Biden: el plan infinito para Centroamérica
Sueños…
Poderosos intereses de minorías sin ambiciones emergen sobre mayorías desnutridas, sin trabajo, con un único futuro: emigrar hacia los Estados Unidos.
En medio de la paranoia de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, amplios sectores de la sociedad guatemalteca se movilizan esperanzados en reconstruir la república e iniciar el camino de un desarrollo integral, equitativo, solidario y progresista, que convierta al fin a Guatemala en un país que aspire al desarrollo sostenible.
Una constitución nueva en Guatemala es un sueño posible, pero sin futuro. Los sectores conservadores que controlan el Estado capitalista semifeudal, pretenden mantener a este país subdesarrollado hasta los finales de los tiempos. Poderosos intereses de minorías sin ambiciones emergen sobre mayorías desnutridas, sin trabajo, con un único futuro: emigrar hacia los Estados Unidos.
Desde hace muchos años, los gobiernos de Estados Unidos se han dado cuenta de las ventajas y los riesgos de la emigración masiva de centroamericanos. Trump, quizás, ha sido el más agresivo para frenar las oleadas de famélicos de la región. Trump hizo un llamado alarmante y se puso la tarea de colocar una muralla espectacular e impotente.
La respuesta del gobierno gringo está basada en conceptos obsoletos de la guerra fría. Sus respuestas hacia la región están enmarcadas en una estrategia de “seguridad nacional”. Es decir, dotar a los generales y coroneles desde México hasta Colombia de metralletas, tanques, helicópteros artillados, y asesoría de represión. Sin embargo, el frío no está en las cobijas. El negocio mueve entre 90 mil y 120 mil millones de dólares al año. Tal vez el 60%, o un poquito más se negocia en los Estados Unidos. Es decir, las armas solamente sirven para reprimir el efecto, poblaciones pobres y analfabetas presionadas hacia actividades narco; mientras que las industrias de armas, las cúpulas políticas, militares e intelectuales se benefician con un flujo adicional de plata. Se reprimen los efectos y no las causas. Las causas van desde la oferta (México hasta Colombia), el lavado gigantesco de 54 a 75 mil millones de dólares en bancos USA y regionales, la corrupción de las cúpulas de Estados fallidos; la demanda, consumo masivo en Estados Unidos y Europa; sin dejar de lado la cooptación de los organismos de funcionarios del gobierno de todos los países involucrados.
En estas circunstancias, Biden es el elegido. Puede cambiar de rumbo la estrategia, basándose en los sectores menos afectados por la ineficiencia del Estado puede promover una nueva estrategia. Una estrategia de desarrollo sostenible, es decir, basada en un cambio constitucional que se oriente a gastar el 10% del presupuesto de la república en educación y salud; que invierta en crear parques nacionales y áreas protegidas en un 40% del territorio nacional; que castigue drásticamente la corrupción pública y privada; que establezca un límite territorial en la propiedad de la tierra; que genere una brecha de cuatro salarios base entre los ingresos mayores y menores de la población.
En palabras de Cicerón diríamos que la salvación está solamente en promover la única causa sagrada, que es la causa de una sociedad equitativa, solidaria y respetuosa de la naturaleza.
¿Qué ofrece Biden?
En su hipotético plan para fortalecer la seguridad y la prosperidad de los pueblos de Centroamérica, dice lo siguiente:
“Los pueblos de los Estados Unidos y América Central tienen una amistad fuerte y duradera. Estamos unidos no solo por la proximidad, sino por nuestra historia y valores compartidos, y las conexiones profundamente arraigadas de familiares y amigos que unen inextricablemente nuestro futuro.”
Aquí empieza con varios fallos el diseño de la estrategia, vuelve a ponerle énfasis a la seguridad nacional, es decir, a la represión de los efectos y no solución de las causas del problema social de la región. No es cierto tampoco que los Estados Unidos y los Estados del Triángulo norteño tengan valores compartidos, todo lo contrario, el país del norte es un país democrático y de valores respetuosos de los derechos humanos, la historia del triángulo es discriminación racional, desprecio de los valores humanos y ausencia de la democracia. Es precisamente esta problemática la que hay que resolver.
Continúa: “El hemisferio occidental tiene el potencial de ser seguro, democrático y próspero, desde el norte de Canadá hasta el extremo sur de Chile. Lo fundamental para lograr este objetivo es garantizar que las naciones de América Central, especialmente El Salvador, Guatemala y Honduras, los países del Triángulo Norte, sean sólidas, seguras y capaces de ofrecer oportunidades de futuro para su propia gente.”
Biden solamente tiene un camino, invertir dinero en fortalecer un proyecto de naciones democráticas, con inversión social elevada, con equidad absoluta es decir con salarios mínimos adecuados, alfabetización y educación primaria que abarque al 100% de la población, salud y alimentación adecuada para todos, pluralismo ideológico y participación política abierta para todos.
De fallar Biden en sus cuatro años de gobierno, volverán las oscuras golondrinas de Trump, alejando la solución social del problema a sangre y fuego.

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