Coronavirus VII
Teorema
Parte VII. La covid y la edad del paciente
Lo mínimo que debemos saber sobre el coronavirus para proceder con prudente respeto en vez de sentir miedo
Prevenir la covid: No existe una terapia que ayude a prevenir la covid. Se ha desmentido ampliamente la creencia de que un pH alcalino es beneficioso. El único recurso consiste en fortalecer el Sistema Inmunológico ―SInm. Esto se consigue con una alimentación, adecuada (evitar el exceso en licores, grasas, sal y azúcar y alimentos que los contengan), mantenerse hidratado, respirar aire fresco ―de preferencia en el campo o áreas verdes―, poner bajo control enfermedades y padecimientos, evitar el estrés y superar la ansiedad y el miedo.
Usar las medidas preventivas, como mascarilla o guantes, sólo cuando se esté en contacto directo con otras personas, excepto, desde luego, aquellas con quienes se convive. Si se está en casa, evitar áreas cerradas, pasar más tiempo en el jardín. Al ir a respirar el aire fresco a algún lugar conviene exponerse al medio ambiente, tanto como posible, hacerlo fortalece el SInm.
Los más fuertes: Los niños (hasta doce años), sin ser inmunes, presentan un porcentaje de infecciones mucho menor que los adultos. A diferencia de los adultos, en los bebés, niños y adolescentes, algunas veces la covid se desarrolla por el aparato digestivo y debe recibir un tratamiento diferente. En Guatemala, más de la tercera parte (37.5%) de la población tiene 12 años o menos y se estima que solo 10% contrae la enfermedad (1.2% del total); los casos fatales son extraordinarios. Una estadística indica que solo uno de cada 2.3 millones de niños en edad escolar (5 a 14 años), falleció por covid en Inglaterra. Los síntomas, son más atenuados y de menor duración. Muchos incluso son asintomáticos. Se desconoce la causa de tal comportamiento. Al igual que con los adultos, las enfermedades preexistentes pueden agravar la enfermedad. Desde luego, los niños sí pueden contagiar a otros.
Los adultos jóvenes: La población mayor de 12 años y menor de 29, representa entre nosotros 29% de la población total. Ser joven significa tener ingresos propios para la mayoría. Además, se trata del grupo socialmente más activo. Los festejos, celebraciones y asistencia a espectáculos, es propia de su edad. En consecuencia, ellos están más expuestos a ser contagiados que otros. Al contraer la enfermedad, se recuperan pronto, muy rara vez ameritan ser hospitalizados.
Los adultos mayores: Cerca de 28.7% de quienes habitan en Guatemala tiene entre 30 y 65 años. En la parte baja de este segmento hay familias con hijos pequeños. En la parte alta hay abuelos jóvenes cuyos nietos salen de la adolescencia. El segmento ha sido crecientemente hogareño, un tanto sedentario. Su riesgo de contagio va de medio a bajo. La mayor parte maneja bien la enfermedad, pero uno de cada diez puede necesitar hospitalización. Las enfermedades preexistentes fuera de control constituyen el mayor peligro para estas personas.
La tercera edad: Aunque esta etiqueta debiera ser para octo y nanogenarios, aquí se referirá a ese 4.8% de habitantes con 65 años y más (solo 1% tiene 75 años y más). Con los años, los órganos internos se van desgastando, también las enfermedades sufridas dejan huellas en el SInm. Por eso, en términos generales, estas personas son más frágiles ante la covid que los más jóvenes. En lo individual, personas de edad avanzada pueden presentar mejores condiciones que muchos jóvenes. Pero como grupo, edades arriba de 70 años, significan debilitamiento del sistema inmunológico. Esto no quiere decir, de manera alguna, qué, si alguien de edad avanzada se contagia, deba morir.
Hay referencia abundante de personas arriba de 80 e incluso arriba de 90 años que han superado la covid. Una estadística refiere que solo una de cada 50 personas mayores de 90 años no consiguió superar la covid. Por eso, para ellos y para todos quienes consideren frágil su SInm, el aislamiento en su casa es sumamente recomendable, desde el punto de vista sanitario. Pero no se debe descuidar la parte emocional.
Complicaciones: Aunque la mayoría de contagiados con covid tienen síntomas entre leves y moderados, la enfermedad puede conllevar complicaciones médicas graves e, incluso, causar la muerte. Estas complicaciones ―también llamadas enfermedades concurrentes―, pueden incluir: Neumonía y problemas para respirar; Insuficiencia de varios órganos; Problemas cardíacos; Coágulos sanguíneos; Lesión renal aguda; Infecciones virales y bacterianas adicionales; Afección pulmonar.
Alto riesgo: El riesgo de desarrollar cuadros severos varía de una persona a otra. En un extremo están los niños y los jóvenes cuyo sistema inmunitario suele ser poderoso. Ellos superan la covid con extrema facilidad. En el otro se encuentran los adultos mayores y personas que han sufrido enfermedades que han debilitado su SInm. Quienes padecen afecciones crónicas, cualquiera sea su edad, también presentan mayor posibilidad de enfermar gravemente.
Historial de enfermedades: Las principales enfermedades preexistentes que causan fragilidad ante una eventual infección de covid, son: cáncer, asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica ―EPOC―, diabetes, problemas cardio vasculares, problemas prostáticos, enfermedad crónica renal o hepática.
Casos graves: Algunos signos y síntomas indican que es necesario que el paciente reciba atención hospitalaria. Incluso pueden suceder casos de urgencia. Entre ellos, están los siguientes: Problemas para respirar; Dolor u opresión persistente en el pecho; Incapacidad de permanecer despierto; Confusión que es nueva; Labios o cara de color azulado.
Tratamiento: Algunas publicaciones dicen: si un paciente tiene tales síntomas es catarro, si tiene éstos otros es influenza y si tiene estos más, es coronavirus. No es así, el diagnóstico es más complejo. Muchas veces se requiere de un hemograma completo y otros datos de laboratorio para hacer el diagnóstico o para conocer el grado de avance de la enfermedad.
El doctor Chiu aseguró que en medicina no hay negro ni blanco todo siempre es gris y cada individuo es un paciente individual y va a sufrir la enfermedad diferente de como otro paciente lo hará. Es importante no meter a todos dentro de una misma categoría y, aunque los medicamentos puedan ser los mismos, las dosis y el momento de aplicarlos puede cambiar. Esto es especialmente válido para quienes lleguen a presentar un cuadro con fiebre alta.
Los medios internacionales han informado de un repunte de la pandemia. Conviene observar que, si bien el número de casos (46.4 millones) ha aumentado, el número de personas fallecidas (1.2 millones) también se ha incrementado, pero lo ha hecho en menor proporción. Esto se interpreta de dos formas: A) las personas han aprendido a identificar mejor los síntomas y buscar asistencia médica pronta cuando lo consideran necesario. B) Los hospitales y médicos privados, así como los sistemas nacionales de salud han mejorado sus protocolos de atención.
Utilizando esa observación como base, es posible pronosticar que, en un futuro próximo, la actitud de las personas hacia el coronavirus será semejante a la actitud que tenemos hacia la influenza.
Sigue habiendo muertes por influenza. Sin embargo, los medicamentos para tratarla se encuentran disponibles en las farmacias y los médicos saben qué hacer para salvar a la inmensa mayoría de pacientes. A los hospitales solo llegan los casos de mayor severidad.
Algún día podremos decir: ¿Quién le teme al coronavirus feroz?

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