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Punto de Vista

En el mundo postmoderno que parecía imparable, irrumpe en el 2019 un virus que se convierte en pandemia.

En el inicio, observábamos desde Occidente con total parsimonia el brote de la extraña enfermedad en Whom, China. Parecía casi imposible que llegara a nosotros, no era real, la post verdad se hacía presente. Sin embargo, la realidad sería otra. El virus se propagó de manera inmediata a todo el mundo. No discriminó países y personas.

Las respuestas tardías de los organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud, organismo especializado de las Naciones Unidas, obligaron a los Estados a actuar en solitario, desde el ámbito nacional, imponiendo reglas y protocolos que se basaron en cuarentenas obligatorias, el cierre de las fronteras, el cierre de las escuelas y toda clase de recreación. El uso de la mascarilla comenzó a formar parte de nuestra vestimenta. El distanciamiento social y la restricción de las reuniones introdujo nuevos comportamientos entre los seres humanos.

La mayoría de la población acató las reglas anteriores. La solidaridad comenzó a resurgir en la mayoría de las personas, bajo la premisa “yo me cuido, te cuido”. El virus existe, es un hecho objetivo, es un hecho social total.

La tecnología se convierte en un aliado para trabajar desde la casa y estudiar. La comunicación entre las personas es totalmente virtual, el aislamiento comienza a ser la regla por meses, impactando en el estado emocional de las personas.

La producción se paraliza, el comercio se detiene, el consumo también o al menos cambia hacia versiones on line. Las personas comienzan a quedarse sin trabajo, los negocios quiebran, el desempleo irrumpe y con ello las necesidades básicas insatisfechas.

Paralelamente, el virus continuaba su escalada, los sistemas de salud de todos los países se vieron colapsados, el abandono por décadas del sistema de salud pública se evidenció aún más. Sin embargo, el Estado salió a dar batalla, ha sido el protagonista en la pandemia. Los médicos y los científicos fueron entendiendo más a la enfermedad y como impactaba en el organismo. Comenzó un momento de investigación sin precedentes, a prueba y error, se fue avanzando. La búsqueda de una vacuna originó la cooperación en la comunidad científica, cuyo resultado es que veamos más cerca la posibilidad de cambiar la situación.

En el mundo de los “post”: post guerra, post muro, post verdad, post modernismo, post covid, frente a los grandes problemas globales, aún estamos muy lejos de mecanismos nuevos y eficaces para la regulación de los conflictos y enfrentar los desafíos a nivel regional y global. Aunque los conflictos parezcan lejanos en algunos casos, los intentos por impedir su propagación y continuación descontrolada enfatizan cada vez más el imperativo de la actuación conjunta.

La pandemia ha logrado que hagamos un alto obligado de la vorágine cotidiana, lo cual obliga a reflexionar sobre aspectos vitales, sobre el sentido de la vida. Obliga a pensar que mundo queremos. Me gustaría un mundo más solidario.

Al 14 de diciembre de 2020, un total de aproximadamente 74 millones de personas contagiadas y 1,6 millones de personas fallecidas a nivel mundial. No hay continente o país donde el virus no siga propagándose.

Dedicado a todas las personas que han sufrido el embate del virus, a los que no pudieron salir de cuidados intensivos, a los que tuvimos síntomas leves, pero aún lidiamos con las secuelas, con los síntomas invisibles. A los médicos, a todas las personas de primera línea. A la comunidad científica. A la gente que usa mascarilla, al que se cuida porque cuida al prójimo. A todos los que apostamos por un mundo más solidario.

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Grisel Capó

Candidata al doctorado de Liderazgo Organizacional de la Universidad San Pablo de Guatemala. Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de la República Oriental del Uruguay. Magister en Relaciones Internacionales por la Universidad Rafael Landívar. Pos- Grado en Estrategia Nacional del Centro de Altos Estudios Nacionales de Uruguay y egresada del Centro de Estudios Hemisféricos de la Defensa, Estados Unidos. Diplomado en Antropología de las ciudades por la Universidad Rafael Landívar y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social de México, entre otros cursos.

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