El proceso electoral en Estados Unidos continua
Ordo
“Por el momento, entonces, es prematuro hablar con certeza de quien ha sido electo como el próximo presidente de EE. UU. Lo más correcto sería indicar que Biden se proyecta como el ganador de las elecciones. Lamentablemente, la mesura, prudencia y precisión son valores escasos entre los profesionales presuntamente responsables de informar al público de manera imparcial.”
Los medios masivos en EE. UU. reportan que los candidatos Demócratas Joe Biden y Kamala Harris han ganado las elecciones y que ya oficialmente son el presidente y la vicepresidente electo. Aunque este sea el escenario más probable, confirmar la victoria de Biden de esta manera anticipada es un error que le hace daño al proceso electoral en EE. UU.. Los medios han proyectado erróneamente el ganador en ocasiones anteriores, siendo los más famosos ejemplos los casos de Dewey versus Truman en 1948, y Al Gore versus George Bush, hijo en 2000.
Ciertamente, los datos reportados favorecen a Biden, lo cual hace difícil la reelección para el presidente Trump. Efectivamente, así ha sido a lo largo del último ciclo electoral. Los medios reportaron consistentemente que las más respetadas encuestadoras indicaban una gran ventaja para Biden tanto a nivel nacional como en los estados clave que suelen determinar el ganador de las elecciones presidenciales. Eso no pasó. Gane quien gane, los expertos fallaron grandemente proyectando márgenes de victoria para los Demócratas de tal magnitud que también se proyectaba una ola azul en la cual los Demócratas resultarían con control de las dos cámaras del Congreso y el Ejecutivo. Al final, los Republicanos cerraron la brecha de desventaja en la cámara baja, están en posición de mantener control del Senado.
Oficialmente, las elecciones presidenciales continúan en varios estados clave. Dado el estrecho margen de diferencia proyectada a favor de Biden en estados como Arizona (0.56%, con 97% del voto reportado), Pensilvania (0.55%; 98%), Georgia (0.2%, 98%), y Wisconsin (0.62%) lo más probable es que varios estados tendrán un recuento de los votos. Si este proceso resulta ser manual tomará un tiempo para verificar cuales votos fueron legales para luego contarlos. Esto fue lo que pasó en Florida en 2000 cuando George W. Bush paró ganando por un muy estrecho margen de 534 votos, después de un controvertido proceso de recuento que la Corte Suprema determinó violaba la Constitución. No fue hasta el 13 de diciembre de 2000, que el vicepresidente Al Gore concedió su derrota.
Dado varios cambios que ocurrieron en las reglas de votación y reportes de irregularidades en el proceso electoral, se presentan varios casos legales en Georgia, Pensilvania y Michigan que impugnan las elecciones. Es posible que vengan más impugnaciones en estados como Arizona y Nevada. Para mientras, la existencia de dichos casos debería de impedir la confirmación inmediata de un ganador oficial en estos estados donde el margen de diferencia es bastante cerrado. Si esos procesos harán la diferencia para Trump está por definirse. El equipo legal de Trump tendría que presentar evidencia concreta en un complicado proceso que muy posiblemente pare ante la Corte Suprema de EE. UU. Sus probabilidades de éxito son bajas, según la revista Time.
Aunque fuera poco probable que el resultado final de las disputas legales fuera favorable para Trump, es importante que se permita que dichos procesos continúen para la legitimidad de las elecciones. El tema de la legitimidad de las elecciones fue algo que el difunto Magistrado de la Corte Suprema, Antonin Scalía, había específicamente señalado como crucial en la decisión de Bush versus Gore en 2000. Para el bien del país y el proceso democrático es importante dejar sin duda que las elecciones se llevaron a cabo de la manera correcta en el tiempo correcto.
Para establecer la legitimidad de las elecciones a satisfacción de millones de votantes que tienen dudas razonables acerca de la manera que llevaron a cabo las elecciones, simplemente no basta que los medios masivos reporten que no hay evidencia contundente de fraude masivo en las primeras elecciones de la historia de EE. UU. donde el voto por correo fue tan masivo, y bajo nuevas reglas improvisadas en el mismo año electoral. En primer lugar, los medios masivos no se han molestado en investigar. En segundo lugar, en el contexto donde los márgenes son tan cerrados, no sería necesario que el fraude fuera masivo para marcar la diferencia en las elecciones. Es importante también recordar que los procesos electorales se disputan precisamente en lugares donde la corrupción política ha sido bastante documentada históricamente. Este es el caso con los estados de Michigan, Pensilvania, Georgia, y Nevada.
Por último, el alegato de fraude podría ser el tema más controversial, pero no es el único tema que se debe resolver. En Pensilvania lo que está por definirse es que si aceptarán los votos por correo que llegaron después del día oficial de las elecciones. La Corte Suprema se negó a considerar la petición de los Republicanos de invalidar esos votos, pero específicamente ordenó que Pensilvania segregara esos votos, una señal que podrían eventualmente considerar el caso.
Por el momento, entonces, es prematuro hablar con certeza en este momento de quien ha sido electo como el próximo presidente de EE. UU. Lo más correcto sería indicar que Biden se proyecta como el ganador de las elecciones. Lamentablemente, la mesura, prudencia y precisión son valores escasos entre los profesionales presuntamente responsables de informar al público de manera imparcial.

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