de despedirme de su rostro amado, apreto sus manos entre las mías, no sé si la podré abrazar otra vez.

Es posible que el milagro nos toque a todos para reverenciar la vida y su valor, aunque el mayor milagro es saber que su alma nos mirará desde la eternidad.

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Lucy García Chica

Lcda. en Ciencias de la Educación. Universidad Estatal.Guayaquil. Lcda. en Filosofía y Letras. Universidad Central del Ecuador. Columnista Periódico "EL SOL" Cartagena- COLOMBIA. Columnista Diario. La TRIBUNA. México. Articulista: Revista TOP MAGAZINE. Orlando-Florida Articulista Diario EXTRA. San José. Costa Rica. Articulista periódico Canarias Opina. Telde, Islas Canarias. ESPAÑA. Escribo por vocación para comunicar y por necesidad vital, creo que la palabra escrita es inmortal y es el acto libertario mas poderoso que existe y más aún podemos crear sinergia colectiva a través de la lectura. Escribo para divulgar mis emociones recogiendo metáforas simples o complejas, que me permitan meditar para existir y coexistir buscando la armonía con mis congéneres, y para celebrar con la palabra la belleza de la vida y el universo.