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God save the Queen

Editado Para La Historia

Podríamos asombrarnos del origen, a veces poco glorioso, de las cosas más excelsas y encumbradas.

¿Quién nos podría decir que el himno de unos de los principales países del mundo por su poderío y desarrollo económico, sabiendo que el himno es emblema de toda una nación, tiene sus orígenes en las poco saludables asentaderas de un rey de Francia? Esta historia parece rocambolesca, cómica, dura… y no faltará alguno que incluso diga que es escatológica. Pero, como siempre les digo, hagamos un poco de historia.

Les quiero hablar de Luis XIV. El mismo que, en la insolencia de su autocracia, decía: -El Estado soy Yo y que, al hablar de su persona, decía Nosotros, así, con mayúscula, como si la nación francesa y buena parte de Europa marchara a los latidos de su corazón. Aquel que fue denominado Rey Sol, que se creía casi un Dios viviente. Pero Luis XIV, en realidad, con toda la grandeza que quería mostrar, era una persona con una salud bastante frágil.

Para comenzar, fue rey siendo muy niño, aunque era su madre la que tenía el papel de regente, es decir, la que reinaba y gobernaba en su nombre. Temprano Luis XIV tuvo que enfrentarse a lo que la historia recoge con el nombre de la Fronda, que fue una rebelión de los nobles que no querían obedecer a la palabra autocrática del Rey. Sufrió viruela, enfermedad endémica en Europa para aquellas épocas y que cobraba muchas vidas. Luis XIV estuvo a punto de morir por esta enfermedad. En aquellos tiempos, comer mucho y ser corpulento era signo de buena salud. El rey, que por demás era el Rey Sol, comía opíparamente. Venir a ver a comer al rey era un espectáculo al que todos querían y debían asistir. El resto de los habitantes de Versalles comía después del Rey Sol.

A sus 48 años, una pluma de las que rellenaban uno de los cojines de su carruaje real le hizo una lesión en el ano. Les recuerdo que al rey comía mucho. Por otra parte, las lavativas eran casi de uso diario, por lo que el rey se sentaba en el “trono” unas 16 veces al día. También le gustaba mucho montar a caballo, así que todos estos ingredientes fueron la fórmula perfecta para que en el Real Trasero se presentara una fístula anal. Debemos recordar que estamos hablando del año 1686. Los médicos desdeñaban tocar la sangre, así que cualquier tema médico que tuviera que ver con sangre era tratado por… el barbero peluquero. Y nada más natural, según ellos, pues era el barbero peluquero el que manejaba cuchillas y navajas. Era el barbero peluquero el que realizaba las operaciones, desde sacar una muela hasta amputar un miembro. Los médicos solo miraban y daban instrucciones, pero sin tocar la sangre. Ante la gravedad que iba tomando la Fístula Real, el barbero peluquero de Luis XIV, Charles-François Félix se vio en la necesidad de intervenir en la Real Asentadera. Para eso utilizó, con el fin de tomar un poco de práctica, a varias decenas de pordioseros y de presos que tuvieran la misma afección que el rey. Los historiadores hablan de 75 víctimas que con su vida contribuyeron con las prácticas para la Real Operación. También inventó un tipo especial de bisturí curvado “à la royal” que se conserva en estos momentos en el Museo de Historia de la Medicina de la Universidad de París, que se puede visitar en el 6to distrito de esa ciudad.

Se escogió la mañana del 18 de noviembre de 1686. Para no debilitar la posición de Luis XIV ante la corte y el resto de las potencias europeas, se envió a la corte al palacio de Fontainebleau. Todo comenzó a las 7 de la mañana. El lugar escogido fue el dormitorio del rey. Se desnudó Luis XIV, se colocó una gran almohada debajo de su vientre y mostró el Real Sitio. Los únicos testigos de esta intervención quirúrgica fueron los doctores, el barbero y Madame de Maintenon, con quien el rey se había casado en secreto. A favor de tan poco apreciado personaje, podemos decir que soportó las 3 horas que duró esta muy dolorosa operación solo diciendo de vez en cuando: –Oh, Dios mío… o – Félix, olvídese que soy su rey y haga como si yo fuera cualquier campesino. No es necesario recordar que para aquellas fechas no existía la anestesia. Madame de Maintenon lo único que podía hacer era sostener la mano de su esposo y con cariñosas palabras alentarlo a soportar. Ni gritos ni algarabía. Todo un hombrecito.

Al poco tiempo aquella herida se volvió a infectar. Recordemos que se encontraba en un ano, por muy real que fuera. Hubo que abrir y a curarla con apósitos impregnados con vino de Borgoña. A los pocos meses se dio por terminado el tratamiento y se anunció a los cuatro vientos que el rey se había curado de tan horrible y peligrosa operación. Se cantaron Te Deums, siendo el más famoso de ellos el del compositor titular de Luis XIV, Jean Baptiste Lully.

Entre los himnos de alabanza al Señor por tan esperada sanación, las señoritas orfelinas de la escuela de Saint-Cyr cantaron un himno cuya letra fue escrita por Madame de Brion, madre superiora de este convento y sobrina de la nueva esposa del rey, Madame de Maintenon. La música siempre fue inspiración de Jean Baptiste Lully. ¿Y qué decía las palabras que había escrito a la madre superiora de las orfelinas? Dieu sauve le roi, en francés, las mismas palabras del himno británico, en español “Dios proteja al Rey”. Desde ese momento, cada vez que se presentaba el rey a visitar a las orfelinas se cantaba el himno en cuestión. Se hizo costumbre y comenzó a cantarse este himno no solo con motivo de la visita real a la escuela de Saint-Cyr, sino con cada presencia de Luis XIV.

Por otra parte, el compositor alemán Haendel algo más tarde fue compositor oficial del rey británico Jorge I. De hecho, siguió su carrera con su sucesor, Jorge II. De visita a Versalles en 1714, Haendel escuchó el himno. Se dice que en un pedazo de papel anotó las notas de la melodía y al llegar a Londres compuso un himno utilizando siempre esta melodía de Jean Baptiste Lully y siempre con la letra que había escrito Madame de Brion, la madre superiora. Nada, que esto de los plagios ya es cosa vieja. Una vez terminado su trabajo se lo presentó a Jorge I como el muy solemne God Save de King y de ahí a que se instaurara como himno británico solo quedaba un paso.

Sabemos que cuando es una mujer la que reina en Gran Bretaña, porque en ese país no existe la ley sálica y las mujeres pueden ser reinas, entonces pasa a ser God Save the Queen. Ahora lo sabemos, tan solemne y pomposo himno británico tiene sus orígenes en las muy reales asentaderas de Luis XIV.

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Franck Antonio Fernández Estrada

traductor, intérprete, filólogo ([email protected])

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