Coronavirus VIII
Teorema
Parte VIII. Retorno a la normalidad
Lo mínimo que debemos saber sobre el coronavirus para proceder con prudente respeto en vez de sentir miedo
Después de nueve meses de restricciones los habitantes nos preguntamos ¿Cuándo volverá todo a ser como antes? Para mientras, la burocracia se ocupa traveseando con semáforos y pintando mapas con colores. Al tiempo, en los medios alguien sentencia: ¡Nunca regresaremos a esa normalidad!, a lo sumo habrá una “Nueva Normalidad”, con mascarillas, guantes y distanciamiento.
Creo que, afortunadamente, la mayor parte de la población no hace caso, ni de unos ni de otros. Cada uno hace uso de esa libertad interna que ningún gobierno ha conseguido conculcar y actúa como mejor le place. Acaba de concluir la 60 vuelta ciclística a Guatemala. El recorrido no prestó atención a los semáforos. Hubo menos afluencia de personas que otros años, pero el evento, que contó con 84 participantes nacionales y extranjeros, como en otros años, simple y llanamente: sucedió.
Todos los martes del mes pasado he asistido a reuniones en un club de la Zona 15. Al entrar he visto a un grupo de jóvenes, de unos 13 años, tomando un curso de baloncesto. El entrenador usa máscara, ellos no la usan. Supongo que en otros lados sucede algo semejante (hacer deporte con una mascarilla sería aberrante ya que los pulmones necesitan oxígeno extra, al menos, que no sea reducido).
Este viernes se encenderán las luces de El árbol Gallo en su 35 edición. Los organizadores han anunciado que la ceremonia será transmitida por la TV para evitar las aglomeraciones. Pero… ¿y después? ¿Y las ventas que allí se instalan? ¿Y las familias que acuden a disfrutar este símbolo de la época?
Seguramente en diciembre tendremos el Show de Luces Campero de todos los años. Quizá cierren el Campo de Marte y también lo transmitan por la tele. Pero mucha gente se reunirá más lejos para ver esos fuegos artificiales como lo ha hecho en los 30 años anteriores.
¿Y el desfile navideño de Paiz y sus proveedores? ¿Y las posadas? ¿Y los convivios? ¿Y la noche de tamales, pavo y regalitos? Y… ¿Una nueva normalidad? No lo creo.
Para algunos ingenios, la zafra azucarera ya empezó o está por empezar. Muchos trabajadores de la Costa y del Altiplano migran hacia las fincas cañeras e inician una actividad que ofrece trabajo a miles de guatemaltecos. ¿Van ellos a usar una mascarilla bajo el sol intenso y el calor todo el tiempo?
Dependiendo de la altitud, la cosecha de café sucede entre septiembre y abril. En las fincas, los trabajadores temporales optan entre cortar café, que suele ser más cómodo (bajo sombra) y cortar caña, que es más arduo, pero tienen mejores sueldos, prestaciones y comodidades al final del día.
Desde luego, todo esto significa un aumento en el número de contagios. El coronavirus se instalará en muchos hogares. Pero la gente ya sabe cómo tratarlo. Muchos médicos han adoptado el protocolo de la doctora Barrientos para tratar con éxito a sus pacientes. Otros siguen diferentes directrices. Las empresas asisten a los trabajadores que enferman con la covid y a sus familias. Por un lado, hay conveniencia y por el otro, solidaridad con ellos.
Me contaron de una jovencita que estudiaba en Madrid y regresó a Guatemala al inicio de la pandemia. A fines de septiembre, decidió que debía regresar. La noche anterior a su partida la madre le dijo: Te compré estas medicinas. Es el “paquete” que recomienda la doctora Barrientos.
¡Ay mama! Yo voy al primer mundo y tú me sales con medicamentos del mundo subdesarrollado.
Nada, quiero que te las lleves. Dos semanas después, ya en Madrid, la chica fue contagiada. Visitó a un médico llevando las medicinas de su mamá y este le dijo: Vaya a su casa y tómelas. Eso hizo y una semana después se sentía como si nada, solo tuvo que seguir las indicaciones sobre el aislamiento.
Así que, aquí habrá nuevos contagios que también sanarán pronto. Pero no todos. Aquellos que tienen un sistema inmunológico débil tendrán dificultad, algunos incluso podrían morir. Pero en esta, que es temporada de gripes, la influenza puede ser tan mortal como la covid.
Sé de una señora, ya mayorcita, que siendo objeto de los cuidados de sus hijos –personas un tanto aprensivas— tuvo encierro total. Su habitación, comunica con un cuarto que fue convertido en comedor. También tiene un amplio ventanal. Los hijos la visitaban del otro lado del vidrio. Hablar con un vidrio de por medio la fastidiaba porque se oía mal, pero los veía sonreír. A los nietos y bisnietos se les prohibió llegar. Al principio todo iba bien, pero el tiempo pasaba. Un día ella realizó que, de seguir así iba morir, no por el virus sino por el encierro. Y salió. Ahora recibe la visita de sus hijos nietos y bisnietos en el jardín, cuidando la distancia, busca retornar a su normalidad.
Creo que las personas que tienen un sistema inmunológico débil deben aislarse tanto como sus condiciones clínicas lo exijan. Si precisan de ingresos para vivir en confinamiento, el Gobierno, como ente subsidiario en nombre de la sociedad debe proveer. Las condiciones emocionales van a actuar en contra del encierro.
Quienes tienen miedo de enfermar deben permanecer en confinamiento, si esa es su voluntad. Desde luego, no se puede obligar a un contribuyente, quien decidió salir y exponerse para ir a trabajar, a que cubra los gastos de quien prefirió quedarse en su casa. Eso sería injusto.
Creo que en absoluta libertad y fortaleciendo su responsabilidad personal, cada quién volverá a su normalidad. Sucederá poco a poco. Alguien se expondrá antes, otros después, unos más, otros menos. Algunos –una mayoría— enfermará y sanará. Tendremos pérdidas de vida como las hemos tenido siempre por vejez o por trastornos en la salud.
Las economías de los países que cierren se seguirán debilitando, mientras que aquellos que abran antes su producción y comercio tendrán nuevas y mejores oportunidades. La producción de bienes de consumo básico se ha reducido, mientras la demanda por ellos se mantiene sin mayor alteración. China redujo sus exportaciones a Estados Unidos, lo que deja nuevos nichos de mercado.
En la parte sanitaria, la política de reducir el número de contagios debe ser evaluada contra la política de reducir el número de muertes. Guatemala tiene la ventaja de poseer una población joven, a la vez que saludable en cuanto a enfrentar enfermedades contagiosas. Nuestros problemas de salud están en otras áreas. Para el Gobierno, la diferencia está entre prestar asistencia a una persona o proporcionarla a 20.
El Gobierno debe ofrecer información sobre el fundamento de la enfermedad, los síntomas, los medicamentos, su costo, las dosis, el tratamiento y los riesgos. Esa información debe ser extensiva, oportuna, veraz y detallada. La gente debe saber tanto de la covid y el coronavirus como ya sabe del catarro o de la disentería.
Ayer, 11 de noviembre, se registraron 769 nuevos casos de contagio. También ayer, el médico Edwin Asturias, director de la COPRECOVID, declaró que el confinamiento total no es necesario (se basó en un estudio de la Universidad de Stanford). Quiero expresar mi total acuerdo con lo anterior (excepto para personas de alto riesgo). También quiero recordar que en estas páginas (así como otros autores, en distintos medios) hemos venido diciendo lo mismo desde principios de mayo.
¡Tanto tiempo, negocios, empleo y salarios perdidos!

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